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Semana Santa Cuenca 2023

El Camino del Calvario que estará en los libros de historia del Siglo XXI

GALERÍA DE FOTOS Y VÍDEO: La comunión entre turbos, nazarenos y público ha elevado la procesión de la madrugada de Cuenca más allá del cielo
Galería fotográfica: Saúl García
07/04/2023 - Rubén M. Checa

Vale que el año pasado calificáramos el Camino del Calvario como histórica, quizás infundado por las ganas que había de procesión tras cinco años sin verla desfilar al completo. Vale que dijéramos que ya nunca íbamos a vivir unas Turbas como las que se vieron en 2022. Vale que pensáramos que la procesión de la madrugada de Cuenca del año pasado iba a ser difícil de igualar.

Pero estábamos equivocados, ya que visto lo visto este 2023, lo del año pasado tan sólo fue un aperitivo para abrir boca de la procesión que turbos y nazarenos tenían pensado hacer este año.

Y es que, la eliminación total de las restricciones ha elevado la participación hasta cotas que no se recuerdan: desde las largas filas de tulipas en las tres hermandades hasta el estruendo de una turba que paso a paso iba recorriendo tanto el asfalto del centro urbano como el empedrado del Casco sin provocar los retrasos tan característicos de años atrás.

Unos minutos antes de que llegara la hora de salida de esta emblemática procesión sí que se vivieron algunos momentos de tensión, ya que los antidisturbios tuvieron que hacer hueco en una plaza del Salvador que, por momentos, parecía que se resistía a alejarse de la puerta del templo.

Pero con un poco de paciencia, se hizo el hueco necesario y pasadas las 5.30 un par de minutos, las puertas del Salvador se abrieron de par en par, bajo ya un estruendo de clarines y tambores espectacular y angelical al mismo tiempo, para dar la bienvenida a Nuestro Padre Jesús Nazareno.

Sin ninguna dificultad ya consiguió echar a andar para dejar paso a Jesús Caído y la Verónica, que pisó un año después la calle bajo los mismos acordes que tan única hacen a Cuenca.

Cuando ya bajaba por San Vicente, la turba no pudo contenerse las ganas y empezó un unísono ‘Que lo bailen’. La palma ya estaba ahí, y los angelitos de las andas habían salido a la calle ya.

Después, San Juan hizo su salida de una forma magistral, saliendo poco a poco y ya con la marcha que lleva su nombre, empezar el tan vistoso, colorido y simpático desfile que cada año nos regalan sus banceros.

Cuando ya desapareció de la vista de todos en el Salvador, se hizo la nada. Quienes estaban en la plaza se quedaron mudos ante las tallas del Encuentro y Nuestra Señora de la Soledad de San Agustín, cuyos banceros llevaron a cabo una salida muy limpia, perfecta.

Con todo, con las tres hermandades de esta madrugada ya en la calle, la procesión fue avanzando poco a poco por el Casco Antiguo con una velocidad que, quizás, hacía años que no se veía.

A pesar del frío, conquenses y visitantes abarrotaron una Plaza Mayor en la que no cabía un alfiler

Daban las 7 de la mañana en el reloj cuando el Jesús y la cabecera de la procesión ya se encontraba en pasando por la plaza de la Constitución junto al Nazareno, dejando unas estampas más que brillantes con la luz de las tulipas y de las velas que llevaban las andas mezclado con el amanecer del día más importante de Cuenca religiosamente hablando.

El frío no impidió que el público abarrotara Aguirre, Carretería, Calderón de la Barca, la Trinidad, y cualquiera de las calles por las que pasa el cortejo procesional en su ascenso a la Plaza Mayor.

Justo aquí es donde se concentraba quizás la mayor parte del público, y salvo algún hueco mínimo, no cabía un alma.Poco a poco se tuvo que ir haciendo paso, consiguiendo llegar hasta los pies de la Catedral dejando una estampa única en una mañana de Viernes Santo que, a buen seguro, dentro de unos años, se podrá leer en los libros de historia.

