Árboles, talas, explicaciones y planes

El salto a conocimiento público, entre el martes y miércoles pasados, del permiso solicitado por el Obispado conquense para la tala de dos soberbios ejemplares arbóreos –dos pinsapos aunque en algún momento se hablase de cedros o de cipreses– enraizados en el patio trasero de la catedral y elementos consuetudinarios de la silueta urbana de la ciudad sobre la hoz del Huécar, permiso solicitado, según señalaban sus peticionarios, por motivos de seguridad y en evitación de posibles riesgos personales y patrimoniales ante la creciente inclinación de ambos ejemplares, originaba una reacción ciudadana en contra de su desaparición que se hacía especialmente presente en las redes sociales, recogida de firmas incluida, en colectiva acción en la que sin duda influía el antecedente de la polémica –habría venido a llover sobre mojado– que días antes ya había habido en la ciudad a propósito de la eliminación de la flora y el derribo del gran cedro del solar del derruido edificio del antiguo Sanatorio de San Julián.

Con independencia de la decisión que –hay que esperar y desear que apoyada en el dictamen de expertos– se pueda tomar bien sobre esa corta o bien sobre las medidas que se pudieran adoptar, si es posible, que igual las hay, para salvar tales ejemplares evitando esos señalados riesgos, y que cuando se escriben estas líneas aún no se conoce, hay que felicitarse de que los conquenses vayamos tomando conciencia de la necesidad no sólo de proteger nuestro patrimonio natural sino de actuar y presionar para que ello sea posible.

Bienvenido sea también, por tanto, ese anuncio por parte del grupo municipal Podemos Cuenca en Marcha de la presentación en el próximo pleno del consistorio de una moción para que el ayuntamiento elabore un catálogo de árboles monumentales y singulares, algo que bien podría, piensa uno, enmarcarse en ese Plan de Infraestructura Verde cuya redacción ha sido tan recientemente aprobada por el propio plenario municipal precisamente para ordenar y gestionar de forma estratégica el desarrollo y rehabilitación de las zonas verdes de la ciudad en sesión en la que también se aprobó la creación de un parque fluvial en las riberas del Júcar, ambos con dotación de los fondos europeos EDUSI, ya saben la Estrategia de Desarrollo Urbano Sostenible incluida en el programa Europa 2020 de la Unión para el crecimiento y el empleo. Porque de eso justamente se trata: de que la ciudad sea quien planifique, en colaboración con las instituciones que legalmente tengan voz y parte en tales temas –léase por ejemplo la Confederación Hidrográfica– las acciones medioambientales y conservacionistas lógicas en una población –tantas veces calificada, por cierto, como “ciudad jardín” y que estos mismos días se presenta como colaboradora de la madrileña Cumbre del Clima– con un hacer que a su vez sea, debe ser, no lo olvidemos, respaldado por nosotros, sus vecinos, tantas veces indiferentes a este respecto, mediante un cambio de actitud del que ojalá sea esperanzadora primicia esa movilización ciudadana con cuyo comentario iniciaba este articulista su texto de hoy.