“Esta novela no pretende dar lecciones pero sí abrir puertas”

Después de cuatro poemarios y dos libros de relatos, Teresa Pacheco Iniesta, debuta en el género de la novela con Te guardaré el secreto, una historia que nace de un gesto cotidiano y desemboca en un terremoto íntimo que lo cambia todo. La autora conquense, natural de Las Pedroñeras y afincada en Madrid, pone en juego su capacidad para captar las emociones que no se nombran, el afecto que no se pide, los secretos que se enquistan y el peso silencioso de la rutina.
Desde el humanismo que la caracteriza, esta escritora, enfermera y abogada reflexiona en conversaciones con Las Noticias sobre la escritura como necesidad vital, de la vinculación con su tierra, del lugar que ocupa la literatura, de sus retos y próximos proyectos.
Tras una amplia trayectoria en relato y poesía, llega ahora su primera novela. ¿Qué la llevó a dar este salto?
Pues sinceramente, yo me considero cuentista y aprendiz de poeta, y me ha llevado a escribir esta novela el hecho de que muchos lectores me pedían que alargara los relatos, que no terminara tan pronto las historias. Me decían que cada uno de ellos podría dar lugar a una novela. Y aunque no creo que la novela sea un género “mayor” frente al cuento o la poesía, sí es verdad que me dejé llevar por esa insistencia. Me puse a ello y lo cierto es que he disfrutado mucho escribiéndola. Me ha hecho feliz.
¿Cómo nació la historia? ¿Fue primero la protagonista, el contexto histórico o la trama?
Quise escribir la historia de una mujer que, teniendo aparentemente una vida plena, se siente vacía. Tiene trabajo, familia, una hija, pero le falta algo esencial: afecto. Y ese afecto no lo pide, porque da por hecho que le corresponde recibirlo, igual que ella lo da sin medida. Un día, agobiada por el estrés, decide no ir a trabajar y ese gesto provoca un vuelco en su vida que nunca hubiera imaginado. Quise hablar del malestar inexplicable, de ese dolor sordo que a veces no sabemos de dónde viene. La verdad es que solo tenía claro el principio y el final. Todo lo demás lo decidieron los personajes. Me encerraron (bromea) y la novela se fue escribiendo empujada por el deseo de los protagonistas de verbalizar sus catarsis.
En ‘Te guardaré el secreto’, el lector acompaña a la protagonista en un proceso de transformación personal. ¿Qué busca transmitir a través de su evolución?
Invitar a mirar de frente los propios pozos, a no idealizar los cambios bruscos y a reconocer la felicidad en lo cotidiano. La vuelta a lo esencial, a lo propio. A veces perdemos de vista realidades que tenemos en frente y no vemos cosas que nos pueden hacer felices. La novela no pretende dar lecciones, pero sí abrir puertas.
La novela mezcla lo personal con lo histórico. ¿Qué peso tienen los hechos reales en el desarrollo del libro?
Mucho. Aunque los personajes son de ficción, están incardinados en un contexto muy concreto: el año 2009. Ese año fue especial. Por primera vez hubo un presidente negro en Estados Unidos; también estaban en el poder dirigentes como Lula, Mujica o Evo Morales, que venían del sindicalismo o de comunidades indígenas. Había una sensación de que era posible construir un mundo más justo. Uno de los personajes viene de un país donde eso no ocurre, y esa tensión es fundamental en la trama.
El humor tiene también un papel importante...
Sí, claro. Hay un personaje, Verónica, que es puro optimismo. Verónica y Raquel coinciden en que ambas se toman un día libre, aunque por motivos muy distintos. Eso provoca confusiones que añaden un punto de misterio, pero sobre todo humor. El humor suaviza y equilibra. Verónica es de esas personas que alegran la novela.

¿Qué retos le supuso escribir una novela frente al relato corto o la poesía?
Principalmente, el tiempo. Tardé mucho porque se me fueron colando otros libros entre medias. Además, la novela exige una concentración sostenida. Hay que tener tiempo, energía, ausencia de estrés, y eso no siempre es fácil. A diferencia de la poesía, que puede surgir de un fogonazo, la novela necesita muchas horas. Hay que cuidar la coherencia temporal, el rigor con los datos históricos. Exige atención y respeto por el lector.
Desde que publicó su primer libro hace una década, ¿en qué siente que ha evolucionado como escritora?
Pues al principio escribía sin pensar en publicar, y probablemente eso se nota. Ahora, una vez sabes que lo que escribes puede llegar al lector, cuidas más el estilo, las formas, la veracidad. La responsabilidad es mayor. Eso te constriñe un poco porque sabes que la gente espera de ti una mayor calidad, pero también te hace mejorar.
