Combatir la soledad, mejorar la calidad de vida y garantizar la permanencia de quienes desean seguir viviendo en el medio rural. Ese es el objetivo de ‘Cruz Roja con la España despoblada’, un programa diseñado para llegar a los municipios más pequeños de la provincia de Cuenca, muchos de ellos con menos de 100 habitantes.
A través de talleres de memoria, actividades de gimnasia, formación digital, acompañamiento y redes de apoyo vecinal, la organización y su red de voluntariado trabajan ya en distintas localidades conquenses con una misión clara: que la despoblación no implique aislamiento social ni pérdida de bienestar.
En Alcantud y San Martín de Boniches, dos ejemplos entre decenas, los efectos ya son visibles. En Alcantud, pequeñas reuniones de mujeres que antes apenas se conocían se han transformado en una auténtica red de apoyo. En San Martín de Boniches, los vecinos que en invierno apenas alcanzan las 30 personas han encontrado en las actividades comunitarias una forma de mantenerse activos y acompañados durante los meses más duros del año.
Detrás de esta iniciativa está el proyecto de Cruz Roja, impulsado tras un informe de vulnerabilidad social elaborado en 2020 que evidenció que vivir en un entorno rural despoblado es, en sí mismo, un factor de fragilidad. En la provincia de Cuenca, más del 80 % de los municipios se encuentran en situación de despoblación.
“Nuestro objetivo no es repoblar la provincia, sino asegurar la permanencia de quienes habitan nuestros pueblos”, explica Bárbara Collados, técnico responsable del proyecto. “Queremos que la gente que quiere seguir viviendo en su pueblo pueda hacerlo en buenas condiciones, con compañía, con actividades y sin tener que renunciar al bienestar”.
Contra la soledad
En San Martín de Boniches, donde el censo marca 39 habitantes y en invierno apenas residen 30, el teniente de alcalde Juan de Dios Cobo es claro: “Todo lo que sea crear actividades para gente que está inactiva en su casa es una bendición. En invierno los días se hacen larguísimos. Que haya algo que hacer y que sea juntos, ayuda muchísimo. Se trata de hacer comunidad”.
Los talleres que más éxito han tenido en el municipio son los de memoria y actividad física adaptada, pero también otras propuestas que fomentan la creatividad y la convivencia: decoración navideña, actividades manuales, sesiones para repasar cómo ha ido el año en el pueblo, o dinámicas que permiten a los vecinos “pasar un buen rato y sentirse acompañados”, como nos cuenta el teniente de alcalde.
“La soledad es lo más importante que combatir”, afirma. “Se trata de estar juntos porque esa es la clave para que la gente siga aquí”. La soledad, nos cuenta el alcalde, no es solo social sino también digital, un problema que arrastra el pueblo desde hace años: “Necesitamos la fibra, está instalada pero no está autorizada la conexión. No tener conexión significa quedarse atrás incluso cuando hay voluntad de quedarse”

Alcantud: de vecinas a amigas
En Alcantud, el corazón del proyecto son las voluntarias. Una de ellas es Claudia Cordón, contable jubilada de 67 años, que coordina a un grupo de mujeres que se reúne para hacer gimnasia, juegos de mesa, paseos y ejercicios de memoria, además de pequeñas excursiones y actividades compartidas.
“Antes éramos solo conocidas; ahora somos amigas”, nos cuenta orgullosa. “Si una no aparece un día, la llamamos para saber si ha pasado algo y si se encuentra bien; si alguien tiene que ir al podólogo o al médico y no conduce, la llevo yo. Es una red de apoyo real”.
Han llegado a juntarse más de veinte mujeres en los meses de mayor afluencia, e incluso vecinas de pueblos cercanos se han sumado a la actividad. Los hijos, cuenta Claudia, “están muy agradecidos porque saben que sus madres ya no están tan solas y que las tardes de invierno se llenan de vida”.
“Aprendes muchísimo de todas ellas y es lo más especial y gratificante que hay”, dice Claudia. “Tienen 80, 85 o 90 años y han vivido de todo. Hablar con ellas es aprender historia, aprender muchísimas cosas de la vida”. Y añade una de las señales más claras del éxito del programa: “Antes, muchas se iban con sus hijos a la ciudad durante meses en invierno. Ahora no se quieren ir, porque están bien aquí”.
Semillas para quedarse
Más allá de la brecha digital, Cruz Roja insiste en los objetivos de su agenda para la Cuenca despoblada: acompañar el presente de quienes viven en los pueblos para que su futuro siga siendo una posibilidad real.
“Cuando las personas viven mejor y se sienten acompañadas, tienen menos motivos para irse”, resume Bárbara Collados. Y tanto en Alcantud como en San Martín de Boniches, y en decenas de municipios más, empiezan a verse señales claras de transformación “con diferentes actividades que se mantienen durante casi todos los meses del año, amistades que se fortalecen, vecinos que se quedan por voluntad y no solo por necesidad”.
Además, desde Cruz Roja Cuenca insisten en que la intervención en la España despoblada no se limita a impartir talleres, sino a escuchar, generar vínculos y empoderar a la comunidad. “Nosotros no venimos a sustituir lo que ya existe, venimos a fortalecerlo. El objetivo final es que las actividades no dependan permanentemente de Cruz Roja, sino que el propio pueblo encuentre en sí mismo la fuerza para seguir reuniéndose, apoyándose y acompañándose”, señala Collados.
Un grupo de mujeres que se reúne varios días por semana, un taller de memoria para reforzar las funciones cognitivas, una llamada para comprobar que todo va bien, una tarde sin soledad en los largos y fríos inviernos… en lo esencial y cotidiano también se libra una batalla contra la despoblación.
