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“La velocidad es muy mala para la creatividad”

El actor Emilio Gutiérrez Caba protagoniza, junto a Carlos Hipólito y Malena Gutiérrez, 'Copenhague'
“La velocidad es muy mala para la creatividad”
Foto: Producciones Teatrales Contemporáneas
07/02/2020 - Dolo Cambronero

Le corre teatro por las venas. Emilio Gutiérrez Caba (Valladolid, 1942) pertenece a una de las sagas de intérpretes más ilustres de nuestro país. Ahora se ha puesto en la piel del gran científico danés Niels Bohr en la obra Copenhague, dirigida por Claudio Tolcachir, con la que recala este viernes 7 de febrero en Cuenca. A partir de las 20:00 horas, el Auditorio acogerá la recreación del encuentro que mantuvo su personaje en 1941 con su exalumno Werner Heisenberg (Carlos Hipólito).

¿Qué es Copenhague?

Es un texto apasionante sobre la ética de los científicos. También habla de las relaciones humanas, entre profesor y alumno, y entre un matrimonio que acoge en su familia como a un hijo a Heisenberg. Él es alemán y ellos son daneses; estalla la Segunda Guerra Mundial y todo se va al garete. La obra trata la influencia que tiene esa guerra en las relaciones humanas. Van a ver un espléndido montaje de Claudio Tolcachir. Es un hombre lleno de sensibilidad y de buen gusto en el escenario.

¿Cómo es Niels Bohr?

A cualquiera de los dos personajes se les puede ver como víctima y como verdugo. Son los padres del principio de incertidumbre o de la complementariedad, entre otros. Ambos colaboraron para que esas teorías llegaran a ponerse en pie. Tuvo cuatro hijos con la mujer que sale en escena, a la que interpreta Malena Gutiérrez. Fue muy querido en los medios científicos pero seguramente él tuvo el remordimiento de haber participado en la fabricación de la bomba atómica. Es un personaje lleno de humanidad. Pero esa humanidad se encuentra con la guerra, igual que le pasa a Heisenberg, lo que ocurre es que él es de un país agresor y se encuentra con Bohr en un país que está invadido por ellos.

¿No es una historia de buenos y malos?

No hay ni buenos ni malos aunque hay algunos que está probado que eran malos. Pero a veces los seres humanos nos vemos empujados a hacer cosas que no nos gustaría haber hecho, que creo que es lo que le pasa a Heisenberg. Y los que tiraron la bomba atómica fueron los americanos. Los nazis cometieron tropelías sin fin como el holocausto judío y una serie de lindezas que dejaron arrasada Europa, pero los americanos e ingleses no les fueron a la zaga. Al final, el ser humano es víctima de otros y hasta que eso no se arregle, vamos a seguir igual. Y parece que no se arregla.

¿Qué le ha enseñado este personaje?

En primer lugar, física nuclear... [Risas] Bueno, me ha hecho introducirme en los principios... También me ha aportado unos datos históricos de los que yo tenía más o menos conocimiento pero no con tanta profundidad. Con esta obra, he entendido esa parte. Y me ha dado la posibilidad de trabajar con Carlos Hipólito después de muchos años; con Claudio Tolcachir, por primera vez; y con Malena Gutiérrez, una excelente actriz. Han sido varios los motivos por los que esta representación me ha aportado riqueza. Cualquier obra te aporta algo, unas más que otras, y Conpenhague me ha dado mucho.

La obra no está planteada de forma lineal. ¿Cómo la está acogiendo el público?

Está respondiendo muy bien. Es una brillantísima puesta en escena de Claudio y gusta mucho. El tiempo que estuvimos en Madrid estaban llenas las funciones y el mes que viene regresamos debido al éxito que tuvimos. Y en el resto de España, ha respondido muy bien. Es una obra difícil por los términos científicos pero muy fácil si uno se queda con los aspectos humanos. A veces nos preguntábamos si se entendían los aspectos de física nuclear y la vuelta al pasado y al presente, pero creo que se entienden muy bien si uno acepta la convención del juego escénico. Están ya los tres muertos y hablan del presente y el pasado porque lo temporal no existe. En un momento determinado, alguien dice que solo existe el presente. El pasado ya es pasado y el futuro es pasado enseguida. Cuando eso se comprende, lo que está pasando en escena, puede haber pasado o puede llegar a pasar, se entiende perfectamente.

"Niels Bohr fue muy querido en los medios científicos pero seguramente él tuvo el remordimiento de haber participado en la fabricación de la bomba atómica"

¿Qué hace tan potente al teatro?

Te lo hacen exclusivamente para ti. Es un hecho irrepetible. Es la ventaja que tiene frente a la televisión o el cine, que se pueden ver ad infinitum. El teatro tiene también el contacto con el público, que forma parte del espectáculo. Si es muy bueno, va a hacer que la función sea mucho más potente. Y si es mal receptor, será menos potente. No solo es responsabilidad de los actores sino también del público. Y eso me parece un milagro extraordinario. Es la esencia del teatro.

¿Cómo ha cambiado el mundo de la interpretación desde que empezó?

Luis San Narciso, que es un admirable director de casting, hablaba de la velocidad enorme con la que cambian las cosas, mes por mes o semana por semana. Cuando hablo con mi hermana Julia, percibimos que hay una velocidad de cambio que seguramente es muy buena para la sociedad en algunos aspectos. Pero en el aspecto creativo, creo que es muy mala. También decía Luis San Narciso que se están haciendo muchas cosas a la vez en televisión o cine pero la pregunta es si se hacen con el tiempo y la exigencia estética, artística y humana que hace falta, sobre todo humana, o de forma consumista. La respuesta es consumista. Todo es de usar y tirar. Y en el arte eso es muy mala condición. Se ha visto el cambio en teatro, cine y televisión. El listón ha ido bajando mucho, poco a poco, y eso no es bueno.

De todos los personajes que ha interpretado, ¿a cuáles les tiene más cariño?

A varios. Le tengo un cariño enorme al Arthur Kipps de La Mujer de Negro; al don Diego de El sí de las niñas; al Pepe de Olvida los tambores; a este Niels Bohr de Copenhague; y al personaje que interpreté con la entrañable Ángela Molina en César y Cleopatra.

Ha publicado el libro El tiempo heredado, con la historia de su familia. ¿Cómo fue la experiencia?

Me ha costado conseguir los datos, hacerme una recomposición de varios silencios que había habido en mi casa. Yo nací en el año 42 en tiempo de silencio. Cuando me puse a escribirlo, me costó menos de lo que pensaba porque hablaba de algo que conocía muy bien, mi familia. Hay gente que me reprocha que lo que tenía que haber hecho era escribir sobre mi vida y no sobre mis hermanas o mi tía o mi madre. Pero es que el libro pretende contar la historia de las mujeres de mi familia y habla de la importancia que han tenido económica y socialmente en nuestro devenir. Es la memoria de una familia teatral.

¿Otros proyectos entre manos?

Muchos. En mayo tengo que ensayar la obra Galdós enamorado, que se hará en las Islas Canarias. Y la semana que viene se pone en escena en Madrid un recital sobre Farinelli, que es un famoso castrato, en el que pongo voz al narrador. Y también estoy preparando otro libro para el año que viene que se llama Actores en proceso, en el que sí hablo ya de mí. También haré recitales sobre Delibes.