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La Catedral reconstruye una liturgia catedralicia del siglo XII

(GALERÍA DE IMÁGENES) Ha sido la II Vísperas de la Asunción de la Virgen María y se ha oficiado tal como se celebraban en la Seo conquense en el medievo, siendo uno de los platos fuertes de Mirabilia 2025 fuera del programa de conciertos
Fotos: Santiago Torralba / Mirabilia
17/08/2025 - Las Noticias

La tarde noche del pasado viernes, vivimos creyentes y no creyentes, fuera del programa de conciertos Mirabilia 2025, una singular experiencia. Mirabilia este año ha apostado por la reconstrucción de una liturgia catedralicia. Lo que se nos había anunciado en redes sociales era que: estábamos invitados a sumergirnos en la atmósfera espiritual del Medievo con la celebración de las II Vísperas de la Asunción. Un momento único para escuchar y vivir el canto litúrgico tal y como resonaba hace siglos en nuestras catedrales: voces que tejen plegarias, melodías que elevan el alma y el eco sagrado de la Catedral de Cuenca como testigo silencioso. La interpretación de este repertorio estaría a cargo de los participantes y profesores del curso de música medieval Mirabilia 2025, que darían voz y vida a estas antiguas melodías en un marco incomparable.

La ocasión de esta liturgia sagrada justo el día 15 de agosto, venía servida, dado que un día como éste, pero del año 1196, la primera catedral era consagrada y dedicada a Santa María. Desde entonces, la solemnidad de la Asunción de María no solo ocupa un lugar destacado en el calendario litúrgico cristiano, sino que también marca una de las fechas más significativas en la historia de la catedral conquense.

Mirabilia trataba de ofrecernos una oportunidad única para adentrarnos en el universo espiritual y sonoro de la liturgia medieval. Y así avanzó la procesión sagrada desde la girola del templo hasta llegar al coro capitular, el lugar donde tuvo lugar la celebración. Primero el turiferario con el incensario humeante llenando del maravilloso perfume del incienso las naves, después la cruz procesional acompañada por velas a la que seguían los cantores (profesores y participantes en el curso Mirabilia 2025) vestidos con albas, el sonido del órgano portativo de Cristina Alís, de lejos el sonido de campanas y, por último, el celebrante que presidió las Vísperas, el Capellán Mayor de la Catedral, Miguel Ángel Albares.

Tanto el coro capitular como toda la vía sacra, a ambos lados, estaba a rebosar de asistentes. Una vez llegada la procesión al coro, los acólitos depositaron las velas en torno a la pequeña imagen de la Virgen María. Para esta ocasión se usó la realizada y decorada al estilo románico sobre un pedestal con iconos, que creó el canónigo e iconólogo D. Anastasio Martínez Sáez y que legó a la Catedral.

Comenzaba la liturgia con las palabras latinas cantadas por el Capellán Mayor Deus, in adjutórium méum inténde, Dios mío, ven en mi auxilio. A las que respondía el coro de cantores. Así se siguió desarrollando esta liturgia con el himno, antífonas y salmos con la cadencia del canto llano en latín, interpretado desde los históricos cantorales de la Catedral, con sus partituras originales, junto con los gestos, símbolos y ritos que envuelven una celebración de esta solemnidad. Palabras, cantos, movimientos litúrgicos, aromas e imágenes se fundieron en un acto multisensorial sacro cargado de significado, que invitaba a viajar al pasado y a redescubrir la riqueza de la historia de la Catedral, la profundidad de la liturgia medieval y la belleza intemporal del canto llano.

Como se hace en este rito al canto del Magnificat se incensó la imagen de la Virgen María y el incienso volvió a inundar el templo ascendiendo hasta lo alto como las oraciones, salmos y cantos nos elevaban a todos. Con la oración final y la bendición, siempre en latín como fue todo este oficio, comenzó la procesión de salida al ritmo del canto mariano Novis cedunt vetera,  lo viejo da paso a lo nuevo, del famoso Códice del Monasterio de las Huelgas.

El público asistente siguió esta procesión hasta la girola del templo con ganas de que este momento se prolongase y esta liturgia no acabase, lo que hizo al grupo de cantores a ofrecer de nuevo este canto, una vez más, tras del cual las naves de la Catedral se llenaron de aplausos agradecidos.