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Gastronomía

El sabor tradicional de las Ferias

Encontrarse los frutos secos garrapiñados en pastelerías y puestos ambulantes es habitual
Fotos: Lola Pineda
28/08/2022 - Rubén M. Checa

Con la llegada de las fiestas ya sean estas de San Julián o cualquiera de las patronales, suele ser habitual darnos unos pequeños homenajes gastronómicamente hablando, saltándonos esas dietas o esas líneas rojas que nos solemos marcar a lo largo del año. 

Grandes barbacoas, paellas gigantes, un sinfín de calderetas, diversas sartenes repletas de gachas suelen formar parte de las comidas más típicas, ya sean a través de concursos o comidas populares. 

Pero el dulce también entra dentro de esos alimentos con los que llegamos a ser más permisivos estos días. Y es que, visitando ya sea el recinto ferial de la capital, los turroneros de los pueblos o los escaparates de las pastelerías y confiterías, hay un producto que se convierte en el típico en época de festejos. 

Hablamos de las almendras ya que, gracias a su película garrapiñada, a más de una persona seguro ha hecho salivar cuando se ha visto frente a frente con esa pequeña bolsita llena de este sabroso producto. 

Un producto que Miguel Ángel Serrano, maestro pastelero de la confitería Marisol desde hace cinco décadas, conoce más que de sobra. Aunque las puertas de este establecimiento llevan abiertas ya 60 años, su familia lleva trabajando con estos productos tan típicos de estas fiestas veraniegas incluso más tiempo. 

“Mi padre iba antes por los pueblos cuando llegaban estas fechas y es de lo que se vendía, sobre todo las almendras coloradas con ese rojo característico y la recubierta de blanco, que en Cuenca son como las más históricas”, subraya. 

Ahora, dando una vuelta dentro de esta confitería se pueden encontrar una multitud más de frutos secos con este garrapiñado. Así, a parte de estos dos productos típicos que ahora ya se venden menos, también se encuentra la almendra de Alcalá, este mismo producto también garrapiñado, al igual que la nuez, así como el panchito de cacahuete también con su cubrición de azúcar y agua. 

Unos productos que, como reconoce Serrano, son los más vendidos ahora en esta época llena de fiestas patronales tanto en Cuenca como en los pueblos de la provincia y que, sumado a su alajú, suponen una parte importante de las ventas de estas fechas veraniegas. 

SECRETO

¿Cuál es el secreto para que estos frutos deliciosos nos enganchen? El maestro pastelero de Marisol lo tiene claro. Para que estos productos salgan a pedir de boca la clave es guardar siempre las mismas proporciones tanto de producto como azúcar, y es que por cada kilo de almendra o nuez se añade otro kilo de azúcar junto con un poco de agua. “Luego ya cada uno tiene su técnica para cogerle el punto final y la brillantez”, destaca Serrano. 

Con el paso de los años se ha ido evolucionando en cuanto a los frutos secos que acaban con esta película de azúcar, como la nuez o la pipa de girasol. “Siempre que sacas una cosa nueva, a la gente le gusta, y además lo agradece mucho”, asegura este veterano pastelero.

Aunque todas estas elaboraciones están a la venta todo el año, es ahora en verano y en el marco de las fiestas cuando más se vende. “La gente está costumbrada y tiene asociada esas fiestas patronales con la almendra garrapiñada”, incide Serrano, quien además explica otra clave más para que este producto se funda de la forma más golosa dentro de nuestra boca. 

Y es que, ya sea la almendra, la nuez o el cacahuete, todos requieren que casi siempre sea de fabricación reciente. Todo ello porque el azúcar, “en cuanto hay un poco de humedad, se va”, por lo que cada dos o tres días se hace una hornada nueva de estos productos. 

Antiguamente se podría llegar a vender en torno a 300 y 500 kilos de estos productos, sobre todo a ciertos pueblos como Villalba del Rey o La Peraleja. “Pero eso era antes, ahora ni locos”, confiesa, porque últimamente hay una tendencia de que la gente, cuando vienen de su pueblo a Cuenca “a lo mejor ni entran a la ciudad porque se quedan más en el centro comercial”.

Pero a por lo que sí acude la gente a posta hasta la confitería es a por el alajú, el dulce más típico de Cuenca y que se ha convertido en la enseña de Marisol. Un producto que, aunque repunta su venta más en Navidad y Semana Santa, fácilmente se pueden elaborar 300 kilos cada semana.  

Toda una gama sobre todo de almendras que ya sea recubierta con azúcar, o con miel con un toque de naranja y obleas, hacen inevitable que cada verano, cada fiesta patronal o cada San Julián nuestra mano se deslice hacia estas bolsitas alargadas para disfrutar de ese momento de placer extremo que el dulce consigue proporcionar. 


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