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“El público que viene al teatro ahora está mucho más vibrante”

La actriz conquense se sube a las tablas del Teatro María Guerrero de Madrid hasta el 4 de octubre con Otoño en abril, obra en la que se exploran las relaciones familiares y la maternidad
“El público que viene al teatro ahora está mucho más vibrante”
Beatriz Grimaldos (segunda derecha) y sus compañeras de reparto, en una de las funciones de ‘Otoño en abril’. Foto: Bárbara Sánchez Palomero
27/09/2020 - Dolo Cambronero

Para Beatriz Grimaldos (Cuenca, 1983), septiembre es siempre el mes de los reencuentros tras el parón veraniego. Sin embargo, este año lleva desde mediados de agosto encerrada en casa sin ver a nadie para minimizar riesgos frente a la Covid-19. Si se contagiase o estuviese en contacto con algún positivo, tendría que guardar cuarentena y habría que interrumpir las funciones de Otoño en abril, obra escrita y dirigida por Carolina África en la que la actriz conquense da vida a una madre primeriza que regresa al hogar materno y que se está representando en Madrid en el Centro Dramático Nacional hasta el 4 de octubre. “Es un regalito de la vida. No todos los días se actúa en el Teatro María Guerrero”, celebra.

Forma parte del reparto de Otoño en abril, una especie de continuación de Verano en diciembre. ¿Qué ofrece esta nueva obra?
Las dos abordan el universo familiar. Hablan de la familia con mayúsculas y de las relaciones que se desprenden. En Verano en diciembre teníamos a la madre con las cuatro hermanas. Aunque en escena solo se veían tres porque la cuarta vive fuera del país y a la abuela. Y en Otoño en abril, Carolina África, la dramaturga y directora de la obra, va a sumar una generación y en el lugar de la abuela, está la pequeña Abril, que es la bebé que da a luz mi personaje y que servirá para explorar el universo de una madre primeriza que decide ser madre soltera. Aunque esta obra es continuación de la anterior, no es necesario ver la primera para poder entender la segunda. Cada una tiene una entidad propia. Aunque también es recomendable ver Verano en diciembre porque ver a La Belloch Teatro, que es la productora de las dos, siempre es una delicia. En Otoño en abril, el espectador se va a encontrar con la historia de una familia en la que hay anhelos, ilusiones, miedos, soledades, inseguridades y decisiones vitales. Y, en mi caso, una que tiene que ver con la maternidad.

¿Cómo es Alicia, su personaje?
Es una pintora que se dedica sin mucho éxito a la pintura y que sobrevive dando clases a adolescentes. Es una mujer de carácter pero con mucha sensibilidad. Para mí, es la oveja negra de la familia, no encaja del todo. Mi personaje va a dar a luz a su primera hija en un parto complicado y de manera prematura. Y las primeras semanas, se va a ir con su hija al hogar materno, donde vive también la hermana, buscando el calorcito de la familia que tanto se necesita en esos momentos. Pero la vuelta no es siempre lo que uno anhela y se va a encontrar con dificultades, además de las de la propia maternidad y con todas las contradicciones que conlleva y que le van a golpear muy duro. Alicia tiene que ver mucho con Carolina África, es un poco un alter ego de ella, que también ha sido mamá, y la obra tiene muchos puntos de autoficción. Es un personaje que escribió desde su experiencia real.

¿Qué le está enseñando este personaje?
Lo que más me ha enseñado es a abrazar las contradicciones como parte fundamental de la vida. Aceptarlas y abrazarlas es necesario para poder seguir viviendo en paz.

Mi personaje me ha enseñado a abrazar las contradicciones como parte fundamental de la vida. Aceptarlas es necesario para poder seguir viviendo en paz “El público que viene al teatro ahora está mucho más vibrante”

Reconoce en este personaje cosas que le pasan a mujeres cercanas o a usted?
Sí, por supuesto. Una de las claves de los textos de Carolina África es que siempre cuentan historias reales, con un lenguaje muy directo y muy cercano con el que es muy fácil identificarse. La obra tiene dos pilares: el universo familiar y la maternidad. No soy madre y ese pilar no me toca directamente pero sí conozco a amigas que se han visto tremendamente reconocidas en esta obra como madres primerizas. Además, la directora presenta una fotografía mucho más completa de la maternidad de la que nos suelen contar. Mi personaje dice en la obra: ‘Nos cuentan que la maternidad es un bebé precioso en los brazos pero nunca te hablan de las cicatrices, de las horas sin dormir, de los llantos, las cacas, más llantos, más cacas... Tengo miedo de no saber qué hacer todo el rato’. Esas inseguridades, esos miedos, esos fantasmas que te asaltan en contradicción con un amor profundo hacia el bebé, las sabe reflejar muy bien en la obra. Esto me resuena por personas cercanas. Lo que sí me toca directamente es el universo familiar. En mi familia somos tres hermanas y hay situaciones con las que me siento totalmente identificada con lo que Carolina nos cuenta.

Los cinco personajes son mujeres. ¿De qué manera está presente el hombre?
Está presente, a veces de una manera más transversal y otras, más periférica. Son cinco mujeres pero no quiere decir que el hombre no se sienta interpelado. Siempre he peleado por hacer ver esto. Si una obra está protagonizada por cinco hombres, parece que habla de temas universales. Nadie preguntaría qué lugar ocupa la mujer. Las mujeres damos por hecho que nos vamos a sentir interpeladas. Pero al ser cinco mujeres, parece que la obra va sobre el universo femenino. Pero los hombres también se pueden sentir identificados con el universo familiar.