¿Cómo está siendo la reacción y aceptación de la novela por el público?
Pues, con mucho pudor lo digo, pero muy bien. Me están llegando mensajes muy positivos, incluso pidiendo una continuación. Los lectores me dicen que escriba otra, que dé continuidad a esta historia. Aunque no creo que vaya a ser el caso, me alegra mucho esa reacción. Además, el editor me ha confirmado que la primera edición está casi agotada y que hay muchos pedidos, tanto de librerías como de particulares. Así que no va mal del todo la cosa.
¿Dónde se puede comprar Te guardaré el secreto?
En cualquier librería de España se puede pedir, y también está disponible en Amazon, tanto en papel como en formato digital. Además se puede adquirir a través de la editorial Diwan.
Es la séptima publicación de la autora. Hace apenas un mes que está en la calle y la primera edición está casi agotada
Forma parte de la Asociación de Escritores de Castilla-La Mancha y de la de Cuenca ¿qué papel tienen en el sector?
Son fundamentales. Asociarse multiplica las posibilidades de ser escuchados por las instituciones. Individualmente cuesta más. Y creo que en literatura, como en otros ámbitos, la unión hace la fuerza. Las asociaciones permiten visibilizar el trabajo colectivo y acceder a apoyos públicos.
En este mundo tan digital e inmediato, la literatura goza de buena salud...
A mí me sorprende gratamente. Quien tiene interés, tiene mucho. Hay jóvenes que leen y escriben con una pasión admirable. Las redes a veces los desvían, sí, pero también pueden ser una puerta. Y hay un movimiento literario joven muy potente, incluso en un género como la poesía, que podría parecer menos cercano. Hay muchos jóvenes muy buenos escribiendo.
En todas sus presentaciones hace gala de su pueblo. ¿Qué representa tanto a nivel personal como literario?
Mi pueblo ha conformado mi forma de ser, mis aspiraciones, mis ilusiones... todo viene de mi pueblo. Yo lo adoro y hago gala de ello continuamente. Desde que publiqué mi primer libro he regalado ajos morados de Las Pedroñeras en cada presentación. Desde hace muchos años participo en la Feria del Libro de Madrid y algunas otras ferias importantes de España y siempre van mis ajos conmigo, y si no los admiten no voy. El ajo es nuestro producto estrella, del que vive casi todo el pueblo. Yo crecí entre ajos, trabajé en las viñas, y eso me ha hecho como soy.
Un gesto que se ha convertido ya en firma ¿cómo surgió?
No lo planifiqué. Pensé que si algún día llegaba a ser escritora quería que el mundo supiera de dónde venía y qué se cultiva en mi tierra. Que si algún día se hablaba de mí, también se hablara de Las Pedroñeras y de sus ajos.
“Desde que publiqué mi primer libro he regalado ajos morados de Las Pedroñeras en cada presentación”
¿En qué proyectos está trabajando actualmente?
Tengo un poemario ya terminado y un libro de relatos en marcha. Ambos giran en torno a la enfermedad, especialmente la curable, como los trasplantes. Es un tema que me toca muy de cerca por mi primera profesión de enfermera, que me ha marcado mucho –sigo diciendo que soy enfermera antes que abogada–. Aún no sé cuál publicaré antes. Están bastante avanzados, pero no tengo fechas y tampoco quiero agobiar publicando demasiado seguido.
¿Habrá más novelas?
Pues no lo sé. Si sé que no voy a dejar de escribir relatos aunque intente de nuevo escribir novela, que he de decir que ha sido una experiencia muy gratificante. Y mucho menos voy a dejar de escribir poesía porque es en realidad ella quien me escribe a mí y me empuja a seguir cuando el mundo me desborda. No puedo darle la espalda.
Ahora ya jubilada, supongo que la escritura ocupa el lugar que siempre ha querido...
Sí. Yo dejé de trabajar por decisión propia. Desde los 12 años he querido dedicarme a escribir, pero no lo hice por falta de valentía o por las circunstancias. Ahora, por fin, puedo dedicarme a ello sin excusas. Y aunque mis dos profesiones me han hecho muy feliz, ahora siento que ha llegado el momento de escuchar del todo a esa voz interior que siempre me acompañó. No he encontrado aún mejor plan que abrir un libro y mudarme de realidad, si además lo escribes, plasmas tus sentimientos e inquietudes y con ello consigues emocionar al lector, la vida tiene un sentido diferente.
