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“La política crea fantasmas que no sirven para la convivencia”

Entrevistamos a Kirmen Uribe, Premio Nacional de Literatura en 2009 que ultima en Nueva York la que será su cuarta novela, "The book she writes"
“La política crea fantasmas  que no sirven para la convivencia”
Kirmen Uribe en Nueva York.
12/05/2019 - Gorka Díez / Samir Delgado

Es uno de los escritores más destacados del panorama literario nacional. Kirmen Uribe (Ondarroa -Bizkaia-, 1970) se dio a conocer en 2001 con el poemario traducido a varios idiomas Bitartean heldu eskutik (Mientras tanto cógeme la mano), y con su primera novela, Bilbao-New York-Bilbao (2008), obtuvo el Premio Nacional de Literatura, iniciando una brillante trayectoria que hasta la fecha ha tenido su continuidad en otras dos novelas que combinan ficción y realidad: Lo que mueve el mundo (2011) y La hora de despertarnos juntos (2016). Le entrevistamos en pleno proceso de su cuarta novela con motivo de su reciente participación en un recital poético en Nueva York en el que compartió escenario con el poeta canario y colaborador de Las Noticias Samir Delgado.

Tras las experiencias de estancia en la Universidad de Iowa y en el centro para las artes de California, has vuelto a Estados Unidos con la beca de creación Cullman de la Biblioteca Pública de Nueva York. ¿En qué medida son importantes este tipo de ayudas para la creación literaria en un mundo cada vez más globalizado?

Te da mucha confianza, solo hay tres novelistas de todo el mundo y soy el único de los becados que no escribe en inglés, te promocionan como a un escritor europeo que está a mitad de su carrera, para dar el salto, algo muy de Estados Unidos. Y a nivel del País Vasco yo creo que es importante y que se ha trabajado bien.

Estás escribiendo tu cuarta novela, The book she writes, ¿nos puedes avanzar alguna pista sobre este libro protagonizado por mujeres?

La novela surge de la curiosidad: siempre estoy aprendiendo y quiero saber cosas nuevas. Aquí por casualidad llegué al personaje de Edith Winner, que fue una bibliotecaria de Nueva York que estuvo escribiendo durante cincuenta años un libro que nunca acabó. El libro era sobre una sufragista húngara muy conocida antes de la Segunda Guerra Mundial que luego con la Guerra Fría quedó defenestrada; ella quiso mantener la memoria de su amiga mentora y quiso escribir este libro perfecto que es imposible de acabar. Y yo lo que estoy haciendo es abrir las cajas donde se encuentra la documentación y, a medida que abro las cajas, voy reflexionando sobre mi propia vida con un personaje de ficción. Es una novela que camina entre esos dos territorios de la ficción y de la realidad.

A propósito de la mujer, ¿qué te parece el auge de la reivindicación de la igualdad de género que se está dando en España en los dos últimos años?

Yo soy hijo de feministas, recuerdo que mi madre y mis tías iban a las manifestaciones. Hubo una época de mi juventud en el cambio de siglo en donde se veía que este tema estaba superado y ahora ha vuelto a aparecer en el mejor sentido de la palabra. Estoy totalmente de acuerdo con estos movimientos. En Estados Unidos se ve en los carteles de la calle y se vive de manera muy actual. Yo estoy navegando mientras escribo la novela en este ambiente, la bibliotecaria era mujer y trabajaba sobre una mujer, pero también me interesa la visión femenina de ahora. Desde pequeño nunca me he sentido atraído por la idea de la fuerza y de hablar alto de la masculinidad, me sentía más a gusto siempre con las mujeres.

¿Qué autoras han marcado tu sensibilidad como escritor?

Desde Virginia Woolf a Natalia Ginzburg, hasta las poetas Anne Sexton y Sylvia Plath o la alemana Ingeborg Bachmann: las he leído desde siempre. Ahora estoy releyendo a Doris Lessing y la verdad es que he leído bastante literatura de mujeres.

