8M: continúan ladrando

Un año después, siguen ladrando, luego cabalgamos. Si en 2020 se culpó al 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, de todos los males pandémicos, esta edición, desde mucho antes de llegar, no ha sido menos y se ha arremetido contra la efeméride desde todas las partes de una manera que rezuma tufo a machismo.

Vaya por delante que, debido a la situación sanitaria en la que nos encontramos, no es nada recomendable la celebración de ningún acto que suponga la concentración de un gran número de personas y en el que el coronavirus pueda campar a sus anchas. El derecho a la reunión y a la manifestación choca en las circunstancias actuales con el derecho a preservar la salud de toda la ciudadanía.

Pero si se critican las manifestaciones, deben criticarse todas, con independencia de quien las organice porque, si no, al final vamos a tener que acabar pensando que lo que se está atacando es al feminismo. Y desde luego que eso es lo que parece.

Porque desde que empezó la pandemia, se han manifestado y concentrado diversos colectivos: desde Vox en pleno estado de alarma a los hosteleros, pasando por las protestas contra la nueva normativa educativa, la llamada ‘ley Celaá’. En nuestra ciudad, sin ir más lejos, también se concentraron recientemente los trabajadores de Siemens Gamesa para protestar por el cierre de la planta y este mismo sábado día 13 de marzo está prevista una movilización de ‘Pueblos con Tren’ en defensa de la línea de tren convencional Madrid-Cuenca-Valencia.

Y ha habido muchas más protestas por todo el país pero ninguna ha sufrido una campaña preventiva de acoso y derribo como la que se ha hecho contra el 8M, contra unas manifestaciones que en ese momento ni siquiera se habían convocado. En el caso de Cuenca, directamente no han llegado a organizarse.

Pero por las redes sociales de todo el país ha pululado una publicación que decía: “Si eres una mujer íntegra, el 8M quédate en casa, por ti y por los demás”.

La verdad es que el mensaje no es demasiado extraño porque es el sitio en el que ha estado relegada la mujer durante siglos. Pero ya salió, mal que les pese a algunos. Y si se quedan este año sin salir a las calles será por un ejercicio de responsabilidad, porque desde el feminismo sí se piensa en la colectividad.

Aunque en el caso de Madrid, no se saldrá a las calles por imperativo ya que la Delegación del Gobierno ha decidido prohibir todas las manifestaciones que han sido comunicadas en torno al 8 de marzo “por motivos de salud pública”. Quizás en la capital sea complicado celebrar una movilización de este tipo guardando todas las medidas de seguridad, pero no se pensó de la misma forma con otras protestas que se han celebrado durante este año de pesadilla y que no se prohibieron.

Si un año después siguen ladrando, es que el feminismo continúa cabalgando y eso molesta a algunos sectores. Pero aunque este año no se salga a las calles en la mayoría de ciudades del país para reivindicar una igualdad real y efectiva, desde luego que no van a callar a las mujeres.