Los Medioambientales evitan que el 90% de los incendios forestales pasen de conato
Han cambiado los tiempos y con ello el trabajo del Cuerpo de Agentes Medioambientales se ha convertido en uno de los más diversificados, completos y especializados que existen actualmente. A pie de espacio natural, los Agentes Medioambientales que desarrollan su labor en la provincia de Cuenca cuidan, vigilan y custodian “lo que es de todos” durante los 365 días del año, “conservando lo que es bien público… para los que vengan detrás”.
Y esto, que contado así puede parecer poco, se traduce en mucho. Hablamos de un trabajo en extinción e investigación de incendios, educación medioambiental, bienestar animal, caza, pesca, flora, patrimonio, calidad ambiental, residuos, emisiones, vida silvestre, parques fotovoltaicos y eólicos, vías pecuarias, plagas, colmenas, búsqueda de personas… y así hasta un sinfín de competencias que han convertido a este cuerpo de profesionales en uno de los más cercanos y queridos tanto por la ciudadanía de Cuenca capital como por los vecinos de los pueblos.
“Vivimos y compartimos tiempo con sus habitantes. Somos un cuerpo amable y cercano porque estamos en el medio rural y acudimos allí donde hay que ayudar. Somos, sobre todo, un cuerpo muy vocacional”, nos cuenta José Azcoitia, coordinador provincial de los Agentes Medioambientales en Cuenca, quien nos recuerda que este año el cuerpo cumple 25 años de vida, pero que su presencia en el medio natural de la provincia arrancó un 11 de julio de 1877 con sus predecesores, los Agentes Forestales y Medioambientales: “Hemos cambiado mucho en 148 años. Caza, pesca y madera eran las competencias de los primeros agentes e hicieron muy bien su trabajo, solo hay que ver el monte de Los Palancares que siempre han vigilado. El cuerpo ahora se ha redirigido y se ha adaptado a la transformación de la provincia, siendo infinitas nuestras competencias”.
La provincia de Cuenca tiene 114 agentes medioambientales repartidos en 13 demarcaciones territoriales. “Tenemos presencia en los sitios más remotos, somos los trabajadores más cercanos al administrado y en situaciones difíciles como la pandemia o el apagón ahí hemos estado para llevar comida, medicamentos o trasladar a personas”.
“Estos días de agosto son estadísticamente los más críticos del año y cualquier descuido puede tener efectos devastadores”
Tanto José Azcoitia como sus compañeros Javier Mayordomo y José Antonio Pardo nos explican que “estadísticamente estamos en el momento más difícil del año” en cuanto a riesgo de incendios se refiere y que toda prevención es poca. “Cualquier descuido puede tener efectos devastadores y echar al traste la buena campaña que estamos teniendo. Con esta segunda ola de calor la vegetación está en situación de estrés y gran parte de la humedad va disminuyendo”, explica Azcoitia, quien subraya que son los Agentes Medioambientales los que consiguen que el 90 por ciento de los fuegos no pasen del conato y que “la cadena funciona gracias al trabajo en equipo”.
El aumento progresivo de las temperaturas y el cambio climático incrementan el riesgo de incendio y su evolución, como ocurrió en 2024 tras el incendio en Valverdejo “que si vemos las fotografías tuvo un comportamiento que asustó”.
Y es que la gestión del monte ha cambiado completamente. Hay pocos aprovechamientos de la leña, cada vez hay menos gente en los pueblos, el monte se aprovecha menos y al haber menos ganado, hay más materia vegetal en el campo. Y esto, afirma Azcoitia, también es cambio climático.

“Hace unos días tuvimos un susto con un rayo en Los Palancares. Estamos hablando de una masa forestal enorme, de 4.885 hectáreas de monte y un campamento de niños en pleno apogeo. Hubiese sido una catástrofe”, explica José Antonio Pardo, agente medioambiental que lleva la zona de Los Palancares, para quien el uso de los espacios públicos en la provincia, como es el caso de Cañamares, ha aumentado considerablemente “a partir de la pandemia y del cierre de espacios públicos en la Comunidad de Madrid”.
“Conforme hemos detectado ese aumento de usuarios, hemos incrementado nuestra presencia un 300 por ciento. En Cañamares hemos ubicado sitios de aparcamiento y regulado la cantidad de gente que el espacio puede acoger. Con todo, y a pesar de que primero hacemos una labor informativa y pedagógica, estamos poniendo alrededor de 50 denuncias a la semana”, explica Azcoitia, quien nos confirma que a pesar de que este año está prohibido el baño en Las Chorreras del Cabriel, hay quienes se están saltando la prohibición.
“La educación medioambiental es parte de nuestro trabajo y varias veces al año hacemos actividades en los colegios rurales”
Para Javier Mayordomo, Agente Medioambiental y componente de la Brigada de Investigación de Incendios Forestales, hay que estar vigilantes en los espacios de uso público, “y si bien hay gente que está mentalizada de los riesgos, hay quienes no se plantean lo que puede pasar y generan un serio problema de seguridad”.
Aparcar en zonas no autorizadas, circular campo a través, por vías pecuarias o caminos de uso público, incumplir la Ley de Montes, utilizar tiendas de campaña, usar fuego en áreas no autorizados, abandonar la basura, pescar en zonas no habilitadas o con cebos no autorizados… las infracciones pueden ser muchas, pero las consecuencias, más allá de lo económico, pueden ser catastróficas para todos.
