Negras tormentas

Huelga, huelga, huelga.   Manifestación, manifestación, manifestación.  Así vivimos.  Abogados, sanitarios, empleados de Inditex, estudiantes de Periodismo, taxistas, profesores y ofendiditos varios; entre otros. Las chicas de Inditex –porque en este mundo que desterró el machismo hace siglos, son chicas las que se dedican a vender ropita– se consideran mal pagadas.    Ellas no valoran que su jefe (ahora jefa) se ahorre los impuestos que ellas pagan a cambio de alguna donación altruista a la sanidad que ellas pagan y algunos intentan privatizar.  Desagradecidas.  ¿Comunistas también?  

En realidad, cada caso es diferente, y sería cuestión de ir mirando uno por uno para ver qué se cuece en cada sitio; pero cada huelga, cada manifestación es posible, únicamente, porque aún no hemos privatizado del todo la libertad.   Todavía somos libres para poder manifestarnos.  Eso sí, en nuestro tiempo libre, porque no siempre, ni todo el mundo se puede permitir hacer huelga.   No somos libres para escoger entre una sanidad pública y privada, por ejemplo, si no tienes el dinero que te abre la segunda puerta. En definitiva, la dignidad o la libertad solo existen para aquellos que se la pueden permitir.  Como diría un comunista confeso: «Tener no es signo de malvado y no tener tampoco es prueba de que acompañe la virtud; pero el que nace bien parado, en procurarse lo que anhela, no tiene que invertir salud».