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Semana Santa Cuenca 2022

Vicente Marín, un artista incombustible

Este escultor e imaginero conquense atesora un sinfín de obras, desde trabajos basados en la geometría hasta elementos de la naturaleza o arte religioso
Fotos: Rebeca Pascual
16/04/2022 - Las Noticias

En la travesía Vega Torderas todo parece como de otra época. Calles sin asfaltar, naves y viviendas dispersas, el verde de los campos que empieza a brotar en primavera, cables colgados entre postes de madera… Pero detrás de una de esas puertas metálicas se esconde un pequeño oasis de arte, de paz: el taller de Vicente Marín

Escultor e imaginero nacido en Cuenca en 1951, Marín atesora un sinfín de obras que ha ido esculpiendo a lo largo de su carrera profesional, desde sus trabajos basados en la geometría hasta elementos de la naturaleza pasando por el arte religioso. 

Y es que, si hay una disciplina que le dio a Marín el reconocimiento actual entre la comunidad nazarena, esa es su imaginería en la Semana Santa de Cuenca. Por este taller, y por sus manos, han pasado 4 de los 43 pasos que desfilan por las calles de la capital cada año. 

Tras estudiar Bellas Artes en Madrid y estar allí trabajando una temporada, volvió a la ciudad en torno al año 1982 y fue ahí cuando abrió su taller. Desde casi siempre Marín empleó la piedra como soporte predilecto para sus creaciones, un material que considera “el más noble, lo más natural”. 

Al mismo tiempo, también iba trabajando la madera, y tras varios años de bagaje en la ciudad, le llegaron sus dos primeros encargos para la Semana Santa conquense. Fue el último imaginero autóctono en incorporarse a la semana grande de Cuenca, y aún recuerda cómo trabajaba tanto en el Encuentro de Jesús y la Virgen Camino del Calvario (1987) y en Cristo Descendido (1988) al mismo tiempo. 

Luego llegaron el primer paso del Bautismo en 1990, retirado de las calles de la ciudad y que hoy recibe culto en la parroquia de San Román, y la Negación de San Pedro (1987) en último lugar. 

 

IMAGINERÍA DE LA SEMANA SANTA

“Sentí una responsabilidad grande, porque la gente tiene muchísima ilusión, pero yo en aquel momento tampoco tenía mucho oficio”, recuerda Marín sobre estos primeros encargos nazarenos. Ahora, 35 años después de esculpir el segundo paso de la hermandad de la Soledad del Puente, reconoce que ya acumula más experiencia, ya que antes “no manejaba tanto ni la madera ni la temática religiosa”.  

“Ahora, que es cuando ya tengo más bagaje, más experiencia, es cuando no me encargan nada”, se ríe Marín, a la par que se muestra crítico con su obra ya que, mirándola con perspectiva, cree que puede haber cosas que se podrían haber mejorado. 

Vicente Marín, un artista incombustible

No obstante, no duda en asegurar que la Negación de San Pedro es su paso que más admira.  Ahora que se cumplen 30 años de la hechura de la hermandad y 25 de la creación del Paso, Marín recuerda cómo fue el proceso de creación de este paso. 

Desde la búsqueda del dinamismo moldeando San Pedro hasta la incorporación de las columnas y los escalones para dotar al paso de otra energía fuera de los olivos característicos de la procesión del Silencio. “Ya había realizado antes más trabajos en madera, más pasos, entonces se notó la experiencia acumulada”, explica con una sonrisa camuflada por la mascarilla. 

Toda esta imaginería nazarena tomando como referentes siempre a artistas del siglo XVII, cuando se ha hecho la gran escultura española, y bebiendo de artistas de aquella centuria como El Montañés, Mesas, Fernández o Mena, entre otros.

 

OBRA FUERA DE CUENCA 

 Pero su obra religiosa no se ha quedado sólo en Cuenca. En Tarancón firma el conjunto escultórico de La Exaltación, que estuvo elaborando entre 1992 y 1998, así como el yacente del Santo Sepulcro (1996) de León y, en la misma ciudad, la imagen alegórica de Jesús regresando de los infiernos que lleva por nombre ‘Un hombre nuevo’ El trabajo(2002)

Además, Marín también ha elaborado esculturas religiosas para diferentes iglesias de la ciudad como San Fernando o Fuente del Oro, pueblos como Belmonte o Villamayor de Santiago e incluso ha traspasado fronteras para llegar hasta Sudamérica con diferentes tallas de santos.

Toda una trayectoria que el escultor e imaginero no se podía llegar a imaginar cuando decidió dedicarse profesionalmente al arte. “Son cosas de casualidad, coincidencias, … Todo va surgiendo”, asegura. 

Vicente Marín aún no ha dejado de lado ni el martillo ni el cincel. Su trabajo está ahora enfocado en hacer otro tipo de obra más personal, que va saliendo de él, en donde predomina la geometría y la naturaleza. “Es forma de vida, del principio, son las semillas de la vida”, asegura el escultor. 

Una temática que incluso se puede disfrutar en la ciudad, ya que desde el año 2018 el Ayuntamiento de Cuenca nombró un espacio próximo a la Hípica como ‘Jardín de Vicente Marín’, en donde se puede disfrutar de sus setas y su naturaleza tallada en piedra y que quizás se vea ampliada próximamente. “Me estoy quedando sin sitio en el taller”, expresa el escultor e imaginero conquense.

Vicente Marín, un artista incombustible