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“Tras ‘Un violador en tu camino’, mucha gente rompió el silencio sobre historias de abusos”

LASTESIS, el grupo de mujeres chilenas creador de una performance que dio la vuelta al mundo, reflexiona en el Campus conquense sobre el papel que puede jugar el arte en el feminismo
“Tras ‘Un violador en tu camino’, mucha gente rompió el silencio sobre historias de abusos”
Fotos: Saúl García
04/03/2023 - Dolo Cambronero

La performance ‘Un violador en tu camino’ se convirtió en un grito de guerra en manifestaciones feministas de todo el mundo. Su lema, algo obvio que parece que no lo es tanto: ‘La culpa no era mía, ni dónde estaba ni cómo vestía’. Sibila Sotomayor, Dafne Valdés y Paula Cometa, del grupo LASTESIS, creador de aquel himno, han defendido el papel transformador de las artes en el Campus conquense, donde impartieron un taller y una ponencia en la facultad de Bellas Artes.

¿Qué papel puede jugar el arte en la difusión de las teorías feministas?

Lo tomamos como una herramienta de difusión, una estrategia, un arma de resistencia y lucha que en nuestro caso encuentra además una base que es el cuerpo porque trabajamos desde la performance, desde las artes escénicas. Intentamos combinar distintos lenguajes. Creemos fervientemente que las artes tienen un potencial transformador a nivel social, cultural y político. Consideramos que desde ese lugar se puede movilizar, originar ciertos cambios o instalar una idea. Tampoco tenemos pretensiones de cambiar el mundo aunque ojalá. Con llegar a una persona con un mensaje y le quede una pequeña idea dándole vueltas en la cabeza, eso ya es bastante porque movió algo. La utilización de las artes como herramienta de lucha es a la vez nuestro trabajo creativo porque somos artistas escénicas.  

Es una manera de llegar a más gente más allá del ámbito académico. 

Tal cual. Permite llegar a personas que no se van a sentar a leer un libro de teoría feminista. Pero si estás viendo nuestro trabajo, te llevarás alguna idea. Supone salir de la hegemonía de la palabra. Creemos que las artes tienen esa potencia.

¿Cómo surge la performance ‘Un violador en tu camino’?

Nosotras estuvimos trabajando en 2019 en torno a la violencia sexual con una performance a pequeña escala, que es lo que nosotras hacíamos y seguimos haciendo a veces. Y nos inspiramos en ideas de Rita Segato y con cifras de la realidad de Chile sobre esto, las oficiales y no oficiales, que siempre distan mucho. Vimos que cada 25 minutos se producía una violación en nuestro país. También analizamos el tratamiento mediático de revictimizar o culpabilizar a la víctima y de proteger a los agresores. Fue un trabajo bastante largo. Y a partir de esto, uno de los insumos que salen es una canción, la síntesis de estas ideas que estábamos trabajando. La creamos para una performance que se estrenaba en octubre de 2019 pero Chile estalló y suspendimos. En el contexto de la revuelta, adaptamos esa canción a una intervención callejera agregando esta coreografía y generando una convocatoria abierta. Nosotras, en Valparaíso, estábamos alejadas de los circuitos oficiales. En la primera convocatoria, éramos unas 50 personas y para nosotras era muchísimo. A la semana, ya eran miles en Santiago. Son esas cosas que no te esperas pero suceden. Lo terrible es que demuestra que la violencia sexual es un tema transversal. Hay una gran deuda a nivel cultural, político, legal… con esta cuestión. Pero también nos muestra que una performance, utilizando el cuerpo ocupando el espacio público con mujeres pero también con disidencias sexogenéricas, puede mover las cosas y transcender. Después de esto, muchas personas rompieron el silencio en torno a historias de abusos. Pero es algo que nunca podríamos haber imaginado. Trasciende a nuestro colectivo; tiene que ver con todas las personas que se han autoconvocado para hacer propio este trabajo y eso está muy bien. A eso incentivamos.

Recibieron un gran apoyo pero también mensajes de odio en redes sociales, denuncias... 

