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"Salir en Turbas es sentimiento y tradición, se me pone la piel de gallina solo de pensarlo"

Esta conquense de 43 años comenzó a vivir la madrugada de Viernes Santo desde dentro de Las Turbas en 2016
"Salir en Turbas es sentimiento y tradición, se me pone la piel de gallina solo de pensarlo"
Laura Saiz Muelas. Foto: Rebeca Pascual
14/04/2022 - Dolo Cambronero

En 2007, el Grupo Turbas levantaba el veto a la participación femenina en la procesión Camino del Calvario, la más emblemática de la Semana Santa conquense. Desde entonces, su presencia ha ido creciendo paulatinamente. Una de las mujeres que se han incorporado en este tiempo es Laura Saiz Muelas, de 43 años, quien comenzó a vivir la madrugada de Viernes Santo desde dentro en 2016 aunque siempre la ha disfrutado como público. Después de tres años sin desfile procesional –tras acortar su recorrido en 2018 debido a la lluvia, en 2019 se suspendió también por el agua y los dos siguientes, por la pandemia–, espera impaciente el emotivo regreso: “Es sentimiento, tradición. Se me pone la piel de gallina de pensarlo”.

Con todo, esta conquense lamenta que todavía hay gente “reacia” a la presencia femenina en Las Turbas, que escenifican el escarnio popular que sufrió el Señor cuando iba camino del Calvario para su crucifixión y acompañan a los cinco pasos que forman parte de la procesión. De hecho, le han llegado a decir que “las mujeres, para llorar a Jesús y los hombres, para la burla”. “Y ha sido gente joven”, asegura, añadiendo que hay personas mayores que son mucho más comprensivas.

También cuenta que una señora reconocía que su hijo “se retira cuando ve a una mujer en Las Turbas”. “Se ha luchado para que estemos en todos los sitios de la Semana Santa pero todavía se siguen viviendo estas situaciones. ¿Tiene más derecho a salir que yo alguien que venga de Madrid solo por que es hombre?”, se pregunta, aunque, no obstante, admite que ese rechazo es minoritario. “Una vez se me soltó la correa del tambor en la procesión y enseguida me ayudaron otros turbos”, relata.

En su caso, su devoción no le viene de familia ya que en esta no hay “tradición semanasantera” pero le han fascinado Las Turbas desde que tiene “uso de razón”. “Lo llevo en la sangre. Por motivos laborales, no he podido salir antes pero la he vivido siempre desde muy dentro y la he enseñado a otras personas que venían de fuera”, explica.

 

"Salir en Turbas es sentimiento y tradición, se me pone la piel de gallina solo de pensarlo"

Para poder obtener la credencial de turbo, hay que formar parte de alguna de las 33 hermandades que dan vida a la Semana Santa de Cuenca –un mínimo de dos años–. En concreto, Laura Saiz pertenece a la de la Soledad del Puente desde hace años y más recientemente, también a la de Ecce-Homo de San Miguel.  

Esta turba lleva participando en la procesión desde 2016 con su grupo de amigos –con el mismo con el que tiene una peña de San Mateo–. Son nueve en total y la mitad son mujeres. Hasta ahora, esta conquense ha ido siempre con el tambor aunque este año se estrenará con el clarín destemplado, instrumento que tocan el resto de sus compañeros. “Hay mucho tambor ya en Las Turbas. Llevo dos años esperando para las clarinás pero no ha podido ser antes por la pandemia”, señala.  

Un instrumento con un sonido muy característico y que solo se toca en esta emblemática procesión cuando el tambor calla: cuando Jesús gira en una curva o cuando los banceros levantan el paso después de un descanso.

De antes de participar plenamente en Las Turbas, Laura Saiz recuerda dos momentos especiales. Uno es cuando pudo ver la llegada del desfile procesional a la Plaza Mayor desde el balcón del Ayuntamiento: “Es una gozada. Nunca lo había vivido desde ese punto de vista, desde arriba”. Y otro es de cuando todavía no había control para acceder hasta el entorno de la iglesia de El Salvador y el público general podía asistir a la emotiva salida de los pasos desde esta parroquia. El maremágnum que es esta procesión hizo que acabara “en volandas casi en la curva”.

Sus vivencias ya como turba le han dejado otros momentos todavía más especiales: la salida del Salvador del conocido como Jesús de las Seis, el sonido de los yunques en la fragua, la entrada a la Plaza Mayor y el canto del Miserere desde San Felipe Neri son algunos de los instantes que hacen que año tras año se le erice la piel de emoción.


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