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Cuenca aguarda una temporada de setas marcada por la incertidumbre

Profesionales y aficionados al micoturismo miran al cielo esperanzados, aunque la sequía del inicio del otoño condiciona una campaña que podría ser corta pero intensa
Cuenca aguarda una temporada de setas marcada por la incertidumbre
Fotos: Saúl García
27/10/2025 - Eduardo M. Crespo

Las primeras lluvias han despertado la esperanza entre aficionados y profesionales del micoturismo, aunque la sequía del inicio del otoño condiciona una campaña que podría ser corta, pero intensa.

Aunque tímidamente, el olor a tierra húmeda empieza a asomar en los pinares, encinares y robledales de la provincia de Cuenca. Tras un verano especialmente seco y un arranque otoñal tímido en lluvias, los aficionados a las setas viven estos días entre la impaciencia, la expectación y la esperanza. La temporada micológica, que en años anteriores ya estaría en pleno apogeo, aún no ha arrancado del todo.

“Estamos expectantes, pero también algo desilusionados por cómo ha venido el verano y el principio del otoño, muy secos”, nos cuenta Sergio Abarca, uno de los fundadores de Savia Ecoturismo, empresa conquense especializada en turismo de naturaleza y micología. “A estas alturas del año ya deberíamos estar en plena temporada, pero este año va con mucho retraso. Aún así, confiamos en que, si las lluvias se mantienen y las temperaturas acompañan, el monte empiece poco a poco a animarse”.

Las lluvias de estos días, aunque modestas, han despertado cierta ilusión entre los recolectores. Abarca recuerda que las condiciones óptimas pasan por una combinación perfecta: temperaturas estables, sin grandes contrastes entre el día y la noche, ausencia de vientos fuertes y lluvias moderadas y continuadas, de unos 10 o 15 litros por metro cuadrado, pero mantenidas en el tiempo”. Solo sí, explica, el campo puede recuperar la humedad necesaria para que hagan su aparición las ansiadas setas y hongos.

Además, la inestabilidad climática de los últimos años no pone fácil las cosas. “Estamos viviendo cambios muy drásticos. Las estaciones van a destiempo; pasamos de un verano seco y cálido a lluvias intensas o bajadas bruscas de temperatura. Esa falta de transición entre estaciones afecta mucho a los ciclos naturales del monte”, reflexiona Abarca, que ve en el cambio climático uno de los principales factores que están alterando el calendario micológico tradicional.

 

TEMPORADA INCIERTA, PERO QUIZÁ POTENTE

Diego López Torrijos, dinamizador forestal y técnico de PRODESE (Grupo de Acción Local de la Serranía de Cuenca), coincide en que la campaña llega condicionada por la sequía estival. “Las expectativas no son demasiado buenas porque las lluvias han llegado tarde y el verano ha sido muy seco. Pero si el tiempo acompaña en los próximos días, puede haber un repunte importante en la producción. No será una temporada larga, pero sí podría ser intensa en cantidad”, explica.

Según López Torrijos, el desarrollo de la campaña dependerá, sobre todo, de que se retrasen las primeras heladas. “Si esas primeras heladas llegan más tarde, la temporada se podrá extender hacia finales de año y compensar el inicio tardío. Todo depende de la climatología”.

 

EL AUGE DEL MICOTURISMO

La afición por las setas ha dejado de ser una actividad exclusivamente local para convertirse en un reclamo turístico de primer orden. En la última década, Cuenca ha visto crecer el número de visitantes atraídos por la recolección y, sobre todo, por el aprendizaje que ofrece el micoturismo.

“Nosotros trabajamos con grupos muy reducidos para poder hacer una interpretación de la naturaleza más personalizada y sostenible”, explica Sergio Abarca. Savia Ecoturismo organiza durante todo el año actividades relacionadas con la naturaleza, aunque las temporadas fuertes son la primavera y el otoño, además del invierno, cuando la trufa toma protagonismo. “Preparamos las actividades con antelación, no vamos a la aventura. Este año hemos tenido que aplazar fechas, pero seguimos en contacto con los clientes, esperando que el monte reaccione”, señala.

El micoturismo, destaca Abarca, no se limita a la recolección. “Se trata de conocer los hábitats micológicos, las especies, su función ecológica, la flora y fauna asociadas. Es una manera de entender el bosque con otros ojos”. Por eso, cada vez son más las familias y grupos de amigos que se animan a participar en estas rutas. 

MOTOR DE DESARROLLO RURAL

El interés por las setas va más allá del ocio. López Torrijos destaca el papel que la micología puede tener como motor de desarrollo en la Serranía de Cuenca. “Estamos en un momento todavía primitivo, pero ya se está trabajando para consolidar un parque micológico en la zona. No se trata de limitar la recolección, sino de regularla para aprovechar el recurso de forma sostenible y atraer turismo de calidad”, explica.

La idea, inspirada en el modelo de Soria, es unificar normativas municipales y crear un sistema común de permisos que permita a los recolectores moverse por distintos municipios con una sola licencia. “Ahora mismo hay varios acotados —Valdemeca, Tragacete, Huélamo, Huerta del Marquesado— y se está trabajando con los ayuntamientos del Parque Natural de la Serranía para homogeneizar las ordenanzas”, detalla.

El objetivo es doble: proteger el monte y generar economía local. “Cuando un espacio está acotado, hay una regulación y un control. Eso da tranquilidad al visitante, que sabe que no va a encontrarse con comportamientos abusivos. Además, el pequeño pago por los permisos ayuda a mantener el recurso y a financiar actividades de educación ambiental y vigilancia”, añade el técnico.

Cuenca, con más de 800.000 hectáreas forestales, alberga una enorme diversidad de hábitats y una sorprendente variedad de especies, más de cien: “Cuenca tiene una riqueza micológica tremenda, y eso, además de ser un valor ambiental, es una oportunidad económica para nuestros pueblos”.

Con las cestas ya preparadas y la mirada puesta en el cielo, Cuenca y los amantes de las setas se disponen a vivir, un año más, su particular ritual de otoño.