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Un arquitecto

El pasado día 16 fallecía en Madrid Francisco Pol Méndez, uno de los arquitectos y urbanistas expertos en rehabilitación de espacios urbanos históricos de referencia de nuestro país sin que, que este articulista sepa, y si ando equivocado, mea culpa, la noticia fuera recogida por ninguno de los medios informativos conquenses. Y sin embargo Francisco Pol –Paco Pol– dentro de su amplia trayectoria profesional tuvo no sólo una especial y bastante duradera en el tiempo relación con nuestra capital provincial sino que dejó –ha dejado– en ella permanente impronta como autor, en 1996, de la muy cuidada reconversión del Edificio Palafox, hoy sede del Conservatorio Profesional de Música Pedro Aranaz, para que fuera sede del asentamiento entre nosotros de la Joven Orquesta Nacional de España, la JONDE, un proyecto que desgraciadamente no llegaría a realizarse, en ejemplo práctico de su mantenido interés y dedicación a la arquitectura y el urbanismo de las ciudades históricas. Pero además de esa remodelación Pol había ya mantenido y seguiría manteniendo una especial presencia en nuestro devenir urbano: si ya al comienzo de los años ochenta había sido integrante del equipo que redactara una interesante propuesta de rehabilitación del Barrio de San Martín, propuesta que tampoco, desafortunadamente, tendría luego ni efectos ni realización práctica pero que quedo perfectamente documentada en el volumen “Cuenca edificada” editado por el Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid, posteriormente seguiría presente en la agenda cultural conquense con su labor como director de los Cursos Internacionales de Rehabilitación Urbana que durante diez años, entre el final de los ochenta y los primeros noventa del pasado siglo, trajeron a la sede en nuestra ciudad de la UIMP a lo mejor de lo mejor de los estudiosos nacionales e internacionales de la contribución de la arquitectura y el diseño contemporáneo a la valorización de los centros urbanos históricos, una tarea nada ajena por otro lado a su propio quehacer profesional como director de Planes Especiales como los de Oviedo, Gijón, Valladolid, Huesca, Huelva o Ciudadela o de programas de rehabilitación de áreas en los barrios populares de  la Plaza Mayor madrileña Madrid y su entorno o el conjunto de Platerías-Catedral en Valladolid, en paralela alternancia con una constante actividad académica en Escuelas de Arquitectura, seminarios y masters especializados en España y en el extranjero en una trayectoria que en los últimos años le había llevado a interesarse crecientemente por los nuevos campos proyectuales para la valoración de los paisajes urbanos, habiendo dirigido el Plan Director para la Calidad del  Paisaje Urbano de Madrid, aprobado en 2009, y recientemente los Planes Directores para cualificación del espacio público y para la activación y calidad residencial del casco antiguo de Cáceres. Premio Nacional de Urbanismo, Premio ANCSA (la Asociación de Centros Históricos de Italia, un país con cuya cultura tuvo siempre una especial relación), Premio Comité Medio Ambiente OCDE y tantos otros reconocimientos, Francisco Pol, fue, como protagonista de un hacer caracterizado –como ha subrayado con motivo de su óbito el ex-decano del Colegio de Arquitectos de Madrid y patrono de su Fundación José María Esquiaga– “por un enfoque crítico y siempre creativo en la búsqueda y hallazgo de soluciones”, sobre todo, siguen siendo palabras textuales de Esquiaga, “en  definitiva: un arquitecto.” Un arquitecto a cuya memoria Cuenca debe sin duda un más que obligado agradecimiento.