Ha sido complejo. Por un lado, tuvimos un apoyo colectivo muy grande. Nosotras nos sentimos acompañadas por mujeres y disidencias en distintas partes. Nos sentimos parte de una red mucho más grande, subterránea quizás pero que está ahí y es muy activa. Pero por otro, también nos tocó lidiar con la persecución policial, con la vigilancia, con el odio en redes. Hubo personas que promovieron la violencia contra nosotras y también hubo denuncias de la policía. Esa parte ha sido bien dura. La gente piensa: ‘Ustedes son tan valientes y no les da miedo nada’. Y yo les digo: ‘A veces he hecho en la calle ‘Un violador en tu camino’ con una crisis de pánico’. Tenemos muchas cosas en contra. Declararse públicamente como activistas feministas y acusar al Estado, a la policía, a los jueces, al presidente… ha tenido consecuencias negativas para nosotras pero nos hemos apoyado en la colectividad. 

“En Chile, en los medios de comunicación muchas veces se culpabiliza a las víctimas de violencia sexual. Es imposible que sea tu culpa que tu vecino decida matarte. A los medios les hace falta una óptica feminista”

¿Cómo deberían tratar los medios de comunicación los casos de violencia sexual? 

En Chile, en general, en los medios muchas veces se culpabiliza a las víctimas. Por ejemplo, hay un caso terrible del femenicidio de una mujer embarazada de ocho meses que estuvo desaparecida un año y luego la encontraron enterrada en la casa del vecino, que siempre fue el principal sospechoso. En televisión, cuando hablaban del caso, sacaban fotografías que había subido a sus redes sociales privadas en las que se veía linda o con un escote pronunciado. Eran fotos que de alguna manera promovían que las personas pensaran que ella se expuso. Es imposible que sea tu culpa que tu vecino decida matarte. Eso lo observamos en muchos casos. Subyace la idea de que la víctima se lo buscó. Y en cambio, los agresores, en general, son muy protegidos, no se muestra su rostro y se dan las siglas de su nombre. En Chile es lo que sucede. Eso sumado a un sistema legal en el cual es tu palabra contra la mía. Una puede haber sido víctima de violencia sexual y denunciar, y que le denuncien de vuelta por difamación. Hay un tema sistémico y patriarcal que revictimiza y culpabiliza más que buscar reparar una injusticia. Es un problema social. Hay un sistema patriarcal que promueve esa cultura de la violación.  Pero eso no es nuevo en un país como el nuestro. Con el pasado dictatorial que tenemos, se generó una política de la impunidad. Es transversal y está en todo. Los medios terminan reproduciendo esa estructura que es muy dañina en vez de abordar esto con una perspectiva de género. También se tiende a patologizar al violador, a decir que era un hombre enfermo, con problemas, desviado. Por ejemplo, un medio que aborde un caso de violencia sexual puede aprovechar para decir que no es un problema individual. A los medios les hace falta una óptica feminista.

En relación con los feminismos, hablan de un sujeto múltiple. 

Sí, no solo las mujeres están sujetas a distintas opresiones. Si hablamos de una multiplicidad de los sujetos, sujetas, sujetes del feminismo, nos referimos no solo a las mujeres cisgénero, sino también a las mujeres trans, a los hombres trans, a las personas no binarias, a las de género fluido, a lesbianas, gais, bisexuales… Hay una lucha conjunta. A eso nos referimos cuando hablamos de disidencias. Ese concepto no se usa tanto en España, aquí se habla más de diversidad. De hecho, hay activistas disidentes que han inspirado nuestro trabajo. En Latinoamérica hablamos de disidentes de un sistema de sexo/género. Creemos en esa lucha conjunta con estas disidencias y a eso se le suman las dimensiones de raza, de clase social... Eso se posicionó en la primera y segunda ola de los feminismos pero ya vamos por la tercera o cuarta y nuestra realidad ha cambiado y son muchos más los puntos en común que tenemos que las diferencias. No entendemos que haya personas que insistan en homogeneizar o esencializar incluso a la mujer. Creemos que también hay una postura que se termina volviendo bastante violenta contra esas personas que sí tienen un lugar en los feminismos. 

¿Qué otros proyectos tienen?

Hemos publicado varios libros como Quemar el miedo. Un manifiesto y Antología feminista, en la que compilamos algunas figuras esenciales dentro de los feminismos y de distintos periodos. Y el año pasado lanzamos Polifonía feminista, un libro objeto collage con ensayos, poemas, testimonios, códigos QR que te derivan a canciones grabadas  por nosotras. Ese libro se articula con la performance que estamos creando ahora, que se llama ‘Canciones para cocinar’. Hicimos un avance y pretendemos estrenarla en junio. Es una puesta en escena que vincula el cuerpo, lo visual, lo sonoro y esta vez con esta dimensión musical un poco más presente. Es un diálogo entre el libro y la performance.