Una galaxia muy seca
La guerra de las galaxias es una de esas sagas que hay que ver, por lo menos hasta que cae en manos de Disney y deja de ser una epopeya futura para convertirse en un producto más del supermercado. La guerra del agua, sin embargo, es una de esas sagas que deberíamos haber evitado; más ahora que en taifas puede ser la gallina de los huevos de oro electorales.
Puestos los huevos sobre el papel, aprovecho, pues, para mencionar aquí La muchacha de las bragas de oro y cumplir, aunque de manera forzada, con la ansiada paridad. Si hace un par de semanas pudimos ver cómo las cifras de empleo podían ser, para el mismo partido, positivas y negativas a la vez; ahora, y sin distinción de colores políticos, podremos ver cómo digos y Diegos son compañeros de piso bien avenidos.
Ahora mismo, lo del trasvase no tiene más vuelta de hoja. Hay que hacerlo sí o sí. Y si no, lean el artículo 2 de la Constitución hasta el final si quieren saber si Anakin Skywalker es de los buenos o de los malos.
Y es que parece que siempre andamos con medias verdades, procrastinando y muriendo al día. Dejemos las cosas que hoy no tienen vuelta de hoja y planteemos las del futuro. Pero no se preocupen, esta saga no acaba con este capítulo; hay mucho imperio y billete.
