"Conexión Cuenca-AVE"

Días pasados los medios de comunicación conquenses daban cuenta de un comunicado opinativo de la asociación Cuenca Abstracta en torno a la a su juicio nada satisfactoria conexión de nuestra capital con la estación del AVE y la poca o nula actuación de las instituciones para mejorarla en los diez años camino de los once ya transcurridos desde la llegada a nuestras tierras de ese medio de transporte. Pues bien, ya que de trenes hablamos, permítanme que de alguna manera una el vagón de mi comentario de hoy al digamos manifiesto de esta organización sin ánimo de lucro que con el declarado objetivo de contribuir a la promoción y el progreso de la ciudad echara a andar hace un lustro, en 2016, para decirles que, dejando aparte, por lo irremediable del asunto, mi absoluto convencimiento de la poca fortuna de la decisión en su día adoptada al aceptar que esa estructura ferroviaria se ubicara fuera del propio perímetro urbano conquense en vez de, cual siempre me pareció mucho más lógico, hacerlo en su interior adecuando para ello las instalaciones de la estación del tren tradicional, lo que a la ventaja evidente de evitar ese alejamiento y el consiguiente aumento del tiempo global de los viajes en un medio de transporte que precisamente tiene en la menor duración una de sus mayores ventajas, hubiera añadido la palpable funcionalidad –miel sobre hojuelas que hubieran dicho nuestros mayores– de su tan fácil comunicación con la aledaña de autobuses, aparte de ello, digo –y perdónenme el desahogo, pero es que el hecho aún me duele– que bien de acuerdo estoy que esa conexión ciudad-AVE que hoy penamos bien que dista de ser cual debiera, tanto en la practicidad de su uso como asimismo en su aspecto estético (un aspecto que no debiera ser considerado baladí en una población que tiene como una de sus mejores bazas su condición de enclave artístico-natural), y en consecuencia, de acuerdo estoy con la apelación que la citada asociación hace a nuestros representantes para que de una vez por todas, aunando esfuerzos y recabando complicidades, afronten su mejora. Y no se trata de acudir a soluciones fantasiosas y utópicas por claramente irrealizables, más en los tiempos que penamos, como aquel monorraíl del que se habló en su momento –no hubiera estado mal tampoco haber conseguido una conexión estación a estación mediante la vía férrea tradicional– sino de la doble mejora por un lado de las características del actual vial –incluso la posibilidad de su sustitución, total o en parte, por un nuevo trazado que lo acortara– y por otro, del horario y frecuencias del servicio de autobuses que lo atiende. Es tarea que requeriría sin duda tanto un buen y sólido planeamiento como, para su ejecución práctica, el acuerdo con otras administraciones y organismos, pero es objetivo que sin duda deben acometer nuestras instituciones empezando, desde luego, por más directamente afectada, por la municipal. Ojalá se pongan a ello.