Una oferta unitaria
Un par de recientes noticias, el crecimiento en el pasado año de la afluencia de visitantes al Parque Arqueológico de Segóbriga –66.405, el mejor registro desde 2007 y la quinta cifra más elevada de la serie histórica que comenzó en 2002– y la celebración el sábado 24, de unas jornadas de divulgación de las minas romanas de lapis specularis de Las Cuevas de Sanario en Saceda del Río organizadas por el CEDER de la Alcarria Conquense en colaboración con el ayuntamiento de Huete, venían a recordarnos, una vez más, la importancia del patrimonio arqueológico de origen romano de nuestra provincia, una riqueza histórica y a la par, en paralelo, de una clara potencialidad turística a la que habría que preguntarse si le estamos sacando todo el beneficio posible. Porque evidente es que una provincia cual la nuestra donde al trío de yacimientos urbanos conformado junto a la citada Segóbriga, por los de Ércávica y Valeria se ha venido a unir en los últimos tiempos el de la villa de Noheda con su excepcional mosaico y el progresivo descubrimiento del resto de sus elementos, y que además de la asimismo mencionada instalación de extracción del espejuelo de Saceda acoge ya en oferta para visitantes las de La Mora Encantada de Torrejoncillo del Rey o de La Vidriera y La Condenada de Osa de la Vega, y recorrida por calzadas que van de la que unía Complutum con Carthago Nova a la que con destino en Caesaraugusta la cruza, sin olvidar otros puntos de atracción menos publicitados como por ejemplo el llamado Mausoleo de Llanes en Albendea, y sin, por supuesto, dejar de lado la propia colección que alberga en la capital el Museo de Cuenca –al que, por cierto, no le vendría nada, pero que nada mal, una potenciación de sus posibilidades tanto de espacio como de exhibición– posee un abanico de ofertas que si bien es verdad que han ido adquiriendo progresiva presencia en el conocimiento público de nuestro país, pero presencia puntual, es más que probable que ganaría posibilidades con una oferta unitaria hábilmente organizada –con, pongámonos estupendos, las instituciones públicas trabajando en alianza con la iniciativa privada– que, más allá de realidades actuales más bien restringidas por la condición y número de sus usuarios como es el sendero de gran recorrido GR-163, denominado precisamente “La Ruta del cristal de Hispania”, y las existentes ofertas a puntos concretos de ese mapa, pusiera de la manera más fácil, coordinada y funcional posible toda esa riqueza en conjunto al alcance de sus potenciales usuarios en una acción que –copiándoles casi textualmente sus palabras a expertos tan reconocidos como Alberto Moreno Melgarejo, de la Universidad Europea de Madrid. e Ignacio Sariego López, de la Escuela Universitaria de Turismo Altamira de Santander– aunara una gestión turística específica que garantice su preservación, conservación y puesta en valor y ofrezca unos servicios básicos a los usuarios en la que museos y centros de interpretación tengan una temática relacionada entre sí, las rutas arqueológicas estén estructuradas bajo un eje temático común e incluyan los eventos y festivales relacionados ya sean realizados en espacios monumentales o en espacios anexos, sin, por supuesto, olvidar, en paralelo ámbito, los trabajos de investigación que deben seguir llevándose a cabo. ¿No les parece?
