Ciudad, verano y música culta
Donizetti, Rossini, Verdi… Presente está aún el reciente inicio el pasado fin de semana, el sábado en la Fundación Antonio Pérez con los espléndidos retratos de la muestra “Identidades” de José María Albareda como pictórica escenografía de fondo y el recuerdo homenaje al hace tan poco desaparecido Carlos Alcocer latiendo en la sala, y el domingo en la plaza de la Merced en sorprendente fusión de cine y música –“L’elisir d’amore” en atrevido pero resultón guiño con el travoltiano-olivianewtonjohnniano fílmico “Grease” de Randal Kleiser–, del Plenario de Ópera que la iniciativa QNK.Ópera –bien por Carlos Lozano y sus compañeros de aventura– ha conformado precisamente para estos días estivales y que incluye, además la ya séptima edición del Taller de Canto, Escena y Repertorio celebrado en la sede de la UIMP, los cinco conciertos programados a lo largo de todo este mes. Y con tal recuerdo aún fresco –pese al calor con el que el verano nos está estos días volviendo a recordar que es eso, verano, y perdonen el mal chiste– aquí tenemos también la ya a su vez ayer jueves inaugurada en la girola de la catedral, al son de los ecos musicales de las abadías inglesas del siglo XIII, cuarta convocatoria de Mirabilia –el aplauso en este caso para Miguel Ángel Albares y sus colaboradores–, una convocatoria dedicada a la música medieval que a más de esta propuesta inicial se va a acercar en sus citas posteriores a la catedral de Winchester y a las atractivas figuras históricas de Thomas Becket –en concierto decantación del curso de interpretación asimismo programado bajo el lema "Los sonidos de los Plantagenet"– y de Hildegard von Bingen, claras referencias uno y otra, aún cuando con significativas diferencias, de una espiritualidad a la contra de su preciso momento religioso, para poner su punto final con la celebración de las segundas Vísperas de la Asunción de María en un acto sacro que incluirá la interpretación de canto llano desde el gran facistol del Coro Capitular catedralicio. Una agenda desde luego más que atractiva –la presente y la ya cumplida en el pasado julio con el Festival Internacional de Música Antigua Semitonía y la actuación de la Joven Orquesta de Cuenca y la que también nos viene, desde junio, llegando y nos va a seguir llegando, albricias de nuevo, septiembre próximo incluido, con la continuada oferta de Música en la Catedral– y una agenda que hace que la música culta tenga su lugar, entre tantas otras propuestas de otro signo, musicales y no musicales, en la agenda veraniega conquense y hace de alguna manera realidad palpable y en este caso sonante –de nuevo perdón por otro deplorable chiste– ese eslogan en su día publicitado de “Cuenca ciudad para la Música” que nació por los tiempos de la apertura del Teatro Auditorio y del finalmente –¡ay! – nunca realizado aposentamiento en la ciudad de la sede permanente de la JONDE, manteniendo su oferta, la oferta de música culta de la ciudad, más allá de las super asentadas y consagradas Semanas de Música Religiosa.