El “Casco” también para los vecinos

A la vez que atractivo principal y emblema mismo de la condición de Patrimonio de la Humanidad de la ciudad, la Cuenca histórica –“el Casco”, vamos, como solemos nombrarla cuantos en ella vivimos pero muy especialmente los vecinos en ella asentados– ha sido y continúa siendo, tanto por sus tan especiales y, reconozcámoslo, nada fáciles características arquitectónicas como por la añadida problemática de su condición de principal polo de atracción para nuestros visitantes, uno de los principales desafíos a los que se enfrenta nuestro capitalino urbanismo. Un desafío cuya resolución nos urge a todos los conquenses pero especialmente a quienes en ella asientan sus hogares y por ello son los más sufrientes, en su experiencia cotidiana, de las dificultades a las que día a día deben enfrentarse. Para tornar a ponerlas de manifiesto y urgir su resolución representantes de su Asociación vecinal mantenían el pasado martes encuentro con el alcalde para presentarle –a él y de paso también a los medios de comunicación y a su través a la opinión pública– a más de una petición genérica al ayuntamiento de que les escuche, les atienda y les conteste, una serie de reivindicaciones más que concretas para conseguir que, como han reafirmado insistiendo en lo tantas veces ya reclamado, cuando se piense en su barrio no se le piense tan sólo o tan predominantemente en relación al turismo y a la hostelería, sino –cual evidentemente debería y debe ser– pensando en ellos, en quienes en él tienen sus hogares, incluso mediante la aplicación de una discriminación positiva –ese término que ahora tanto se maneja–en su caso no sólo más que justificable sino, pero que de todas, todas, cuestión de estricta justicia.  Unas reivindicaciones que, apoyadas en la realidad de ese su sufriente día a día cotidiano, abarcan desde una más funcional reglamentación del  tráfico de vehículos –especialmente en el pandemónium de los fines de semana– y la priorización de las zonas peatonales, a las características y horarios  del servicio de lanzaderas y autobuses urbanos, pasando por la expansión, ordenamiento y limpieza de las terrazas de los establecimientos de restauración, el incremento del número y el cuidado de los elementos de recogida de residuos, la posibilidad de la ampliación de algún aparcamiento, la puesta de una vez en funcionamiento del ascensor de Zapaterías, el mantenimiento de pavimentos, escalones y escalerillas, el incremento de servicios dedicados a los más mayores y por supuesto –que corren los tiempos que corren, qué demonios– la instalación de la banda ancha de internet y el servicio de gas en toda la zona, así como la redacción de una normativa para poder instalar placas solares adecuada a sus especiales características arquitectónicas y patrimoniales. Todo un abanico, toda una tabla de propuestas y peticiones que sin duda son más que justas y por ello deben ir siendo prioritariamente atendidas, pero que ya, por el consistorio municipal y por el resto de las administraciones públicas cuya acción pueda incidir en ello.