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Alba María Martínez Vicente
Alba María Martínez Vicente
23/04/2020

El mundo tras el Coronavirus

La economía circular como modelo viable para seguir sustentando el mundo

 

Todos nos preguntamos cómo será la vuelta a la normalidad, si es que puede existir algo parecido tras la crisis del Covid-19, donde se ha puesto en juego el mundo tal y como lo conocemos. Hemos asumido que pueden surgir riesgos a los que nadie es inmune. En el informe anual del WEF sobre riesgos globales, Global Risks Report, insisten en los fenómenos que se pueden suceder, desde las migraciones climáticas, la pérdida de la biodiversidad, las crisis alimentarias, los ciberataques hasta pandemias como esta, que tan lejana se nos antojaba hasta que la sufrimos.

El mundo despertó a la crisis climática, concienciados porque los efectos ya empezaron a sentirse. Tras el parón por la crisis sanitaria provocada por el Coronavirus se ha dado un respiro al mundo. No será lo suficiente para que se recupere. Puede ser un buen momento para replantearnos la implementación de una economía circular, como primer paso para cumplir con las metas climáticas. Los beneficios incluyen crear ciudades más habitables e incentivar la innovación, algo que inevitablemente, tras la pandemia, cambiará para poder mantener la distancia social o para que los negocios salgan adelante tras la crisis económica.

Es tiempo de empatizar y comprender lo valioso que es el tiempo, la familia, los amigos, la poca importancia que dábamos a tener libertad, hasta que te falta, o que la felicidad la da el disfrutar de las pequeñas cosas de la vida, todo lo que ahora echamos de menos. La importancia de la naturaleza y de reconectar con el mundo. Muchos desde las paredes de nuestra casa extrañamos, recordamos, cómo sería un paseo por la montaña o un atardecer en la playa. Otros, tras decretarse el estado de alarma, huyeron a sus “segundas residencias” en el pueblo o en la costa, huyendo de la enfermedad o buscando un lugar tranquilo, un sitio donde, una vez desprendido de las obligaciones, del trabajo, sin que la prisa nos empuje, tal vez, nuestras preferencias donde vivir sean otras.

Tras el Covid-19 habrá un claro cambio de mentalidad, las ciudades se repensarán, así como la manera de relacionarnos y nuestras conductas. Nos encontramos en un momento en el que sería interesante plantear cambiar nuestra economía extractiva “extraer-producir-desperdiciar”, que se basa en combustibles fósiles y no maneja los recursos a largo plazo. Según el estudio de la Fundación Ellen MacArthur, Completing the Picture: How the Circular Economy Tackles Climate Change (2019) , es necesario un cambio radical para que el mundo retome el camino para lograr cero emisiones hasta el 2050 y cumplir la meta de 1,5ºC establecida en el Acuerdo de París. Dice, haberse demostrado que el marco de la economía circular puede mejorar la calidad del aire, reducir la contaminación del agua y proteger la biodiversidad. “Sus principios ofrecen a las empresas una serie de oportunidades de innovación que reducen costos de materiales, aumentan el uso de activos y responden a las demandas cambiantes del cliente. Estos atributos forman un caso convincente para ver a la economía circular no solo como una opción a tener en cuenta, sino como un marco poderoso de soluciones para un futuro próspero”.

Según el estudio de la Fundación MacArthur, hasta la fecha, las iniciativas para enfrentar la crisis se han enfocado a una transición hacia la energía renovable. Estas medidas solo abarcan el 55% de las emisiones. El 45% restante proviene de la producción de autos, ropa, alimentos y otros productos que utilizamos diariamente. “No pueden ser ignorados. La economía circular puede ayudar a completar la imagen de la reducción de emisiones, al transformar la manera en que producimos y usamos los productos”. Productos de los que se puede repensar su uso y su forma de producir.

ASPECTOS QUE HAN CAMBIADO TRAS LA COVID-19

La gestión más efectiva de la sostenibilidad es a nivel local. En los comercios de los pueblos y de barrio han aumentado las ventas, por la proximidad, por la confianza en el trato, en las medidas de higiene adoptadas… la gente no viaja a la capital de provincia o a las grandes superficies para realizar sus compras. Tras estos meses, posiblemente, algunos sigan confiando en las tiendas de proximidad y se retome esta costumbre, convirtiéndose en algo habitual.

Tenemos que volver a los valores de solidaridad y humanidad. Dejar de pensar en el yo para pensar en un nosotros. La crisis está emergiendo el sentido de la solidaridad que tenemos interiorizado. Se puede ver en las numerosas redes de apoyo que han surgido, siendo muy efectivas en el ámbito que abarquen. La sociedad se ha volcado en prestar ayuda, a quien lo necesite, con lo que puedan aportar. Anónimos a las personas mayores más vulnerables. Empresas, pequeños comercios han reorganizado sus cadenas de producción y logística para ponerlos a servicio de la fabricación de material sanitario.

La vuelta a los valores del respeto a la naturaleza, el amor al campo, la vida en nuestros pueblos y la importancia de lo sencillo, quizá, sean algunas de las enseñanzas que nos ha dado esta situación. Dejándonos claro que las certezas ya no existen, habrá una vieja normalidad que dejamos atrás para afrontar una nueva normalidad, tal vez más humana y consciente. Queda por ver cómo seremos con esta segunda oportunidad.

 

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