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'Dedazo' o urna

Cuando se hace referencia a partidos políticos, por definición siempre pensamos en agrupaciones democráticas cuyos dirigentes deben haber sido elegidos mediante procedimientos participativos en los que la militancia tiene algo que decir. Porque la voz de los militantes no es sino una proyección de lo que debe significar una democracia, que no es otra cosa que el poder decisivo del pueblo a través de la libertad del sufragio. Cuando la cúpula directiva de un partido ha sido designada en una provincia como vulgarmente se conoce “a dedo”, el calificativo de democrático queda especialmente en entredicho y se abre paso la noción de autoritarismo, por no emplear palabras más gruesas. 

 Eso es precisamente lo que está ocurriendo con el PP en nuestra provincia. Esta semana conocíamos que Benjamín Prieto, un histórico presidente provincial durante 13 años, alcalde de Fuentelespino de Haro y actual senador, de la noche a la mañana, deja su cargo y es sustituido por una junta gestora elegida ‘digitalmente’ desde Génova 13 y encabezada por un político con escaso peso en la provincia. Especificaciones aparte sobre si Prieto ha dimitido o le han dimitido, o sobre si se llevaba bien o mal con fulano o mengana, la noticia de su cese ha provocado un sorprendente cisma en un partido monolítico acostumbrado a ver cómo sus dirigentes acceden al cargo por el señalamiento de algún “dedazo” que no necesariamente forme parte activa del “establishment” popular. En la formación que dirige Alberto Núñez Feijóo, los procesos de primarias no se caracterizan por el clásico “un militante un voto”, que es lo que ahora están exigiendo un centenar de alcaldes y portavoces municipales del PP que se han desmarcado de la decisión tomada desde Madrid.

Resulta cuanto menos curioso que estos ediles hayan emitido un comunicado en el que piden elegir democráticamente al sucesor de Benjamín Prieto. No es necesaria una alta preparación en Ciencias Políticas para llegar a la conclusión de que estos ediles ponen en duda la calidad democrática de su propio partido, algo todavía más significativo si somos conscientes de que la sombra del “sorpasso” de Vox se alarga según pasan los días. El contraste es evidente, por una parte el PP nacional cada vez más va asumiendo postulados de la ultraderecha para contrarrestar el declive que señalan las encuestas y, por otra, un nutrido grupo de alcaldes conquenses cuestiona la decisión unilateral de Madrid con argumentos más propios de posiciones progresistas. No deja de ser aleccionador que entre tanta borraja machista, xenófoba, populista y reaccionaria como estamos viendo en muchos dirigentes nacionales del partido se intenten abrir paso voces críticas que defienden el pilar más básico de toda democracia: la libertad para elegir quienes quieren que te gobiernen. Seguiremos de cerca esta sugerente disidencia porque, según afirma la sabiduría popular, que no del PP, en la variedad está el gusto.