Una actuación necesaria y urgente

Pese a ser –en palabras de quien sin duda es su mejor estudioso contemporáneo, el historiador del Arte Pedro Miguel Ibáñez– una obra maestra de la arquitectura hispana dieciochesca y como tal pieza fundamental del catálogo patrimonial de nuestra capital provincial, la Iglesia de la Virgen de la Luz ha sido dada de lado de continuo por los diseñadores de los itinerarios turísticos de la ciudad que, en gran medida rutinarios, la han olvidado y la siguen ignorando a la hora de conformar su oferta, y en buena medida también por el propio interés de la ciudadanía conquense salvo en esos determinados momentos en los que el calendario festivo enmarca en ella alguna de sus celebraciones cívico-religiosas. Quizá por ello, y pese a su declaración como Bien de Interés Cultural  y a tener como propietario al mismísimo Ayuntamiento capitalino, su mantenimiento no ha recibido tampoco la atención necesaria y permanente que indudablemente merece, como hace más o menos año y medio, en junio en concreto de 2021, venía a poner bien de manifiesto su inclusión por la Asociación Hispania Nostra –alarmada por la situación de deterioro de su interior arquitectónico que, señalaba, amenazaba desprendimiento, y particularmente  por el estado “lastimoso, con grave peligro de perderse” de las pinturas murales que la decoran– en su Lista Roja del Patrimonio, denunciando con ello una indeseada situación que hace tan solo unos días volvía a quedar más que patente con los desprendimientos que el pasado 25 se producían en su fachada obligando a la intervención de los bomberos y al balizado de la correspondiente área de la acera. Ojalá que ese proyecto de rehabilitación al parecer ya en desarrollo cuya conclusión la Corporación municipal ha pedido al Consorcio de la Ciudad –según sus responsables “con insistencia” – que se produzca lo antes posible y que desde luego vaya si no es más que de necesaria y urgente realización, además de posibilitar que los correspondientes trabajos comiencen lo más rápido posible, marque, más allá de su propia pronta acción reparadora, el inicio de un no intermitente ni esporádico sino continuado proceso de recuperación completa del legado artístico y monumental del templo que a su vez lleve asimismo a su inclusión en la oferta turística de la ciudad como la obra maestra que es, cabeza además de un asimismo más que apreciable conjunto –y recurro de nuevo a las consideraciones al respecto del profesor Ibáñez–  del  mejor barroco dinámico español en el que cabe contar con las iglesias de Santiago y la Concepción Franciscana o con capillas como, por ejemplo, la del Pilar en la Catedral, que bien podría conformarse como otra ruta, con relevante personalidad propia, a disposición de nuestros visitantes.