“El momento más difícil como capataz de banceros es la entrada y salida de El Peso”

Si hay una tarea que necesita de experiencia y absoluta precisión para el buen desarrollo de las procesiones de la Semana Santa de Cuenca esa es la de capataz de banceros. Y es que, sortear las estrechas y empinadas calles del Casco Antiguo no es nada fácil y menos teniendo que hacer frente a fenómenos meteorológicos como la lluvia, el aire o, por el contrario, el calor extremo. De esto entiende Pedro Culebras Valiente, el capataz de El Prendimiento (Beso de Judas) en la Procesión del Silencio que, desde 2017, desempeña este papel que conlleva “mucha responsabilidad”, cuenta. Un cometido sobre el que sabe y mucho pues, antes de asumir este cargo, llevaba sobre su espalda 38 años de experiencia portando el paso.
A su cargo tiene a 34 banceros a los que dirige durante una procesión que dura alrededor de ocho horas, con el desgaste físico que supone. Sin embargo, todo el cansancio compensa por la emoción que siente, sobre todo, al entrar a la Plaza Mayor, el momento más emotivo desde su punto de vista. Por el contrario, “el momento más difícil y de mayor tensión es la entrada y salida de la calle de El Peso”, por la estrechez de la misma, aunque Pedro Culebras confía plenamente en sus banceros puesto que “la gran mayoría tiene experiencia y saben hacerlo perfectamente”, explica.
Y es que, al fin y al cabo, aquellos que sobre sus hombros llevan el paso son los que merecen un gran reconocimiento y por ello Pedro está pendiente en todo momento de ellos, para que todo salga a pedir de boca.
Sin embargo, dirigir el paso no es únicamente la tarea que desempeña porque, además, se encarga de elegir el repertorio de marchas procesionales que sonarán durante el desfile, así como de medir y tallar a todos los banceros apenas una hora antes de que salga la procesión y, por si fuera poco, es el encargado de ofrecer una pequeña charla motivadora durante los momentos de recogimiento previos a la salida desde San Esteban. Un amplio abanico de ocupaciones en las que trabaja las semanas previas a la llegada de Semana Santa y que producen “muchos nervios” que al final acaban mereciendo la pena por las felicitaciones que le llegan de los propios banceros y de los espectadores que cada año se emocionan al ver pasar delante de sus ojos El Prendimiento (Beso de Judas).