Un último esfuerzo
Desde que comenzó la pandemia, la mayoría de los medios de comunicación, incluidos por supuesto nosotros, hemos deseado fervientemente publicar noticias como las que hemos tenido el privilegio de editar en la semana que acaba de terminar. Les hemos contado informaciones que nos han llenado de esperanza porque anunciaban hechos que acercan al país a pasos agigantados hacia el final de la pesadilla. Han podido leer que durante varias jornadas no sólo no se han producido fallecimientos por Covid-19 en nuestra provincia sino que tampoco ha habido contagios nuevos. Incluso hemos tenido el gusto de contarles que no había pacientes ingresados con el virus en las camas convencionales del Hospital “Virgen de la Luz”. Todo ello aderezado con comunicados y declaraciones de diferentes administraciones en los que se anunciaba, por ejemplo, que podremos este año celebrar las Fiestas de San Julián, con toros incluidos, que se abre la posibilidad de desarrollar actos con más de mil espectadores o que, más pronto que tarde, las mascarillas dejarán de ser obligatorias en espacios abiertos. También que podemos ya alargar nuestras noches de ocio dentro y fuera de los establecimientos.
Nada de esto hubiera sido posible sin tres condicionantes esenciales. Por un lado, el inconmensurable trabajo de unos científicos que han sido capaces de sintetizar vacunas en tiempos antaño impensables; por otro, la gestión de unas administraciones capaces de arbitrar medidas preventivas y de gestionar los arcanos de la vacunación, acciones de vital importancia que, a pesar de las críticas y de los “pecados” de quienes lidian con una crisis inédita y extremadamente grave, se ha demostrado que funcionan. Por último, tenemos la actitud positiva y responsable de gran parte de la población. Esta última cuestión es quizá la más importante, porque sin la colaboración de la ciudadanía hubiera sido imposible, ni con la más efectiva de las vacunas, contener y atenuar los efectos de un coronavirus cuya voracidad ha producido ya millones de muertos en todo el planeta, un enemigo oculto y silencioso que todavía sigue presente y que, a buen seguro, nos seguirá acompañando.
Por eso, y ahora más que nunca, debemos mantener la guardia alta y seguir guardando las precauciones que hemos visto que han sido, y son, necesarias. Las vacunas suponen una garantía de mayor seguridad, pero no de seguridad absoluta. La Ciencia y el día a día demuestran que no inmunizan completamente, sino que sólo atenúan los efectos de la Covid 19, pero no evitan los contagios a otras personas. Ahora tenemos la ocasión de aprovechar la inercia de las inoculaciones para acercarnos a la inmunidad de grupo, que constituirá el cortafuegos único y más efectivo ante la propagación del SARS-Cov 2. Si el virus no puede contagiarse, se elimina de la ecuación. Se impone pues un sacrificio final, un empujón postrero para acabar con la pandemia y pasar página, aunque para muchísima gente será imposible porque se ha perdido mucho en el camino. Pero ¡ánimo! Vale la pena un último esfuerzo, por los que ya no están...por los que quedan.