La pregunta no iba con esa intención...
Con Verano en diciembre, una pregunta que le hacían a Carolina era: ‘¿Por qué solo escribes para mujeres?’ Esa pregunta no se le hace a los hombres. Si no están ellos, sale esa ausencia. Nos tenemos que acostumbrar a que puede haber cinco mujeres hablando de cosas que nos interpelen a toda la sociedad. Pero claro que ellos están presentes. En mi caso, me quedo embarazada de un hombre casado, que no se hace cargo aunque yo decido seguir adelante. También está nuestro padre fallecido, que sale por ahí deambulando.

¿Cómo es el teatro de la era Covid-19? ¿Cómo está acogiendo la obra el público?
Está siendo difícil. Mi agradecimiento máximo por poder hacer teatro en los tiempos que corren. Lo estamos viviendo como un mal sueño. Más allá de protocolos de protección, ensayos con mascarillas, toma de temperatura, aislamiento social... por ahora estamos consiguiendo representar la obra aunque para menos gente de la que nos gustaría porque el aforo está reducido y la gente tiene miedo. Aunque la cultura, más segura, imposible porque hay protocolos en todos los teatros. Eso sí, notas que la gente que va está mucho más vibrante. El público reconoce el valor de que podamos estar ahí compartiendo ese momento mágico que es el teatro con todo lo que ha pasado. Pero es extraño no darte un abrazo ni un beso con nadie al terminar. El día del estreno, nos hicieron una gran ovación al salir, todo el mundo aplaudiendo. Como que los abrazos se sustituyeron por el aplauso. No puedes abrazar a la gente cuando terminas un trabajo de comunión con el otro pero luego vas a los bares y está todo el mundo hablando a medio metro de distancia y sin mascarillas.

El mundo de la cultura ha lanzado un grito de ayuda, ‘Alerta Roja’, por su difícil situación debido a la pandemia. ¿Cómo está afectando al teatro?
De una manera dramática y muy drástica. Si la profesión ya era incierta, ahora... El problema es la fragilidad. Si yo estoy en contacto con alguien positivo, deberé guardar cuarentena y no podré hacer la función en 15 días y me cargo a la compañía. Trabajamos por temporadas y si esta se nos cae, se nos rompe todo. Y esto afecta a todo el que forma parte del mundo de la cultura. Los actores y actrices solo somos la parte visible pero hay muchos detrás. Son tiempos difíciles y hay medidas que no acabamos de entender. Se reduce el aforo en el teatro pero el metro está lleno y los bares también. Mi deseo es que a la cultura se le dé de verdad el lugar que le corresponde. En cuarentena hemos visto que necesitábamos leer libros, escuchar música y ver películas para alimentar el alma. Que no se nos olvide para colocar a la cultura donde corresponde y tomar medidas más acordes con la importancia que tiene en la sociedad

Interpretar es aprender a reflexionar más allá de tus categorías de pensamiento. Significa pegarte un viaje hacia los entresijos emocionales del personaje
“El público que viene al teatro ahora está mucho más vibrante”

¿Cómo llegó al mundo del teatro?
No sé qué responder. A veces tengo la sensación de que es la vida quien me ha puesto aquí sin yo darme mucha cuenta. Otras veces digo que, con ocho años, en Cuenca, en 2º de EGB hice una obra de teatro en el colegio e interpreté un montón de personajes y creo que me picó el gusanillo. Fue una conexión grande con algo que me hacía latir. Pero no sé muy bien. Hace cuatro o cinco años decidí dejar la universidad en la que estuve ocho años trabajando, compatibilizándolo con las tablas. Y decidí que me iba a dedicar única y exclusivamente al teatro. Y desde entonces, aquí estoy peleando y disfrutando a día de hoy de un sueño cumplido que es actuar en el Centro Dramático Nacional, en el Teatro María Guerrero, con una obra maravillosa de Carolina África, que es una de las autoras más relevantes del panorama actual.

¿Qué significa ponerse en la piel de otros personajes?
Es mucho aprendizaje. Es atreverte a hacer cosas que no harías en tu vida normal, aprender a reflexionar más allá de tus propias categorías de pensamiento para entender a ese otro al que le estás poniendo voz y cuerpo. Para mí, significa pegarte un viaje hacia los entresijos emocionales del personaje.

¿Qué otros proyectos tiene en mente?
Tengo en gira otros dos proyectos. Uno es Solo un metro de distancia, de Antonio C. Guijosa. También estamos cuatro mujeres en escena y aborda el abuso infantil. El año pasado estuvimos programados y, si la Covid lo permite, ahora empezamos la gira en octubre. También está de gira Europa, los tutelados, basado en un texto de la Premio Nobel Elfriede Jelinek y dirigida por Mikolaj Bielski. Habla sobre el tema de los refugiados. Y también voy a empezar un nuevo proyecto, Guantes de Barro, escrita y dirigida por Jorge Mayor, que espero que podamos estrenar en marzo del año que viene. Es todo teatro. Ojalá que salga algo de tele pero estoy muy contenta con estos proyectos.

También se ha dedicado al mundo de la cooperación internacional. ¿Sigue vinculada o tiene algún proyecto?
No tengo ningún proyecto pero sigo vinculada con Sodepaz, organización que trabaja en muchos países para levantar a los pueblos oprimidos. Este mundo me hizo tener muy presente la necesidad de cambio y transformación hacia otros mundos posibles. Y, con el teatro, tengo la sensación de que, al contar determinadas historias, de alguna manera estoy contribuyendo a que este mundo sea cada vez un poquito mejor, más equitativo y más justo. Esto es lo que me ha quedado del mundo de la cooperación.