“Los poemas son una creación compartida entre escritor y lector”

Dice que siempre lleva un cuaderno encima en el que va apuntando las ideas que le surgen. “La mayor parte no sirven para nada”, bromea José Ángel García (Madrid, 1948), afincado desde hace décadas en Cuenca.
Pero hay otras que sí merecen la pena y acaban transformándose en poemas como los que aparecen en su nuevo libro, un volumen doble que incluye dos poemarios: No le busques cinco pies a un verso y Ni un blues más, en los que el periodista, poeta y miembro de la Real Academia Conquense de las Artes y las Letras (RACAL) juega con diferentes estructuras e instantes.
¿Cómo surge este libro?
Últimamente edito con Vitrubio y la editorial me dijo que publicáramos un nuevo libro porque sabe que en el cajón siempre tengo cosas. Y mandé dos poemarios para que escogieran uno pero me propusieron publicar los dos juntos. Son muy distintos sobre todo formalmente y probablemente también en el planteamiento. Los poemas de No le busques cinco pies a un verso son más largos y están trabajados de una manera muy diferente. Los de Ni un blues más son más cortos, mucho más concentrados.
¿Cómo es No le busques cinco pies a un verso?
Juega con la ironía, una de las corrientes con las que trabajo mucho. No me gusta repetirme ni centrarme en una sola posibilidad expresiva. Voy alternando. En el primer poemario también juego con una serie de clichés lingüísticos. Muchos de ellos tienen una estructura formal que te puedes encontrar en tu correo o en los medios de comunicación. Por ejemplo, esas invitaciones con las que te regalan una cosa para que vayas y compres otra. Uno de los poemas está construido formalmente así. Y otros, como una normativa de concursos, una crónica social y una crónica periodística sobre unas elecciones. Otro poema tiene por nombre Alquílase un sentimiento, como si fuera un anuncio. Los protagonistas no son personajes reales ni físicos sino que son la voluntad, la memoria, el amor, la vergüenza, la nostalgia... Y están metidos dentro de ese marco. Me ha gustado mucho jugar con ello trascendiendo esa estructura formal para hacer crítica a nuestra propia vida o a otras cosas.
¿Y Ni un blues más?
Es más intimista, mucho más cercano. En los últimos tiempos juego con un difícil equilibrio entre el aforismo, el haiku y la poesía del instante. El segundo poemario recoge sobre todo instantes. Hay algo que ha protagonizado la mayor parte de mis libros, que es el paso del tiempo, y el juego entre la memoria, la palabra y el tiempo. En este poemario plasmo instantes recreados a través de la palabra. Muchos de ellos son reales o una impresión. Por eso digo que a veces juegan con el hacer oriental del haiku porque es una sensación que yo intento transmitir y recrear. Luego también hay otra cosa que me ha gustado mucho tratar que es cómo, a través del detalle, podemos llegar al total del universo. En el fondo, en un detalle está latiendo el cómputo total del universo. Eso está muy presente en el segundo poemario.
¿Qué es la poesía para usted?
A mí siempre me ha parecido que la poesía es un juego nacido de la memoria y expresado en el espejo del tiempo; un espejo huidizo, fugaz pero de alguna manera la memoria logra mantener quieto el instante en el que estás escuchando el poema o leyéndolo. Juega con la sensación tuya y la que pueda provocar en el lector o en el oyente. Porque, al final, cuando los poemas salen del escritor y consiguen por fortuna comunicarse, es una creación doble: de quien lo escribió y la interpretación. Ese juego es muy interesante y maravilloso. Es una creación compartida. Un poema puede transformarse en miles de poemas, bueno, ojalá nos leyeran miles... [risas] pero sí en tantos lectores como pueda tener o incluso en tantos instantes como el lector pueda volver a leer ese poema.
¿Cómo es su proceso creativo?
En mi faceta de periodista o columnista, es un trabajo con plazos y exige más disciplina. La poesía juega de otra manera. Yo siempre llevo alguna libretilla conmigo y voy apuntando ideas. Luego las reviso para ver si se pueden transformar en poemas. La mayor parte no sirven para nada. Incluso dices: ¡Qué tontería! [Risas]. Pero otras veces sí y con eso construyo libros que sean coherentes en sí mismos. Y luego hay una selección y un trabajo formal, verbal, de construcción del lenguaje. Nunca he publicado un libro que sea simplemente una suma de poemas. Para mí, un poemario tiene que tener una unidad formal y temática.
¿Qué otros retos tiene?
Tengo un par de poemarios más y he conseguido acabar el texto de la historia de RNE en Cuenca.
Estamos recopilando una serie de testimonios sonoros. Y espero que pueda salir el libro. Y he trabajado en un libro de aforismos, que está prácticamente acabado, y estoy escribiendo microrrelatos, que me gustan mucho. Me gustaría también recopilar algunos de los artículos y columnas que he ido publicando a lo largo de los años sobre temas conquenses y que tengan cierta atemporalidad. Y, por otro lado, otra serie de columnas más literarias. Me gustaría sacar dos volúmenes aunque igual son demasiadas cosas [Risas].