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Taller de relojería

El restaurador del tiempo

Ángel Belmonte López, que cuenta con más de tres décadas de experiencia en el gremio, ha abierto en Cuenca capital un taller de reparación de relojería y joyería
El relojero Ángel Belmonte López, en su nuevo taller de Cuenca. Foto: Saúl García
23/01/2022 - Dolo Cambronero

En la cultura de “usar y tirar” en la que estamos inmersos, arreglar cualquier objeto que se haya estropeado puede parecer algo de otra época, de otro planeta. A pesar de ese panorama, todavía sobreviven en distintos ámbitos algunos profesionales enfocados precisamente en la reparación, como es el caso de Ángel Belmonte López, procedente del municipio albaceteño de Tarazona de la Mancha y que acaba de abrir en Cuenca un taller de relojería y joyería.

“La gente ha respondido muy bien”, celebra este profesional, quien detalla que desde la apertura del negocio durante las recién acabadas Navidades le han llevado ya para arreglar desde relojes de pulsera hasta piezas de pared -estas últimas va incluso a recogerlas a domicilio-. 

“Ya no quedan apenas relojerías ni servicios de reparación en ningún sitio. Por eso me animé finalmente a venirme a Cuenca y montar el taller. Vamos a probar y ver cómo funciona”, explica este relojero que cuenta con más de tres décadas de experiencia en este sector, los últimos 25 años trabajando en la reparación de marcas de alta gama.

Y es que, como toda maquinaria, un reloj “también necesita un mantenimiento” periódico, “una puesta a punto”. Belmonte López reconoce que si alguien ha comprado uno de estos artículos a un precio barato, se le estropea y le va a costar casi tanto repararlo como adquirir uno nuevo, lo más probable es que opte por tirar el viejo y hacerse con otro. “Pero quien tiene un buen reloj, que le ha costado miles de euros, seguro que sí lo va a arreglar”, matiza. “Y hay más gente con relojes de alta gama de la que nos pensamos”, añade.

En cuanto al tipo de cliente,  señala que hay de todo aunque reconoce que los jóvenes son los menos. “Tengo desde personas mayores o de mediana edad con relojes de pulsera hasta gente con relojes de pared que no funcionan”, indica. 

“Ya no quedan apenas relojerías ni servicios de reparación en ningún sitio. Por eso me animé finalmente a venirme a Cuenca y montar el taller”, cuenta este profesional, que procede del municipio albaceteño de Tarazona de la Mancha

Otro de los encargos más frecuentes es el cambio de pila, una tarea que puede parecer fácil a simple vista pero que asegura que es algo “delicada”. “Si se mete una mota de polvo cuando la estás poniendo, te puede estropear un reloj”, advierte, por lo que recomienda acudir a un profesional para que acometa el cambio en lugar de hacerlo en cualquier sitio.

 

PACIENCIA Y DELICADEZA

Porque esta profesión requiere de una precisión cual cirujano para desmontar las entrañas de un reloj sacando a la luz las más que minúsculas piezas y volver a colocar todo de nuevo con sumo cuidado en su sitio para que el puzle vuelva a encajar a la perfección. “Hace falta mucha paciencia para este oficio. Necesitas tranquilidad para arreglar un reloj. Cada pieza tiene su tiempo. A veces, por querer correr de más, tienes que volver a empezar de nuevo. Es mejor ir despacio”, subraya. 

Belmonte López se inició en este minucioso oficio a los 16 años de la mano de un relojero del municipio conquense de Quintar del Rey, pueblo vecino de su localidad natal. “Fue un poco por casualidad. Mi familia conocía al propietario y allí estuve aprendiendo aunque pasan varios años hasta que conoces bien la profesión”, recuerda ahora. El trabajo le gustó por lo que decidió posteriormente formarse en la Escuela de Joyería y Relojería de Valencia y pasó después por el servicio técnico de una marca de relojería de alta gama donde continuó perfeccionándose. Después vendrían otras joyerías de Alicante, Albacete y Valencia.  

Durante este tiempo ha visto evolucionar a un sector cada vez menos boyante. “La gente ha ido prescindiendo de los relojes analógicos”, reconoce. En este punto, admite que el  gremio ha sufrido un “varapalo” con la llegada de los llamados relojes inteligentes. Sin embargo, también advierte del gran coste que supone arreglarlos y de que la esfera de estos es tan frágil como la de un móvil.  

Por el momento, este nuevo negocio –ubicado en el número 11 de la calle Cervantes de Cuenca– ofrece solo servicio técnico de relojería y joyería aunque, si todo va bien, no descarta abrirse también a la venta de artículos de estos dos ámbitos.