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Sanidad

Los pacientes alérgicos han aumentado más de un 13% durante 2022

Las alergias por polen más frecuentes en Cuenca son a las gramíneas y al olivo, aunque este año se espera una primavera con niveles leves
Los pacientes alérgicos han aumentado más de un 13% durante 2022
Foto: Saúl García
28/03/2023 - Dolo Cambronero

Las alergias continúan su tendencia al alza en todo el mundo. En el caso de Cuenca, las consultas de Alergología del hospital Virgen de la Luz de la capital conquense y del Centro de Especialidades de Tarancón atendieron durante 2022 a un total de 6.530 pacientes frente a los 5.776 de 2021, lo que supone un incremento del 13,05%. 

Se calcula que el 25% de los conquenses sufren alguna afección de este tipo siendo las alergias más frecuentes a las gramíneas –con mucha diferencia– y al olivo, por lo que la sintomatología más intensa se presentará especialmente en la segunda quincena de mayo y en junio. No obstante, las previsiones para este año hablan de una primavera “leve” en tierras conquenses para los alérgicos, según las estimaciones de la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica (SEAIC).

La previsión que elabora cada año el Comité de Aerobiología Clínica de esta sociedad tiene en cuenta variables como las precipitaciones, la temperatura y la humedad del otoño e invierno, que este año han sido especialmente secos. El informe estima que las concentraciones de gramíneas alcanzarán en Cuenca los 1.000 granos por metros cúbico frente a los 6.000 de Toledo, la única provincia de la región que vivirá una primavera “intensa”.

 Por detrás de las alergias a las gramíneas y al olivo, la tercera en importancia en la provincia por número de pacientes es a las cupresáceas, detalla Antonio Moreno Fernández, facultativo del Servicio de Alergias del hospital Virgen de la Luz de Cuenca y presidente del área de Madrid y Castilla-La Mancha de la SEAIC.

 

CUPRESÁCEAS, TARDÍAS

En relación con las cupresáceas, explica que este año está siendo algo “atípico” porque todavía hay en el ambiente pólenes de este tipo de árboles y arbustos –como cipreses, sabinas, enebros y arizónicas–, que normalmente “ya han decrecido y son casi inexistentes en esta época”.

“Las cupresáceas han tenido una polinización más tardía este año, sobre todo la arizónica y el ciprés, y eso lo están notando los pacientes alérgicos. Y está empezando ya a polinizar el platanero de sombra, que es muy corta pero muy intensa y que se suele dar a finales de marzo y primera quincena de abril ”, precisa.

 

Foto: Saúl García

Tras la polinización de las gramíneas y el olivo durante los meses de mayo y junio, completa el calendario la de las malezas, que tiene lugar de septiembre a noviembre. 

 

La sintomatología más frecuente de las alergias al polen cursa a tres niveles: nasal (congestión, moqueo abundante, picor de nariz y estornudos en salva, es decir, varias veces consecutivas y de predominio matutino; ocular  (picor de ojos, enrojecimiento y lagrimeo); y bronquial (tos persistente y, en algunos casos, sensación de falta de aire por broncoconstricción), según detalla este profesional.

En cuanto a las recomendaciones si se observan síntomas compatibles con alergias al polen, el profesional aprovecha para lanzar un mensaje rotundo: “Lo primero es no automedicarse porque puede ser peor el remedio que la enfermedad. Y lo segundo, hay que acudir a Atención Primaria y si el médico lo estima conveniente, que lo derive a nuestras consultas de Alergología para que le podamos hacer las pruebas y el estudio completo”.

En caso de que se diagnostique una alergia al polen, el especialista establecerá cuál es el tratamiento más adecuado, como antihistamínicos o broncodilatadores para minimizar los síntomas, aunque la única terapia que puede revertir la afección serían las vacunas.

Aparte de esto, también lanza una serie de recomendaciones de tipo higiénicosanitarias: usar gafas de sol, no tender la ropa al aire libre para que no se impregne de polen, circular con las ventanillas de los vehículos subidas, el uso de mascarillas y reducir las salidas al campo.

“Las pruebas de la alergia han dado respuesta a mi malestar de años”
Foto: Saúl García

Cristina Ureña, de 25 años, tenía apenas seis meses cuando sufrió su primera reacción alérgica: la leche para lactantes le provocó una dermatitis atópica que ya nunca se ha ido. Después, con doce años, le diagnosticaron alergia a las gramíneas, al olivo y a las crupesáceas, y el pasado enero, le detectaron intolerancia a la mostaza, al tomate y al trigo. 

“Llevaba tiempo sufriendo reacciones cutáneas y no sabía por qué”, explica esta joven ciudadrealeña –afincada en Cuenca desde hace ocho años– acerca de estas nuevas intolerancias a alimentos que le han aparecido sobre productos que solía consumir normalmente y que a partir de ahora tendrá que comer en dosis pequeñas para no sufrir problemas. 

En cuanto a sus alergias a distintos pólenes, la joven toma a diario desde marzo hasta finales de junio antihistamínicos, completando su tratamiento con un spray nasal y colirio para hacer frente a síntomas como los estornudos y el lagrimeo.

 

CAMBIO DE PERFIL    

“Es desesperante sentirte mal y no saber a qué tienes alergia. Las pruebas han dado respuesta a mi malestar de muchos años”, dice con resignación la joven, que ejemplifica el perfil del paciente alérgico actual, polisensibilizado a distintas partículas mientras que hace unos años lo habitual es que tuviese reacción solo con gramíneas y el olivo.

El perfil de la persona alérgica actual es alguien polisensible a distintas partículas mientras que antes lo habitual era serlo solo a las gramíneas y al olivo

En relación con las alergias alimentarias, Antonio Moreno Fernández, alergólogo del hospital Virgen de la Luz de Cuenca, hace alusión al caso de la joven de 17 años de Manzanares fallecida a principos de marzo tras ingerir un café. El especialista puntualiza que la chica era alérgica a la proteína de vaca y no a la lactosa, como se dijo en algunos medios. 

Sobre esta cuestión, detalla que son numerosas las personas intolerantes a la lactosa, cuyos síntomas son a nivel gastrointestinal como náuseas, vómitos, diarrea y dolor abdominal. “Pero nunca van a tener una reacción alérgica tan fatal como esta”, indica.      

Por el contrario, las alergias a las proteínas de la leche son mucho menos frecuentes aunque pueden desencadenar graves reacciones “que pueden comprometer la vida”. Frente a un shock anafiláctico de este tipo –reacción alérgica generalizada y severa–, el afectado debe ponerse adrenalina en cuanto note los primeros síntomas. “Son pacientes entrenados que habitualmente llevan encima autoinyectores. Hay que actuar rápido”, alerta.