DIPUTACIÓN AGROALIMENTARIA
Es noticia en Provincia: Artesanía de Cuenca Música en Cuenca Diputación Provincial de Cuenca Junta de Castilla-La Mancha Navidad 2025 Valdeolivas Evolución Demográfica Ayudas deportivas Intoxicación
DIPUTACIÓN NAVIDAD
Navidad 2025

Las delicias de convento que endulzan la Navidad conquense

Las Clarisas de Sisante y las Trinitarias de San Clemente nos acercan el secreto de sus dulces artesanos, que se pueden adquirir en el Museo de la Semana Santa
28/12/2025 - Eduardo M. Crespo

La provincia de Cuenca conserva una tradición que regresa cada diciembre con un sabor muy dulce y especial, el de la repostería conventual. No se trata de industria ni de obrador mecánico, sino de trabajo manual, paciencia y fe, mucha fe. En Sisante y en San Clemente, dos conventos ponen a punto sus obradores en los días previos a la Navidad para elaborar unos dulces que muchos conquenses esperan como parte de su propio calendario festivo. Uno de ellos, además, cuenta con un reconocimiento que supone “una alegría inmensa”, el Solete Repsol.

Este premio ha recaído sobre el Convento de las Madres Clarisas Nazarenas de Sisante, donde el horno comienza a trabajar antes de que el pueblo despierte. La abadesa, la Madre Yamileth María Céspedes, recuerda que la tradición “viene de muchos años atrás”, pero que la venta al público es bastante más reciente.

“Nuestros dulces eran antes un regalo para bienhechores. Las hermanas los hacían solo una vez al año, para Navidad, sin intención de venderlos. En 2010, cuando vimos necesidad económica, probamos a elaborarlos para la venta. Funcionó, y desde entonces hemos mantenido la producción cada Navidad”, nos explica.

El repertorio es amplio, pero hay un dulce que identifica a Sisante frente a otros conventos: los cordiales. “En muchos sitios los cordiales se hacen redondos. Los nuestros no; son argollitas, una oblea y un anillo donde va la almendra. Solo llevan clara de huevo. Las yemas las reservamos para elaborar otro tipo de dulces”.

Con esas yemas las religiosas hacen las nevadas, unas rosquillas blancas glaseadas "tras el horneado de rigor". También hornean aguardientados, pequeños dulces cubiertos de azúcar y canela, “que se deshacen en la boca”, además de anisados, “un dulce muy antiguo, como bastones cubiertos de azúcar moreno que nunca han perdido su personalidad”. A ellos se suman roscos de vino, la tortada de almendra, “que bizcocho denso, reservado antiguamente para agradecer favores importantes” y el pan de nueces, creación propia nacida en los años 90.

La lista continúa con recetas que “conviven con lo tradicional”: galletas delicias, brownies nazarenos, pastelillos de Sor Carmen rellenos de cabello de ángel y piruletas de Sor Teresita, cubiertas de chocolate. Cada dulce nace del mismo principio: fidelidad a las manos antiguas. “No usamos esencias ni atajos. Rallamos el limón, amasamos como lo hacían nuestras predecesoras. Lo único que ha cambiado es el horno: ahora es eléctrico, pero el proceso es el mismo”, subraya la abadesa.

La Navidad es para ellas el centro del año litúrgico. “Para nosotras es lo más grande. Nos agotamos con los encargos, pero todo el convento se llena de Navidad: la liturgia, las luces, la espera”, nos cuenta.

SAN CLEMENTE: DOCE MADRES Y UN OBRADOR

A casi 60 kilómetros de Sisante, en el Convento de las Madres Trinitarias de San Clemente, otro obrador se activa cuando llega diciembre. Allí trabajan doce religiosas, “diez muy jóvenes y dos más veteranas”, como explica la priora, en la elaboración de un surtido navideño de entre ocho y diez dulces diferentes.

“Para estos días hacemos un surtido grande, con un poco de cada cosa, y a la gente le gusta muchísimo. No buscamos grandes producciones, sino mantener la tradición y que todo se venda. Todo lo que sale del horno del convento se acaba”, nos dice.

Entre los dulces que preparan las Madres Trinitarias destacan las tejas, el mazapán y varias especialidades que se repiten año tras año, como los nevaditos, almendrados, pastelitos de Navidad, empiñonadas, coquitos de chocolate y pastas de almendra. Su producción no llega a gran escala, pero mantiene viva una costumbre que en San Clemente forma parte de la cultura artesana local. Los dulces se elaboran “como se ha hecho toda la vida, sin nada de conservantes”.

La Navidad es también para las religiosas de San Clemente un tiempo espiritual y de trabajo intenso: “La celebramos con mucha alegría. Nos preparamos para recibir al Señor, y el dulce forma parte de esa espera. Hornear en el mes de diciembre es celebrar y es también compartir”, señala.

Los dulces artesanos de las monjas conquenses se pueden comprar en el X Mercado Navideño del Museo de la Semana Santa.