¿Te interesan otros autores con obras de no ficción como Paul Auster, Enmanuel Carrère, Manuel Vilas o Javier Cercas?

Ahora mismo estoy leyendo a Stefan Hertmans, que me parece un autor exquisito, muy inteligente y buen narrador. También sigo a Enmanuel Carrère y a otros autores que combinan ficción y realidad. Al final es un gesto que hace el escritor. Ahora mismo ha salido a la actualidad el hecho de que Trump miente todo el rato, y el escritor lo que hace frente a la mentira del político es ir a la verdad. Es algo que está pasando en el siglo veintiuno; el escritor es el individuo que busca la verdad, es el gran gesto del escritor que no se conforma con la pura ficción, que es lo que están haciendo los gobernantes; nosotros vamos a lo que realmente pasó y lo que pasa a ciertas personas.

“La política crea fantasmas  que no sirven para la convivencia”

Nueva York ya aparecía en tu primera novela, Bilbao-New York-Bilba,o con la historia familiar como el hilo del laberinto de un viaje a la Gran Manzana. ¿Qué tiene esta ciudad que te fascina?

Nueva York es un cruce de culturas y de lenguas, puedes conocer a muchísimos escritores, es un lugar muy libre en el que la gente escucha aunque provengas de tradiciones muy lejanas. Yo aprendo mucho aquí y me siento como el personaje del barón rampante de Italo Calvino que subía al árbol y veía el mundo desde ahí. Yo veo el mundo desde la distancia de Nueva York, es como salirte de tu lugar y ver el mundo desde otra perspectiva. Veo Nueva York como un sentido de no lugar, un crisol multicolor, que cambia constantemente. Estas aquí y es como si no estuvieras en ningún lugar y estás en todos al mismo tiempo.

¿Qué sensaciones destacas de los lectores norteamericanos cuando te escuchan leer en euskera?

La verdad es que en Nueva York la gente es muy culta. Cuando voy en el metro o en una tienda con los niños me preguntan por el idioma que hablamos y reconocen la antigüedad de la lengua europea. Los neoyorkinos son muy curiosos y es una comunidad muy abierta para escuchar literatura en otras lenguas. Aquí siempre me he sentido muy a gusto y se disfruta mucho cuando te piden que leas en euskera.

Han pasado 18 años desde la publicación de tu primer libro de poemas en euskera, Bitartean heldu eskutik, 16 desde que apareció en castellano bajo el título Mientras tanto dame la mano. Aunque sigues participando en festivales poéticos internacionales, ¿tienes previsto publicar nuevos poemas?

Si tengo muchos poemas escritos y me gustaría darles forma y hacer un libro nuevo de poemas combinados con textos fragmentarios; estoy pensando en un libro hibrido, intimo, que puede resultar.

Una faceta de la que menos se habla son tus libros de literatura infantil y juvenil, con cuentos como Guti o Yo no soy rubia ¿Qué tiene de especial escribir para este público teniendo en cuenta tu experiencia en la paternidad?

Es un campo que he abandonado, escribía hace años y puede que escriba algo porque los niños te dan muchas ideas, aunque ahora estoy centrado en las novelas. En casa leemos cuentos, soy un padre activo, me gusta participar en la experiencia de ser padre, hay que estar con los niños y jugar, disfrutar de la paternidad, que pasa muy rápido, por eso creo que hay que ser un padre activo.

Escribes en euskera, una lengua quizá todavía no del todo conocida fuera de Euskadi. ¿No sería deseable que en España se impartieran algunas nociones de euskera, catalán o gallego en las escuelas públicas, para que las nuevas generaciones aprecien la diversidad de lenguas? ¿O es una utopía?

Las utopías sirven para caminar y para ir mejorando las cosas, no hay que olvidarlas nunca. Las revoluciones han servido como inspiración para lograr derechos civiles y, hablando del euskera, por qué no plantear hacer mucha pedagogía para quitar miedos, no pasa nada, estamos en una sociedad plurilingüe de diferentes naciones, cada uno tiene su sentido de pertenencia y hay que respetarlo, pero también podemos convivir. Desgraciadamente, creo que la política española va en la dirección contraria, creando fantasmas que luego sirven a algunos partidos para ganar votos pero no para la convivencia en la sociedad. Se están creando grupos y no se habla de seres humanos, hace falta hablar más y que los niños aprendan palabras en euskera, en catalán o gallego y puedan amar otras lenguas, pues al conocer a alguien, puedes amarlo.

