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Día Mundial contra el Cáncer de Mama

“Existe mucha vida después del diagnóstico de cáncer de mama”

Cristina Lacramiara Ion se enteró de que tenía un tumor el mismo día en que dio a luz a su primer hijo. Durante 2019, se detectaron en la provincia de Cuenca 147 nuevos casos
“Existe mucha vida después del diagnóstico de cáncer de mama”
Foto: Saúl García
19/10/2020 - Dolo Cambronero

Hay días en los que se concentra toda la alegría y tristeza del mundo. En la última etapa del embarazo de su primer hijo, Cristina Lacramiara Ion fue a monitores para que evaluaran el estado de su bebé y lo que parecía una simple revisión acabó de una manera completamente distinta ya que también le dieron los resultados de la biopsia de seno que le habían hecho con anterioridad y hubo que acelerar el parto.

“Me dijeron que tenía que dar a luz ese día porque tenía cáncer de mama. Es un impacto muy fuerte”, rememora ahora con ojos acuosos de aquel 30 de septiembre de 2019 en el que el pequeño Andrés vino al mundo y en el que esta mujer nacida en Rumanía y residente en Cuenca tuvo que aprender a convivir con una enfermedad que asusta mucho.

De todas formas, lanza un mensaje positivo: “Existe mucha vida después del diagnóstico y del duro tratamiento”.

CASOS EN LA PROVINCIA

El cáncer de mama es el segundo en incidencia en la provincia, al igual que en el conjunto del país. Durante 2019, se registraron 147 nuevos casos de este tumor en Cuenca (33.315 en España) y fallecieron 41 mujeres por esta enfermedad, según los datos facilitados por la Asociación Española contra el Cáncer (AECC) en Cuenca.

No obstante, es uno de los tipos de cáncer con más supervivencia: nueve de cada diez personas que lo padecen continúan vivas cinco años después de haber sido diagnosticadas.

Con motivo de la celebración este lunes 19 de octubre del Día Mundial contra el Cáncer de Mama, el colectivo ha puesto en marcha la campaña Saca pecho por ellas, que pretende, por un lado, hacer un reconocimiento a las mujeres que, desde los años setenta del siglo pasado, lucharon para que se investigara y se redujera la mortalidad y, por otro, para que se apoye a las afectadas y sepan que no están solas.

En el caso de Cristina Lacramiara Ion, que tiene ahora 36 años, este mal sueño comenzó hace tres tras detectarse un bultito en el pecho izquierdo. “Me asusté”, recuerda, explicando que incluso en ese momento ya le llegó a decir a su marido que tenía cáncer.

Fue a su médico de cabecera y este la remitió al hospital para que le hicieran unas pruebas aunque reconoce que, por diversas circunstancias, no pudo ir a dos de las citas. Y cuando iba a tener la tercera, se enteró de que estaba embarazada y reconoce que el pequeño nódulo pasó entonces a un segundo plano.

"¡Estábamos tan felices por el embarazo! Era el primero. Y de repente te dicen que tienes cáncer. Estuve unos minutos en los que no podía pensar´"

“El embarazo fue muy bien y tranquilo y me olvidé del bulto”, admite. Sin embargo, cuando le iban a hacer la última ecografía, se detectó una mancha roja en el pecho. “Yo había buscado información sobre el cáncer de mama y había visto que podía pasar eso”, sostiene.

Fue entonces cuando le hicieron la biopsia, cuyos resultados aceleraron el nacimiento de Andrés. “Estábamos tan felices por el embarazo. Era el primero. Y de repente te dicen que tienes cáncer. Estuve unos minutos en los que no podía pensar”, cuenta emocionada en una entrevista que se desarrolla en las instalaciones de la Asociación Española contra el Cáncer (AECC) en Cuenca.

