El grupo gallego llenó el escenario Solán de Cabras del MUPA con un amplio repertorio que embelesó a los presentes y los cautivó en una velada con cánticos al norte.
No hay edición de Estival Cuenca que no quede en la retina y en los sentidos de los espectadores, y esta, la decimocuarta, no iba a ser una excepción. Si ya el ciclo artístico y musical conquense deleitó con la virtuosa y cuidada interpretación de Eduardo Fernández, el aterrizaje del festival en el MUPA solo necesitó que los dinosaurios retumbaran al ritmo de Luar Na Lubre.
El grupo gallego honró su amplia y reconocida trayectoria con un espectáculo no amenazado en vano por la lluvia. Y es que, tras una emotiva entrega del Premio Solán de Cabras, por parte del representante Julio Navarro a Bieito Romero, el viento y algunas gotas hicieron su aparición durante el canto de Cristina López con Chove en Santiago. Para calma y disfrute de los presentes, el temporal dio una pausa y permitió disfrutar de toda la magia del grupo gallego, que trajo los cánticos del norte a una Cuenca entregada, hasta el punto de hacer levantarse de la silla a la gran mayoría de asistentes para disfrutar de los sonidos celtas de sus interpretaciones.
La simbiosis musical y rítmica alcanzó su cénit con un espectacular bis, donde las linternas de los móviles hicieron las veces de los antiguos mecheros para acompañar una mágica interpretación de Au pasar pola co. Posteriormente, las más de 400 gargantas del público sirvieron de coros para los ritmos de Nau, sirviendo de antesala a La Gitana, con la que se puso el broche final a la actuación de Luar Na Lubre.
De manera posterior, y no sin un frenético esfuerzo por parte de todo el equipo de sonido y organización, el escenario quedó preparado para el debut en Estival Cuenca del grupo conquense-madrileño Cuélebre, que con su mística y letras ancestrales puso la guinda a una noche de otra época en el festival conquense.