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Fiestas patronales

 

Las fiestas patronales, que ya han comenzado a celebrarse como todos los años en el periodo de buen tiempo en nuestra comarca, tienen orígenes, en general, bastante remotos y leyendas o hechos que intentan explicarlas. Tal vez, yendo más atrás aún, sean un agradecimiento primigenio a la madre Naturaleza.

Lo que nadie duda de ellas es el fuerte carácter tradicional que aúna religiosidad, recreo y diversión. Sin embargo, aparecen de vez en cuando opiniones sobre su ranciedad. El otro día leíamos en una red social la queja de un visitante donde criticaba que las fiestas no habían cambiado y que los toros, la banda de música y la religión copaban la mayoría de los actos programados como hace muchas décadas.

Superfluo análisis, a mi entender, ya que la tradición es mucho más: además de la devoción religiosa (por orígenes y fe) y del componente lúdico-festivo (como celebración también propia) podemos encontrar muchas otras connotaciones que rodean y dan sentido a las fiestas patronales.

Para gente madura, el reencuentro de las familias, las charlas con los amigos que hace meses que no ves y la rememoración de anécdotas, incluso de seres queridos que ya no están, son grandes alicientes. Para los más jóvenes, y sin querer hacer ningún tipo de apología, el primer botellín, el primer baile, el primer beso, la primera peña, etc. formanparte de estos días anhelados de la fiesta mayor. Para muchos, el espectáculo taurino crea una expectación anual cuya faena se comentará durante muchos meses. Para los niños, tirar petardos, disparar escopetillas trucadas de plomos, comer almendras garrapiñadas, subir a los coches eléctricos o a los caballitos con esa nerviosa placideztípica de su edad serán momentos de la infancia feliz. Para todos, echar un baile en la verbena en la plaza del pueblo o ver el espectáculo pirotécnico es algo extraordinario y tan deseado que roza la felicidad plena.

No hay que olvidarse que unas personas dignas de loa se preocupan de organizar y desarrollar estos días y que merecen el mayor respeto del resto de los deleitantes.

Por supuesto que son usos y costumbres que poco varían con el paso del tiempo, pero, por eso mismo, son momentos seguros con tu gente en tu patria chica: la sonrisa y la serenidad está en todos los rostros de los que acudimos anualmente a celebrar sabiendo además que lo que pasará este año no diferirá casi nada del año pasado y de hace dos.

Ahora bien, si queremos otras diversiones y otras fes, pues acudamos a macroconciertos, a fiestas privadas, a raves, a sectas, a circos, a orgías o a cualquier otro espectáculo lúdico-festivo-cultural donde también se goza, pero de otra manera, y dejemos a cada cual con lo suyo.

Aunque a algunos no les gusten y critiquen, las atávicas fiestas patronales cumplen año tras año con su labor de unir y hacer disfrutar a los vecinos y visitantes de nuestros pequeños pueblos que son y serán nuestra cuna.