Del leer y su futuro

Presentación de novedades editoriales de autores tanto locales como foráneos, encuentros con escritores que además de en la capital han tenido o van a tener lugar en otras localidades provinciales como Villamayor de Santiago, Minglanilla, Tarancón o Mota del Cuervo, actividades –talleres de animación a la lectura, cuentacuentos– especialmente organizadas para los más pequeños, especial atención al cómic y la ilustración y a temáticas especializadas como la literatura juvenil o la romántica, firma, por supuesto, de ejemplares, algo de música e incluso de circo como atractivos complementos… un año más, tras la inicial entrevista-pregón de Javier Cercas del pasado miércoles y hasta este inmediato domingo, la Feria del Libro conquense lanza su aquí estoy de nuevo desde la treintena de casetas ubicadas en la Plaza de España aspirando a que se haga realidad el aserto al que se acoge su proclama: Cuenca lee. Y lo mismo, miren por donde, pese a cuanto, machaconamente, un día y otro, hablamos de la global omnipresencia de las pantallas y de la imparable marea de los ya por cierto no tan nuevos medios tecno-audio-visuales y de su masivo uso por, especialmente, las nuevas generaciones, ese objetivo, ese más que loable objetivo, puede que esté más cerca de cumplirse de lo que a partir de esa generalizada impresión pensamos si atendemos a datos como los recogidos en un reciente informe de la Fundación Germán Sánchez Ruipérez, una institución que, dedicada a la actividad educativa y cultural centra la mayor parte de sus programas en la difusión y extensión de la cultura del libro y su lectura; un informe que hace bien pocas fechas reporteaba en sus páginas uno de nuestros principales diarios de ámbito estatal y que,  como señalaba su firmante periodístico, rompe estereotipos al poner de manifiesto que por contra de los habituales generalizados agoreros dictámenes, resulta que no hay franja de edad en esta nuestra España de hoy más apasionada por los libros que la de nuestros adolescentes: nada menos que un 78,2 por ciento de la franja de edad que va de los diez a los catorce años se declara lector frecuente, que ya me dirán si no es una cifra que habla de algo más que de esperanza cara a un futuro favorable a la práctica lectora. Una cifra que, item más, se ve asimismo refrendada por la realidad de fenómenos literarios de millones de ejemplares de tirada, de, como asimismo se señala en el mencionado reportaje, comunidades lectoras surgidas en internet –en relación, eso sí, de ida y vuelta con el cine, las series o los videojuegos– que ha hecho que varios grupos del sector hayan creado más sellos específicos a la caza de la mayor porción posible de esa nueva tarta de un mercado que si en 2017 suponía el 12,3 por ciento de la facturación de la industria editorial, en 2021 llegaba ya al 16,8. Todo ello no sé si a ustedes pero a quien esto va ya a firmar este texto, hace que le dé por pensar, alborozado, que asienta la permanencia a porvenir –ojalá así ocurra– de tan, déjenme que reitere el calificativo,  esperanzadora tendencia entre quienes serán o no, luego, los sustentadores de ese leer cuya enseña ondea, optimista, estas jornadas la agenda de nuestra ciudad.