"Están aquí"

Están aquí y menos mal!

Así se presentó Adán a nuestra tertulia para perfilar este artículo. Caritas diocesana había repartido el domingo, día del Corpus Christi, su memoria anual correspondiente a 2020.

Nuestro compañero habló largo y tendido sobre este asunto y no solo de Caritas sino también de Cruz Roja (reciente protagonista de algunas de las acciones en fronteras cuyo valor simbólico trascendió al del arduo y meritorio trabajo que realizan día a día) y de otras muchas organizaciones que, según él, constituyen las puntas de lanza del “ejército de salvación”, que cada vez en mayor número conforman las vanguardias de la sociedad civil y que de modo voluntario luchan ( perdonen el uso del leguaje bélico del que huimos por sistema en nuestros escritos) por poner freno, no ya a la desigualdad, sino a la velocidad con la que crece.

También en esta ocasión hay números en el texto. No usamos de ellos habitualmente para evitar convertir en una estadística más el fondo del asunto que tratamos. Un número suele ser un resultado, pero contar el problema, su naturaleza, es poner rostro a quien lo padece, es humanizar a quien lo sufre y también a quien ayuda a soportarlo para evitar que sus efectos sean irreversibles. (No aplaudíamos a un número, aplaudíamos a hombres y mujeres a quienes cada cual ponía cara y mostrábamos gratitud a las ocho en punto cada día).

Es acercarse hasta sentir la llegada de la empatía y tomar conciencia, no solo conocimiento, de que hay vidas para las que el respeto a su dignidad es solamente una máscara que expresa sarcasmo, una declaración sin ningún valor y cuya carencia nos empobrece a todos. Relean la Constitución Española y entenderán nuestras razones.

Caritas diocesana invirtió el pasado año más de 2,5 millones de euros en desarrollar sus labores aquí. Sus fuentes de financiación fueron mayoritariamente privadas (53%). El resto se lo repartieron las instituciones destacando lo invertido por el gobierno regional (0,9 millones).

Con ese dinero y con el trabajo de 294 voluntarios y del resto de trabajadores de la organización, atendieron a 4368 personas.

El mayor volumen de inversión se dedicó a la atención de personas mayores seguido de programas de economía solidaria y de acción en el territorio. Y reservaron una partida pequeña pero cargada de valor simbólico para la cooperación internacional, como si quisieran decirnos que el hambre no tiene fronteras y que, a pesar de todo, seguimos siendo unos privilegiados.

En ese mensaje de solidaridad para con las personas a las que rechazamos y no solo en las fronteras, Cruz Roja ha enviado mensajes inequívocos, como faros que nos advierten del peligro que corremos conviviendo también con bolsas de exclusión formadas por personas que no han nacido aquí y que son usadas como armas arrojadizas en el hoy belicoso escenario político.

Desde esta tribuna siempre hemos mantenido que la defensa de los derechos humanos, de los derechos de ciudadanía y del respeto a la dignidad de las personas, entendida como la capacidad para decidir el propio destino, es competencia inequívoca de las instituciones públicas y que debe financiarse a través de los presupuestos públicos. No pueden ni deben quedar a la discrecionalidad de la solidaridad privada, que no obstante siempre permitirá mejorar esas políticas.

Vamos, que el hambre es competencia del Estado y que poner amor a paliarla es propio de las personas.

¡Están aquí y menos mal!