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Un carrete al día

Hasta este articulista era joven por aquellos días, camino de la mitad de los setenta del pasado siglo, pero él –Pinós, José Luis Pinós– lo era aún más, más todavía aunque ya viniese siendo diaria presencia tanto gráfica como, también, escrita –el deporte en este caso como campo periodístico frente al informo de todo de su labor con la cámara– desde las páginas de aquel Diario de Cuenca al que aún tantos seguían nombrando como Ofensiva y en el que un entrañable y demasiado pronto desaparecido compañero de la Escuela de Periodismo y yo aterrizamos aquel verano. Y bien, bien que recuerdo su doble, incansable, entusiasta trajín del lugar de la noticia a la cámara oscura del prestado laboratorio en las instalaciones de los Salesianos, de allí a la vetusta redacción en el primer piso de la entonces aún nombrada como plaza del Generalísimo, de la redacción al tecleteo y olor a tinta en los bajos del edificio de las linotipias, para dejar testimonio, a golpe de palabra y de imagen, del día a día, de la memoria viva de una ciudad y una provincia auscultadas en su más cotidiano latir.

De “un carrete al día” hablaría, rememorando aquellos tiempos, muchos años después con ocasión de la exposición que bajo el acertado título de “El álbum de la memoria” se le organizara en 2016 en la Facultad de Periodismo de nuestro campus universitario, aunque yo diría que se quedó corto, que más de un día hubo, seguro, más de un carrete, que entre más de doce mil negativos de su amorosamente conservado archivo hubo de navegar el comisario de la muestra, el también fotógrafo Santiago Torralba, para escoger los que, especialmente para los alumnos del centro pero también para cuantos esos días a él se acercaron, esbozaban el panorama, entre 1974 y 1984, de la Cuenca del tardofranquismo y los primeros años de la Transición, desde aquellas primeras captadas con aquella Yashica Minister D  que fuera su primera cámara a las luego cazadas por su siempre atenta mirada con las que fue después manejando. Y todo ello sin hablar, que también hay que hacerlo, de tantas otras imágenes aparecidas en tantas otras pu-blicaciones tanto periodísticas –El Banzo, Gaceta Conquense, El Día de Cuenca– como litera-rias –tantas, por ejemplo, de la editorial Olcades– en paralelo a su nunca interrumpida labor de informador y comentarista deportivo tanto en las páginas impresas como en los medios radiofónicos y televisivos. 

Bien, desde luego, por tanto, más que bien, por esa decisión de los integrantes de la conquense Asociación de la Prensa de distinguirle con el Premio de Honor a la Trayectoria Periodística de este año, un galardón que viene a unir su nombre al de quienes –compañeros tan asimismo prestigiosos– le precedieron en el palmarés: Alfonso Víllora, José Vicente Ávila, José Luis Muñoz Ramírez, Aurora Duque, Paco Alarcón y Antonio de Conca.

Felicidades José Luis, por el galardón, y gracias, muchas gracias, además de por ese tu tan buen hacer, por tu amistad, generosidad y camaradería durante tantos años. Y permítanme, estimados lectores y lectoras, que envié también desde aquí mi enhorabuena a otra excelente compañera, Esther Palenciano, a la que la Asociación ha asimismo otorgado el este año creado Premio a la Consideración de la Labor Periodística por su trabajo al frente del gabinete de prensa de la Asociación Agraria de Jóvenes Agricultores, ASAJA, de Cuenca