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“En cada crisis de Los Secretos, el público nos ha animado a seguir”

La banda de pop rock actúa el viernes en el Auditorio José Luis Perales dentro de las actividades por el 40º aniversario del Estatuto de Castilla-La Mancha
“En cada crisis de Los Secretos, el público nos ha animado a seguir”
Fotos: Marta Pich
17/03/2023 - Dolo Cambronero

Dice que seguir dedicándose a lo que le gusta cuatro décadas después de haber empezado en el mundo de la música es “un auténtico regalo”. Álvaro Urquijo (Madrid, 1962), cantante y guitarrista de Los Secretos, agradece al público por haber llevado “en volandas” a la banda en un camino salpicado de dificultades y tragedias, entre ellas la muerte en 1999 de su hermano Enrique, líder del grupo. Con todo ese bagaje, la formación de pop rock actúa el viernes 17 de marzo (21:00 horas) en el Teatro Auditorio de Cuenca dentro de los actos organizados por la Junta por el 40º aniversario del Estatuto de Castilla-La Mancha.    

    

 

¿Cómo va a ser el concierto?

El público se va a encontrar a un grupo tocando con todo su cariño y entregándose al máximo. Mientras el cuerpo aguante y estemos en condiciones de dar el 100%, que lo estamos, tenemos capacidad de entretener y de demostrar nuestras aptitudes musicales basadas en la experiencia y en la excelencia. Intentamos tener el mejor repertorio y la mejor banda, y sonar lo mejor posible. Y en eso se ha centrado la historia de Los Secretos. Aunque no les gustemos, alguien que vaya a un concierto nuestro va a decir: ‘Esta gente tocan y suenan bien y se lo toman en serio’. Eso ha sido una constante desde nuestros comienzos, cuando gastábamos el 80% de lo que ganábamos en equipo porque queríamos sonar bien. Era muy importante para nosotros la calidad.               

    

 

¿Cómo es el público de Los Secretos?

Hemos pasado por todas las fases. En el año ochenta, teníamos un público superjuvenil. Luego tuvimos muchas vicisitudes, perdimos a dos baterías y, años después, a mi hermano Enrique, líder del grupo. Y hemos tenido todo tipo de público, de nuestra edad y mucho más joven. Ahora tenemos una paradoja. Yo tengo 60 años, me encuentro genial, y estoy en mi plenitud de capacidades vocales y técnicas para tocar, pero nuestro público es más joven. Tenemos a gente de cuarenta y pocos que igual escucharon de pequeñitos a Los Secretos en su casa. Cuando sacamos el primer disco, mucha parte de nuestro público no había nacido. Hay gente que nos conoce porque se lo recomiendan. Eso ha pasado mucho con nosotros. Y la música tiene ese algo maravilloso y es que no hay un público determinado, ni un rango social, ni una raza... Es una gozada que la gente te responda.  

 

 

¿Cómo ha cambiado desde que empezó a tocar muy jovencito con sus hermanos?

Somos autodidactas al 100 por cien. Hemos tenido la capacidad y el tiempo para perfeccionar. Creo que la energía y fuerza de la juventud estaba un poco mermada por nuestra inexperiencia y falta de soporte tecnológico. Ahora tenemos aparatos que hacen virguerías y antiguamente teníamos guitarras que para afinarlas te tirabas una hora y te duraban una canción. Eso nos ha hecho mejores músicos porque ahora no tenemos que estar pendientes de tantas cosas.

La tecnología nos ayuda. El ímpetu que teníamos en la juventud habrá mermado pero la experiencia y la tecnología nos permiten tocar más a gusto. Con honestidad, el espectáculo que ofrecemos ahora es mucho mejor que el de los ochenta. Yo me he hecho más maduro, he aprendido muchísimo y no dejo de hacerlo. Me considero un aprendiz y lo seré toda mi vida. Todo lo que he aprendido lo hemos intentado utilizar para mejorar el sonido, las canciones… Ahora tengo un estudio de grabación en mi casa y desde 2006 ya grabo todo aquí. Es calidad y comodidad grabar cuando quieres sin horarios.

Tener de aliada a la tecnología nos ha permitido dar un paso de gigante. Aunque yo conozco a gente que no invierte nada en tecnología. Nosotros sí y también hemos invertido tiempo en ensayar. Con eso aumentas la calidad de tu espectáculo y consigues que el público quiera volverte a ver. Algo haremos bien cuando volvemos a los mismos recintos y la gente repite. En su día, nos tomamos muy a pecho todo lo relacionado con el trabajo: letra, música, cómo grabas, cómo cantas y tocas, y cómo lo representas en directo.

Desde 2019 hemos incorporado un miembro más para que haga voces y toque guitarras rítmicas ampliando más los colores armónicos y vocales del grupo. Y como personas, un músico tiene su propia identidad y creo que eso no cambia tanto con el tiempo. Lo que hace a lo largo de los años es perfeccionar y mejorar. También he tomado clases de foniatría. La profesionalidad te da seguridad y te hace sentir relajado en el escenario y te permite ejecutar con más matiz y sentimiento.        

 

Canciones como ‘Pero a tu lado’, ‘Déjame’… se han convertido en himnos. ¿Qué canciones le emocionan más?

Hay canciones que hablan por sí solas, que tienen vida propia. A Pero a tu lado siempre le tendré especial cariño. Nos gustaba mucho cuando la grabamos, en 1995, pero fue un fracaso entonces. Y ahora es nuestro número uno sin que nadie haya hecho una promoción. Se ha convertido en un éxito porque la gente lo ha querido y lo ha viralizado. Te encuentras que la canta un coro de un colegio, un cuarteto… Cuando trasciende a ser algo cotidiano, sin haber pasado por las radios, para mí es una canción muy importante.