Hace poco participaste en un panel de las Naciones Unidas sobre multilingüismo y lenguas minoritarias, ¿qué conclusión dio el escritor Kirmen Uribe en el principal escenario político internacional?

Yo tengo una visión muy positiva de cualquier lengua. Las lenguas aportan a la diversidad cultural del planeta, yo dije que el euskera no es solo una cuestión de los vascos, sino de todo el mundo, como cualquier otra lengua. Es el propio planeta quien tiene que tomar decisiones para salvaguardar la herencia tan maravillosa de la diversidad. Yo hago el paralelismo entre la ecología y el multilingüismo, cada lengua aporta una visión particular de la vida, hay que perderle el miedo a las lenguas: siempre te van a aportar algo nuevo.

¿Cómo te has sentido tras la experiencia en China y la traducción a otros idiomas tan diversos de tu obra literaria?

Para mí la traducción es como una bendición, es increíble. Trabajo mucho con traductores que en su mayoría son mujeres. Primero, yo mismo traducía poesía para aprender a escribirla, y luego ya mis libros son traducidos y estoy en comunicación con los traductores de los que me fío mucho; yo creo que cuando se traduce tu obra a otra lengua siempre se gana algo, es otra persona que está aportando su propia visión de lo tuyo. Los traductores no traducen, ellos reescriben los libros. Es increíble la labor que hacen, he descubierto personas que se enamoran de los libros y los van traduciendo. Mis libros se han traducido al inglés por Elizabeth Macklin, al japonés por Nami Kaneko o al estonio por Merilin Kotta, ella como traductora aprendió euskera solo para traducirme, es genial.

Hay también en tu narrativa una predilección por la memoria histórica, después de la novela Lo que mueve el mundo dedicada a los niños vascos en Bélgica y las peripecias del exilio vasco del más reciente libro La hora de despertarnos juntos. ¿Cómo percibes el día a día de la política en España, con posturas tan enfrentadas y a veces extremas en asuntos como la cuestión catalana?

Yo creo que hay que hablar, creo en el diálogo y en el acuerdo, hay que hablar con la gente y escuchar cómo se sienten y tratar de articular un espacio en el que podamos vivir todos, no hay que tener miedo a hablar. La democracia ha evolucionado mucho y las comunidades ya no son como hace veinte años, ahora con internet la gente tiene mucha más capacidad de decidir y participar en la democracia, entonces las sociedades evolucionan hacia un lado y otro y hay que saber interpretarlas. Hay que dialogar sin miedo, el diálogo es la solución a todo, no negar el problema y tratar de demonizar a una parte de la sociedad, lo que hay que hacer es ponerse en el lugar del otro y empezar a hablar. Me da mucho respeto lo que está pasando y que se utilice la mentira en la política, me da miedo que podamos perder los derechos que tanto han costado.

En el País Vasco, en cambio, se ha pasado de los años del terrorismo y la falta de libertades a un clima, en general, de paz y convivencia, también entre políticos que defienden posturas muy dispares. ¿Tienes esa impresión?

En el País Vasco estamos viviendo un momento muy bueno después de muchísimos años y creo que la sociedad vasca trata de buscar el acuerdo y activar políticas muy sociales. Es una sociedad pequeña que siempre trata de incluir a todas las personas, algo que comparten todos los partidos; es una sociedad progresista donde siempre se busca que haya empleo, inclusión, derechos sociales y temas como la eutanasia y los derechos LGTB, estamos muy adelante por ser una sociedad muy activa y solidaria, es lo que yo subrayaría de los vascos: es una sociedad que trata de tender la mano y de incluir, no dejar a nadie de lado.