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Cuartetos encadenados

Ya diviso las montañas,

y en las montañas, mil pinos,

y en los pinos, las arañas,

tejiendo con oro fino.


Abajo quedan los valles

y debajo la ciudad,

y en la ciudad, dos mil calles,

y en las calles, ¡¡soledad!!


Buscando voy el destino,

y en el destino, me pierdo

cuando recuerdo el camino,

de loco, me vuelvo cuerdo,


y cuerdo, vuelvo a mi mundo,

de este mundo que me vio

en un noviembre fecundo,

en que mi vida empezó.


Y empezó con una cuna,

donde mis sueños forjé

con mil caras, a la luna,

el sol y el atardecer.


Y el atardecer despacio,

como una nube fugaz,

como aquel cariño lacio

¡¡como paloma torcaz!!


Esa paloma que quiebra,

con sus alas, al volar

aquellos sueños de piedra

que un día yo, dejé pasar.


Nunca vi pasar su vuelo,

mi niñez no me dejó,

con unos besos de hielo:

¡¡yo nunca tuve calor!!