DESCARTAR METÁSTASIS


El parto fue bien y Andrés llegó a este mundo con tantas ganas de vida como tiene ahora su madre. Una vez diagnosticado el cáncer de mama, hubo que descartar la existencia de metástasis sometiéndose Cristina a más pruebas que afortunadamente salieron bien: “En el resto del cuerpo no había nada. Estaba limpio”.

Además de enfrentarse al impacto que supone un tumor, esta mujer que lleva 14 años residiendo en España tenía que afrontar otro duro trago: “No tenía la familia aquí y se hace más difícil aún. Aunque mi madre se vino después a Cuenca para ayudarme con el niño”.

“En esos momentos, solo tienes a la familia y a Dios. Los amigos, los vecinos... te pueden aconsejar y ayudar pero al final estamos solos en la casa”, reflexiona, al tiempo que agradece a su marido el apoyo incondicional frente a la enfermedad. “Me ha subido mucho la moral”, destaca.

Tras la intervención quirúrgica para extirpar el tumor, llegaron las duras sesiones de quimioterapia y radioterapia, que encima le pillaron en medio de la pandemia, lo que ha complicado aún más las cosas. Ahora sigue en tratamiento y a la espera de que la operen de nuevo para la reconstrucción del pecho.

EFECTOS SECUNDARIOS


“He llorado mucho. Emocionalmente es muy duro. Y durante el tratamiento, hay días en los que no te pasa nada y otros en los que no te puedes levantar de la cama. He tenido como efectos secundarios dolor de articulaciones, cansancio... Depende de la persona se lleva de una manera o de otra”, relata, reflexionando también acerca del contraste que supone esto con la enfermedad en sí, antes del diagnóstico, cuando solo se había detectado el bulto: “Entonces no te duele nada, no tienes síntomas. Es extraño”.

Otra de las consecuencias de la quimioterapia es la caída del pelo. Cristina se sometió a 16 sesiones de esta técnica, además de a radioterapia. “Me lo corté antes de que se cayera. Es muy duro verte sin pelo. Ahora ya no significa nada pero es muy difícil al principio”, indica.

Para hacer algo más llevadera esta situación, adquirió una peluca que precisamente hace unos días, ahora que ya luce un pelo corto pero fuerte, ha donado a la AECC, una asociación con la que está muy vinculada desde que le detectaron la enfermedad gracias a que conocía a una de las trabajadoras del colectivo.

"El diagnóstico del cáncer y el tratamiento te dejan una cicatriz muy dura en el corazón. Pero, con el tiempo, te curas el alma"

La asociación también le ha ayudado a ser consciente de que hay muchas personas afectadas por esta enfermedad. “Al principio te piensas que eres la única en el mundo”, admite, recordando a las afectadas “que no piensen que están solas”.

“Hay mucha gente como yo. En este tiempo me he encontrado con personas buenas que me han ayudado”, indica Cristina, que también aprovecha para agradecer a su oncóloga, María Muñoz Sánchez, “por su profesionalidad” y a todo el equipo de Ginecología que le operó.

SER OPTIMISTA


“El diagnóstico y el tratamiento te dejan una cicatriz muy dura en el corazón. Pero, con el tiempo, te curas el alma”, asegura. Durante todo este tiempo, está cuidando mucho la alimentación y destaca que “es muy importante durante todo el proceso ser optimista porque el tratamiento te afecta mucho al cuerpo y en la parte emocional”.

Y con ese optimismo mira hacia el futuro. Las revisiones han salido bien hasta el momento y acaba de comenzar un curso de informática. Su idea es poder volver a hacer vida normal y trabajar cuando se recupere. En su país de origen había sido funcionaria y, en Cuenca, antes de diagnosticarle la enfermedad, trabajaba en el matadero, al igual que su marido.

Cristina considera que todo lo que le ha pasado desde el diagnóstico del cáncer le ha cambiado “para mejor”: “Ahora valoro más todo. Cada día, el sol, la naturaleza, el parque... Esto es duro y largo pero existe la vida después”.