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José Ángel García
José Ángel García
07/11/2021

Cavando nuestra tumba

Suena casi a título de película de catástrofes pero la frase, la rotunda frase –“estamos cavando nuestras propias tumbas”– proviene nada más y nada menos que del mismísimo secretario general de la ONU António Guterres en la ceremonia de apertura, el pasado 31 de octubre, de la  COP26, la cumbre internacional sobre el cambio climático, que va a seguir desarrollando sus trabajos en la escocesa ciudad de Glasgow hasta el 11 de diciembre; una cita –una más de las celebradas en torno a tan perentorio problema– que, acogida al paraguas de la organización mundial, persigue encarrilar la lucha contra el calentamiento global mediante las acciones en tal sentido de las casi doscientas naciones integradas en la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático de 1992 que establecía el más que demostrado hecho de que los gases de efecto invernadero que nuestra bendita humana especie viene emitiendo como consecuencia de nuestra cotidiana actividad contribuyen a ese cambio climático, y fijó el objetivo de que los firmantes redujeran sus emisiones.

La Convención ha ido sirviendo para que, primero, se aprobara en 1997 el llamado Protocolo de Kioto que ponía en funcionamiento a la propia Convención comprometiendo a los países industrializados a limitar y reducir las emisiones de gases de efecto invernadero de conformidad con las metas individuales acordadas y, después, que se adoptase el denominado Acuerdo de París que obliga a todos los países que se sumen al pacto a acometer recortes de sus emisiones de gases, unos recortes cuya suma debería ser suficiente para cumplir el que se señala como el principal objetivo de esta acción mancomunada: que el aumento de la temperatura media de nuestro planeta no supere los dos grados centígrados respecto a los niveles preindustriales y en la medida de lo posible que no rebase el uno y medio, algo sin duda más que urgente si tenemos en cuenta que ya estamos en un calentamiento de 1,1 grados, pese a lo cual los planes hoy por hoy en funcionamiento nos llevarían más allá de esa cifra, en concreto a un incremento de alrededor de 2,7 grados.

Es por ello que el mencionado Acuerdo de París establecía revisiones periódicas al alza, la primera de las cuales debería haberse realizado en 2020 pero se ha dilatado hasta ahora como consecuencia de la pandemia y el caso es que el último análisis realizado por la propia ONU nos señala que si bien los recortes previstos para 2030 son un 7% mayores ahora que con los planes anteriores todavía andamos lejos de lo que se necesita.

Es decir, dado que, y retorno literalmente a las afirmaciones de Guterres, “los seis años que han transcurrido desde el Acuerdo de París sobre el clima han sido los más calurosos registrados hasta la fecha” y que “nuestra adicción a los combustibles fósiles está empujando a la humanidad hacia el abismo” no cabe el menor asomo de duda ante el hecho de que “tenemos por delante una difícil decisión: o acabamos con ella o ella acaba con nosotros”.

Por lo tanto, “basta de maltratar la biodiversidad. Basta de matarnos a nosotros mismos con el carbono. Basta de tratar la naturaleza como un retrete. Basta de quemas, perforaciones y minas cada vez más profundas”. Más claro…

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