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Tractoradas

Tras las multitudinarias tractoradas que se han producido por todo el país y las que se van a seguir convocando, creemos que sería bueno recordar algunas cosas.  En primer lugar, hay que señalar que ni la Agenda 2030 ni la Política Agraria Común, la PAC, han surgido de la calle Ferraz. Así es que a aquellos agricultores que proponen llegar con sus máquinas ante la sede central del PSOE, emulando a los “demócratas” que se concentraban allí todas las noches bajo banderas preconstitucionales, muñecas hinchables, peleles ahorcados y otras parafernalias ultras, les aconsejamos que se dirijan a Bruselas, a pesar de la larga distancia. 

En segundo lugar, los cortes de carreteras y autovías sin autorización, además de las sanciones que pueden acarrear por parte de las autoridades, paralizan la actividad de  distintos sectores económicos, incluido el agrícola, pues sus productos circulan por carretera y en muchos casos no están llegando a tiempo a los puntos de venta.

Y finalmente, cuando se imponen medidas agroambientales no es por fastidiar a los esforzados agricultores con exigencias arbitrarias, es más bien para preservar la salud del entorno natural, porque sin ella en pocos años es muy posible que no se pueda cultivar nada, nunca. Aquí no es bueno pensar en medidas cortoplacistas, sino todo lo contrario. No obstante, coincidimos con los manifestantes en que hay que simplificar muchos de los aspectos burocráticos de las políticas ecológicas comunitarias.

Hechas estas salvedades, vaya por delante nuestro máximo apoyo a un sector muy castigado, aunque en muchas ocasiones, una notable parte de sus integrantes se equivoca al identificar al castigador.  A nuestro parecer, es inadmisible que en los puntos de venta algunos productos del campo alcancen un precio final que rebasa en muchos casos el 500% al que se paga en origen, e incluso alcanza porcentajes superiores.

En este sentido, quizá los tractores deberían cortar las entradas a las grandes superficies, a los mercados mayoristas o a ciertos despachos en los que especuladores e intermediarios se forran sin haber doblado el lomo en su vida. La actual Ley de la Cadena Alimentaria no es suficiente para paliar el que consideramos el principal enemigo de los agricultores.

Por eso es bienvenido el propósito esbozado por Pedro Sánchez acerca de reforzar el ordenamiento legal, pero esto debe hacerse primando los intereses de quienes están a pie de surco y no de quienes se sientan calentitos en sus sillones delante de los gráficos de cotización de las bolsas. También hay que implementar medidas que reduzcan los costes de producción y garanticen a los jóvenes un futuro cierto si desean incorporarse a las labores agrícolas.

Es también indispensable evitar la competencia desleal que ejercen los productos agrícolas extracomunitarios. No se puede permitir que entren a la Unión producciones de otros países cultivadas mediante prácticas más laxas que las exigidas aquí. Choca mucho que en Europa se obligue a cultivar siguiendo ciertas directivas y precauciones sanitarias que no se prescriban a los cultivos importados, como si éstos fueran más saludables que los nuestros. 

También defendemos la unidad de acción en el sector, para evitar veleidades populistas, falsas informaciones y conductas ultraderechistas como las que se están produciendo en algunas de estas protestas.  Escuchar improperios contra las organizaciones agrarias y los sindicatos y promover acciones de dudosa legalidad responden más bien a la línea defendida por opciones políticas que niegan el cambio climático y defienden la desaparición de la Unión Europea.  No les hagamos el caldo gordo.