Equilibrio
En los lejanos tiempos en que estudiábamos en el Instituto se nos decía que el equilibrio físico es el estado de un sistema sobre el que actúan diversas fuerzas con efectos contrarios que se neutralizan. Por ejemplo el peso del mismo y la tensión de la cuerda que lo sujeta al techo.
Nos decían también que existen diferentes clases de equilibrio: estable e inestable, dinámico y estático, aunque este último era más una definición teórica que una realidad en un Universo en expansión continúa y acelerada, pues es la aceleración el signo de que un sistema físico no está en equilibrio.
Naturalmente si hablamos de “sistemas no solamente físicos” tenemos que empezar a colocar adjetivos que orienten al alumno en la comprensión de un concepto cuya consecución sigue constituyendo la gran aspiración de la mayor parte de las personas que poblamos el planeta, aún cuando nos obstinemos en no pensar en ello e incluso despreciar sus efectos. Por muy variadas razones.
La actividad humana debería dedicar más tiempo al estudio del modo de alcanzar para todos el estado de equilibrio dinámico, tratando de ver la manera de que se compensen las fuerzas que actúan sobre el “sistema social” produciendo efectos contrarios. Hasta ahora no podemos decir que hayamos obtenido grandes éxitos si lo tratamos de modo global.
Hoy el mundo sigue siendo profundamente inestable, francamente desequilibrado, hasta el extremo de que cuando vemos los esfuerzos que algunos hacen por buscar el equilibrio para minimizar el efecto de esas fuerzas antagónicas sobre el “cuerpo social”, sobre el sistema complejo que es ese cuerpo, no solo no producen admiración, comprensión o aplauso sino fuertes críticas y descalificaciones.
Es evidente que la pandemia que sufrimos tensiona el sistema con efectos contrarios. De una parte, la depauperación de la salud que exige la aplicación de “fuerzas sanitarias” de la máxima intensidad.
De otra, la retirada de importantes “fuerzas económicas” fruto de la parálisis a la que conduce la obligada práctica de la medicina preventiva que se decretó por el Gobierno de España, como principal tratamiento en la lucha por minimizar los efectos sobre la salud del Covid 19 (coronavirus identificado muy al final del año 2019, de ahí el numerito que aparece en su nombre).
Y es en clave de equilibrio en la que hay que buscar la acción del Gobierno, es decir, en el intento desesperado de encontrar el punto de equilibrio entre las medidas para tratar de optimizar la protección de la salud de la población y proteger la economía para evitar que el motor se gripe, deje de funcionar y evitar de ese modo los efectos devastadores que su paralización absoluta tendría sobre nosotros. Especialmente sobre los más vulnerables y pobres de la comunidad.
De aquí los dos ejes de acciones que contemplan las normas aprobadas:
Sanitarias y económicas.
Fiar las primeras a las personas que con su confinamiento obligado suponen un modo de práctica de la medicina preventiva, que deja de ser una opción personal para convertirse en una fuerza social a cuya solidaridad se apela con acierto. Compromete también, ingentes cantidades de recursos económicos, de efectivos y de apoyos externos, en el refuerzo de un sistema sanitario en pleno proceso de recuperación de la crisis anterior, que produjo sobre el que era considerado el mejor, o uno de los mejores, del mundo un severo recorte.
En cuanto a las medidas económicas ordena poner a ralentí la actividad, limitando la libertad de empresas y particulares aplicando también sumas mareantes de dineros que después deberemos pagar entre todos, pues “los dineros no caen por la chimenea”.
Parar completamente la economía del modo radical que algunos proponen, tendría efectos devastadores sobre la vida de la gente y sería despreciar las lecciones que la historia nos enseña a cerca de las consecuencias de olvidarnos de la búsqueda del equilibrio aunque sea inestable.
¿Acertó el Gobierno?
¿Un juicio crítico en medio de una operación de alto riesgo es acertado, cuando no se cuestiona el procedimiento sino solo el tamaño de la incisión para llegar hasta el mal que se pretende extirpar?¿Qué certezas existen sobre la eficacia de medidas alternativas ante una pandemia que tiene apenas cuatro meses de vida?¿ Esa gran desconocida ya ha parido grandes sabios que inundan nuestras tertulias, nuestras redes, nuestra política?
También en el ámbito de la crítica política es deseable alcanzar el equilibrio. Dinámico, por supuesto.
¿Cómo?
¿QÚIZAS HACIENDO QUE LOS PODERES SANITARIOS HABLEN DE ECONOMÍA Y QUE LAS FUERZAS ECONÓMICAS HABLEN DE SALUD?
¡Menuda paradoja!
Queda dicho.
