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"La música ayuda a la gestión emocional"

La música conquense especializada en la marimba, un instrumento de percusión poco conocido pero que va ganando adeptos, trabaja en un proyecto didáctico para niños
"La música ayuda a la gestión emocional"
Foto: Saúl García
22/11/2020 - Dolo Cambronero

Un día, cuando Virginia Alcarria de la Fuente (Cuenca, 1994) tenía tan solo tres años, fue con su familia a visitar a unos amigos de sus padres y se quedó embelesada viendo tocar el piano a la hija de estos.

La niña estuvo luego meses diciendo sin parar a sus progenitores que le compraran uno porque ella también quería aprender hasta que, rendidos ante la insistencia de la pequeña, decidieron apuntarla a una escuela de música al año siguiente, comenzando así una carrera que ha acabado llevándola a especializarse en la marimba, un instrumento de percusión bastante desconocido pero que cada vez va ganando más adeptos.

“La gente la confunde muchas veces con un xilófono porque la estrucctura es muy parecida y tiene el teclado de madera pero la marimba es bastante más grande. Suele medir unos dos metros de largo”, cuenta esta marimbista, que detalla que se trata de un instrumento relativamente nuevo, nacido tal y como lo conocemos ahora a finales del siglo XIX y principios del XX.

Otra de sus peculiaridades es que se suele tocar con cuatro baquetas, dos en cada mano. “Es muy poco conocido pero suele gustar mucho a la gente que lo escucha por primera vez porque el sonido es muy cálido al ser un instrumento de madera. Y, al ser tan grande, llama mucho la atención y la forma de tocarlo, con varias baquetas, es también muy llamativa”, indica esta conquense.

Pero ¿cómo ha llegado Virginia a tocar la marimba? Tras su precoz comienzo en el mundo del piano, se pasó a percusión cuando entró a los siete años en el Conservatorio Profesional de Música Pablo Sorozábal de Puertollano, ciudad a la que se había mudado su familia.

Allí estuvo estudiando diez años hasta que pasó al Conservatorio Superior de Málaga, formándose después durante un año en Sevilla en la Fundación Barenboim-Said, aprendiendo de la mano de Iñaki Martín.

A la vez, también estudiaba en Madrid Okho, “una de las academias más prestigiosas de España”, según sus palabras, formándose con los profesores Conrado Moya y Raúl Benavent. Asimismo, es la cofundadora de Málaga Brass Band, una agrupación de metales y percusión con la que representaron a España en un certamen celebrado en la ciudad suiza de Montreux.

Y el año pasado comenzó un máster de marimba solista en Gdańsk, (Polonia), en el que aprende con Katarzyna Myćka, “una de las marimbistas más prestigiosas a nivel mundial”. Estos estudios duran dos años aunque este último curso lo sigue de forma online debido a la pandemia. Además, diferentes cursos de especialización por toda Europa completan su formación.

Su mayor reto es lograr un “trabajo estable como marimbista”, aunque reconoce que es “muy difícil”, sobre todo ahora y más en España, un país en el que considera que no se le da la suficiente importancia a la música.

Para lograr este objetivo, anda inmersa en varios proyectos: conciertos dinámicos como el que protagonizó recientemente en la Fundación Antonio Pérez de Cuenca; un canal en Youtube (Virginia’s marimba stories); acaba de terminar sus propios arreglos transformando para dúo de marimbas un concierto para piano; y está escribiendo un monólogo teatral para acompañarlo con la música de este instrumento.

Además, tiene un proyecto didáctico para desarrollar en colegios y teatros con el fin de enseñar a los más pequeños este instrumento de una manera sencilla y divertida. “La música es una buena arma para la gestión emocional y ayuda con las matemáticas porque al fin y al cabo son idiomas parecidos. Hay que educar a los niños en la cultura musical si queremos tener público el día de mañana”, reflexiona.