Las sorpresas de la sorpresa
Mientras escribo este artículo, tarareo “La vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida”. canción de Pedro Navaja, que les aconsejo que recuerden para acompañar la lectura de estas letras, porque les hará más amena su lectura e, incluso, les puede animar a dar unos pasos de baile, que nunca vienen mal.
La primera sorpresa de la sorpresa que les voy a comentar es la de Ramón Tamames, que como sabrán la mayoría de ustedes es el candidato de Vox en la moción de censura presentada por dicho partido político. Pues bien, la sorpresa no es que con el currículo que tiene el prestigioso economista y exdirigente del PCE –y con cerca de 90 años- haya aceptado la oferta que le ha hecho Santiago Abascal -lo que ya tiene su miga-, sino que los postulados que está haciendo públicos en distintas entrevistas que esta concediendo, difieran tangencialmente de los esgrimidos por el citado grupo, hasta tal punto que será todo un espectáculo ver las caras de los presentes en el hemiciclo cuando el señor candidato suba a la tribuna.
La segunda sorpresa de la sorpresa a la que me voy a referir, es la noticia que he visto en una cadena de televisión, en la que se hacían eco de que, según la información ofrecida por las autoridades sanitarias las enfermedades de transmisión sexual se han multiplicado en nuestro país de forma exponencial entre los jóvenes, tanto en las mujeres como en los hombres. Si ya por sí causa sorpresa que se produzcan esta alza en el número de contagios, lo es más cuando la causa de los mismos no es la despreocupación por el riesgo o los encuentros exprés, sino la falta de educación sexual o desinformación según manifiestan los entrevistados. Sorpresa, digo, teniendo en cuenta la madurez en materia sexual de la sociedad, de la cantidad de campañas y planes educativos que se han y se están llevando a cabo, sí es así, algo está fallando.
La tercera –y última por hoy- sorpresa de la sorpresa es la que nos estamos llevando con el precio de los alimentos, y no tanto por el monto de la cesta de la compra al que, por desgracia , ya nos estamos acostumbrando, cuanto por la revisión que hacemos cuando hemos pasado por caja, ya que una vez que hemos satisfecho el magro importe y retirado el carrito unos metros para que nadie observe la operación, repasamos uno por uno los productos adquiridos y sus respectivos precios y ¡oh, sorpresa! comprobamos que no se han equivocado ni en un céntimo.
Espero que no se hayan aburrido mucho con la lectura de lo que antecede, pero me complacería más que siguieran tarareando la canción y que la coreografía que hayan improvisado, terminara con un giro de 360º. Se sorprenderán del resultado.