Durante la subida todo fue al unísono: turbos tocaban como nunca sus clarines y tambores, las bandas de música interpretaban las marchas de una forma casi mágica a pesar del frío, y el numeroso público se sumaba a corear el 'Que lo bailen’ que algún turbo que otro soltaba.

La bajada volvió a tener esa vistosidad que tuvo la subida: túnicas de diferentes colores que dejaban tanto en la plaza como en Anteplaza y Alfonso VIII una vistosidad única que sólo esta procesión sabe dar, y que se mimetiza perfectamente con las fachadas de las casas de esta parte de la ciudad creando así una paleta cromática que ya le hubiera gustado a Velázquez o El Greco conocer.

Conforme fue bajando la procesión, la gente se iba apresurando a llegar cuanto antes hasta el entorno de la iglesia de San Felipe, donde tampoco cabía nadie: no había aceras, no había barandillas, no había escalones. Nada.

Todo se ocultaba bajo los pies varios millares de conquenses y turistas que no quisieron perderse el que es el segundo momento clave de la Semana de Cuenca e incluso de España.

Ese es el canto del Misere a las tallas, pero en concreto el del Jesús. Llegaba hasta San Felipe cuando aún no eran ni las once menos cuarto de la mañana, haciendo algo que prácticamente nadie puede conseguir: dejar en silencio a una turba con ganas de tambor y clarín y a unos conquenses y turistas que, ni debajo del agua, se muestran callados durante una procesión.

Tras unos segundos donde lo único que se escuchaba era el cantar de los pajarillos que se atrevían a echar el vuelo, sonaron los acordes del Miserere interpretado por el Coro del Conservatorio de Cuenca, 30 segundos y rompió la turba con un sonido atronador dejando a más de una persona con los pelos como escarpias.

El cortejo fue bajando por Andrés de Cabrera girando por el Peso para volver al Salvador y contar los minutos que faltan para el 29 de marzo de 2024 a las 5.30 horas de la madrugada.

Aunque un nazareno se desvaneció en la Plaza Mayor, que rápidamente fue atendido, la madrugada se desarrolló prácticamente sin ningún incidencia, “todas ellas insignificantes”, apuntaba el alcalde Darío Dolz

Una procesión en el que espectadores, turbos y nazarenos hicieron un maridaje perfecto que se desarrolló tras una madrugada “de normalidad”, la mejor noticia que el alcalde de Cuenca, Darío Dolz, pudo dar este viernes por la mañana.

“Prácticamente no ha habido incidencias y seguimos con esa tónica”, destacaba el primer, quien apuntaba el registro de una única incidencia en la Plaza Mayor: el desmayo que sufrió un nazareno que participaba en las filas. Antes de que entrara San Juan, el desfile se paralizó por unos minutos para llevarlo hasta el puesto de Cruz Roja ubicado en el Ayuntamiento.

Según se ha apuntado, tras haberse desmayado en mitad de la procesión, al cabo de unos minutos recuperó el conocimiento y todo indicaba que estaba bien, pero por seguridad fue trasladado en ambulancia hasta el centro hospitalario de la capital.

A pesar de esto, la madrugada se desarrolló prácticamente sin ningún incidencia, “todas ellas insignificantes, como algún traslado al hospital pero prácticamente nulas las incidencias”, apuntaba Dolz.

“La concienciación de nazarenos y nazarenas, visitantes, conquenses, que saben que vienen a disfrutar, a pasarlo bien, y a vivir estos momentos únicos a nivel mundial”, enfatizaba Dolz, por lo que subrayaba que durante los últimos años “se está viendo una evolución a la baja del número de incidencias la noche del Jueves al Viernes Santo”.

Así, Cuenca ha podido vivir otro año más de su procesión más emblemática de la Semana Santa, con una turba que ha ido más ágil pero que ha dejado momentos de belleza inigualables y que la masiva participación del público hizo que este Camino del Calvario se quede por los siglos de los siglos. Amén.