Y otra que me gusta mucho es: Está prohibido llorar. Pero la tocamos poco porque tiene poca aceptación entre el público. Y también Dos caras distintas, del mismo disco que Pero a tu lado. Yo compuse la música y mi hermano, la letra. Me parece una canción redonda, muy bien hecha, muy cañera y muy divertida. Pero no tiene tanto éxito como otras y, al final, uno se debe a lo que el público demanda. No puedo anteponer mi criterio al de los espectadores, que nos están manteniendo en todos los aspectos, en el espiritual, económico, musical…

 

 

¿Y qué canción cree que representa mejor a Enrique?

Pero a tu lado define mucho cómo era mi hermano y lo que le motivaba. Esa canción se la dedicó a su hija recién nacida y es un himno a la superación. ‘Ayúdame y te habré ayudado / que hoy he soñado en otra vida / en otro mundo, pero a tu lado…’ Es una canción que puedes utilizar para todo. Para un entierro, un bautizo, una boda, una declaración de amor… Son palabras tan bonitas y una melodía tan sencilla pero a la vez complicada porque lo sencillo es lo más difícil de hacer. Y llega al corazón de mucha gente.

Aunque tal vez la canción más personal de mi hermano y que me cuesta más cantar es Agárrate fuerte a mí, María, que también está dedicada a su hija y cuya letra me sigue emocionando aunque hayan pasado ya veinte años sin él. La música es eterna. Quien le pone caducidad es el negocio que hay alrededor de la música, cuando se está interesado en vender y no en crear calidad y tiene conflictos con esa universalidad y magia. 

 

“La canción más personal de Enrique y que me cuesta más cantar es ‘Agárrate fuerte a mí, María’, dedicada a su hija y cuya letra me sigue emocionando”

La banda ha vivido momentos duros. ¿Cómo se repone uno, a nivel personal y como grupo, tras la muerte de Enrique? 

Como ser humano, te repones fatal. No se supera nunca. Hemos sufrido pérdidas muy jovencitos. Tu mejor amigo y miembro del grupo con el que comienzas a jugar a tocar muere atropellado en las navidades del 79-80. A los cuatro años, fallece el siguiente batería, con quien yo componía especialmente y pasaba mucho tiempo con él porque nos entendíamos. Mi hermano Enrique era más independiente a nivel de composición. Él hacía sus canciones pero yo necesitaba colaborar con alguien. En esos momentos, ¿qué nos ha sostenido? Cuando tienes un bache enorme como es la pérdida de un miembro del grupo, que es descorazonador y también ruina porque no tienes actividad, y quieres tirar la toalla, es ahí donde surge el público.

Después de morir Pedro [Antonio Díaz] en mayo de 1984, estuvimos un año sin trabajar y en un viaje, pasamos a una discoteca a comprar tabaco y estaban sonando Los Secretos cuando no teníamos trabajo y no sonábamos en la radio ni en la tele. Ahí vimos mi hermano Enrique y yo que había un mundo al margen de las discográficas, de los mánager… Nuestra música tenía una vida propia en la gente. Y en esos momentos claves dices: ‘Voy a continuar’.

Y cuando muere mi hermano Enrique, fue exactamente igual. Hicimos un disco de homenaje a mi hermano básicamente para recaudar fondos para mi sobrina, su hija. Y ahí se acababa el asunto. Pero después nos llamaron para ver si queríamos trabajar. Dijimos que no, que no íbamos a tocar sin él. Pero insistieron, nos ofrecieron una gira de conciertos y pensamos en probar a ver qué pasaba. Era principios de 2001 y en un año hicimos 77 conciertos y un disco nuevo.

Fue la gente la que demandó nuestra presencia en los escenarios. Porque no solo basta con querer actuar. Puedes tener mucho talento y no triunfar nunca, y tener cero talento y ser muy famoso y muy rico. No es proporcional. Pero lo que sí necesitas es interesarle al público. Eso es lo que nos ha movido. Crisis tras crisis, muerte tras muerte, hemos podido levantar la cabeza con dignidad porque ha habido un público que nos ha acompañado y empujado.

 

 

¿Cómo surgió el libro ‘Siempre hay un precio’, en el que cuenta la historia de Los Secretos?

Fue un poco por casualidad. En 2019, se cumplieron los 20 años de la muerte de mi hermano y quisimos hacerle un concierto homenaje. Tuvimos 17 invitados. Fue muy bonito pero tuvo una cara rara porque muchos periodistas jóvenes que me entrevistaban me preguntaban barbaridades. Que si era hijo de los marqueses de Urquijo, que si mi hermano era yonki…

Me di cuenta de que había una historia no contada y mucha desinformación. Y cuando vino la pandemia y empezó a morir gente, pensé que si me moría yo también, la historia se quedaría contada a medias. Aprovechando el confinamiento, empecé a juntar mis recuerdos solo para que no se me olvidaran. Un amigo me ayudó a transcribir con la idea de que se pudiera hacer un libro, pero no yo, o una película, una serie... Y, sin decirme nada, lo mandó a una editorial y gustó.

Así surgió el libro. Conté mi realidad y mis recuerdos para que quedara constancia de la historia de Los Secretos, incluyendo las partes malas, tóxicas y de malos hábitos que tanto golpearon en los ochenta y a los que nosotros no fuimos ajenos. Fue un ejercicio de honestidad. Muchas veces hemos sido estigmatizados por sustancias en su época o por la tragedia de la carretera y había dos opciones, o dejarlo todo o seguir luchando. Hemos sido un grupo de luchadores y de resilientes para superar todas las vicisitudes.