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Eduardo Soto
Eduardo Soto
15/09/2021

“Golpes bajos nucleares”

La energía nuclear amenaza al Gobierno con cerrar sus centrales. Es inaudito, sorprendente, pero podríamos pensar también ¿inesperado, baladrón, oportunista, premeditado? Es patente que el oligopolio energético sostiene desde hace tiempo una pelea a puñetazos con el Gobierno. Este verano han metido una herradura en el guante y se han volteado para golpear al público subiendo los precios dolorosamente, y el público, como es normal, se queja. ¡La culpa es del Gobierno! ¡Qué haga algo! Cuando el Gobierno inicia movimientos para reducir los beneficios de estos egoístas, ellos aprovechan para dar un golpe bajo y soltar lastre, mientras el público, una vez más, ingenuamente compadece a los millonarios. No es inesperado este movimiento de cintura. Hace ya años que hablamos de como la energía solar iba a superar con mucho el precio de coste de la energía nuclear, incluso cuando nadie nos creía. Hoy son los inversores en energía nuclear los que han migrado a toda velocidad a las grandes plantas de energía solar, ¿por qué? Porque son eficientes, baratas, rentables y, lo que es más importante, porque no generan unos residuos contaminantes, tóxicos durante 10.000 años e imposibles de reciclar (a día de hoy). Este siempre ha sido el problema de las nucleares, el que obvian, el que cargan al Estado, al bolsillo de los ciudadanos, pero también de alguna manera a través del Fondo de Compensación, a su cuenta de resultados. Un Fondo de Compensación que como ya se dijo debe hacerse cargo de la gestión de esos residuos sine die y del desmantelamiento de las centrales. Un Fondo que no ha dejado de mermar desde que irrumpieron las renovables. Ahora la ocasión la pintan calva. Deshagámonos de un dinosaurio tóxico a punto de fenecer y poco rentable (amenazado con devolver sus ganancias caídas del cielo), como son las centrales nucleares y aprovechemos para cargarle el mochuelo a este Gobierno bolivariano (que dirán los oportunistas). Amenacemos con unos despidos que antes o después tendríamos que hacer, por falta de competitividad, y dejemos que vengan a rescatarnos. Mientras hagámonos con el monopolio de las renovables, démosle al público energía verde, claro que sí, pero más cara aún, multipliquemos nuestros beneficios al tiempo que parecemos víctimas. ¿Ha sido una conducta, una estrategia premeditada? No llego a tanto, soy un simple mortal. Hay buenas noticias. Uno, la energía nuclear tira la toalla (sucia), no por que hayan comprendido que el público no soporta la idea de vivir eternamente con una amenaza de catástrofe radiactiva sino porque ya no le es rentable y ahora han podido forzar una buena oportunidad de deshacerse del muerto: los residuos y los onerosos puestos de trabajo. Dos, el oligopolio energético abraza, debería decir acapara, las energías renovables, una fuente limpia y sostenible, multiplicando con ello las muy necesarias, y durante décadas, mutiladas investigaciones para llevar el desarrollo de placas, aerogeneradores, baterías, etc. hasta extremos aún desconocidos de eficiencia y ahorro. Lo cual, nos beneficia a todos porque allana el camino para reducir la huella de Carbono (los Gases de Efecto Invernadero, que los combustibles fósiles producen y también la energía nuclear en sus numerosas fases: minería, enriquecimiento de uranio, sinterización, transporte, construcción y mantenimiento de centrales, gestión de residuos) y por tanto nos permitirá mitigar los riesgos y daños que ya nos están produciendo la Emergencia Climática. Tres, y más relevante para nosotros, los ciudadanos, es el momento de aprovechar que podemos generar nuestra propia energía limpia allí donde se consume, esto es lo que se denomina energía distribuida, y pagar mucho (muchísimo) menos por ella. Es el momento de las comunidades energéticas dimensionadas y no mamotréticas, de los paneles en los tejados, de que cada cual pueda librarse de esa dependencia que durante siglo y medio nos ha ligado a un modo de entender el paradigma de la energía y que está en nuestra mano cambiar para siempre.

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