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Ocho años investigando el patrimonio para renovar la cartelería del Casco

Pedro Miguel Ibáñez firma los nuevos textos expuestos en una treintena de ubicaciones, donde se han corregido errores y se han eliminado repeticiones que había en la cartelería antigua
Foto: Rubén Marco
26/06/2025 - Rubén M. Checa

Si hay un proyecto que el investigador e historiador del arte conquense Pedro Miguel Ibáñez recibió con cariño, ese fue el de la renovación de la cartelería del Casco Antiguo de Cuenca. Un plan que le llegó de la mano de Daniel León cuando era el gerente de Consorcio, proponiéndole la renovación de una cartelería que llevaba instalada más de dos décadas y que ya no era legible por el paso del tiempo.

Ambos llegaron a la conclusión de que no se trataba de renovarlos materialmente, sino que los textos que había, en algunos casos, contenían errores y desconcertaban a los lectores, situación que se quería solventar. “Ese cambio de texto no podía hacerse en dos días, y por eso se planteó un proyecto a medio plazo, que tenía que ir asociado a una investigación que se plasmara en una serie de publicaciones y de libros”. 

Entonces, de aquí surgieron dos series que ya están publicadas. La primera es ‘Cuenca, ciudad barroca’, que consta de tres tomos publicados por el Consorcio. La segunda, ‘Cuenca recóndita’, publicada por la Universidad de Castilla-La Mancha que recientemente ha sacado a la luz su cuarto libro. Con toda esa investigación, la idea ha sido tener un pequeño texto para instalarlo en los nuevos carteles, pero contar con una amplia investigación a disposición de los interesados en seguir ampliando conocimientos sobre la ciudad. 

Todo ello como parte de un plan que no solo ha pretendido cambiar la cartelería del Casco, sino poner en valor la cantidad de edificios barrocos que tienen Cuenca, siendo de este estilo arquitectónico la mayoría de edificios importantes del Casco como iglesias, conventos y casas aristocráticas. También, redescubrir los monumentos y obras de arte más desconocidas para los conquenses.

Con todo, fue en el año 2024 cuando se plasmaron todos sus textos en los diferentes carteles explicativos. El planteamiento fue sustituir los carteles  individualizados que había en los edificios, así como grandes monolitos, por otros totalmente nuevos, tanto en diseño como en texto. 

Ibáñez se ha encargado específicamente de los textos, buscando en todo momento descripciones razonables para que se pudieran leer en minuto y medio como máximo, ya que pensaba que era el formato ideal para que una persona que de verdad tuviera interés lo pudiera leer muy bien. “Es absurdo que ponga tres líneas y luego un QR donde va al texto completo, porque sería peor leer en un móvil con letra pequeña que los carteles”, subraya. 

 

“Con todo el material habría para instalar 40 cartelas más"

Los monolitos nuevos se crearon para describir barrios y panorámicas, ubicándose en las zonas más emblemáticas de la ciudad. Ahí buscó explicaciones más grandes, con una lectura aproximada de dos minutos, y detallando qué es lo que está viendo, cambiando el concepto de los monolitos anteriores, donde se repetían en todos casi los mismos textos, “y ahora queríamos explicar las diferencias y particularidades de cada zona”. 

Con todas las explicaciones, independientemente si se han escrito para carteles o monolitos, Pedro Miguel Ibáñez lo que ha buscado ha sido que toda la información más importante esté condensada para que de una lectura rápida se obtenga la mayor información posible.

En concreto, sus textos están presentes en una treintena de carteles y monolitos por todo el Casco Antiguo, Puerta Valencia y barrio de San Antón, y se han añadido dos nuevos respecto a los anteriores: el primero es la casa de Doña Quiteria Salonarde, ubicada junto a la Casa del Corregidor y perteneciente a una rica ganadera del siglo XVIII. Además, su marido fue regidor de la ciudad. La segunda es la casa de Sebastián de Covarrubias, la mal llamada Casa de la Demandadera, inmueble que construyó el autor del Tesoro de la lengua castellana y en el que vivió hasta que lo cedió a las monjas carmelitas en 1604.  

“Tanto el proyecto de la señalética como el resto que van asociados han sido muy importantes para mí, porque de este modo estamos abriendo el conocimiento”, se congratula Ibáñez, que ya hay gente que le ha trasladado su desconocimiento sobre ciertos monumentos de la ciudad como la Casa de la Demandadera o el cambio de advocación de la Virgen de la Luz, que antes del siglo XVIII era denominada como Virgen del Puente. 

De este modo, el investigador sostiene que debería haber una segunda fase ya que actualmente hay edificios “importantísimos que deberían tener su cartela”, como la casa del arcipreste Barba al inicio de la calle San Pedro, donde estuvo alojado Felipe II cuando vino a Cuenca, o la casa del Conde de Priego, en la calle Severo Catalina. “Con todo el material que se ha recopilado habría para instalar 40 cartelas más, y espero que algún día se pueda hacer porque los textos están”, concluye. 

 

INVESTIGACIÓN CON LARGA TRAYECTORIA

Pedro Miguel Ibáñez comenzó su andadura profesional en los años 80 con una tesis doctoral centrada en la pintura conquense del siglo XVI, para después ir abordando la figura de Fernando Yáñez en concreto. Pero llegó un momento en su carrera en el que empezó a ver que Cuenca tenía carencia de información, tópicos y errores de información respecto a muchos de sus edificios. 

A partir de ahí se empezó a interesar mucho por la ciudad, redescubrir su historia y apostar por la protección del Patrimonio conquense. Eso le llevó a ser uno de los integrantes de la Comisión de Patrimonio, donde viendo que en el Plan Especial no se valoraban edificios barrocos que sí tendrían que tener protección, él apostó por dársela. 

Por ejemplo, las iglesias de San Felipe Neri o Sant Antón no podían tener modificaciones en temas como quitar una capilla del siglo XVIII para construir una nueva. “Me preocupó tanto esa situación que empecé a investigar toda la arquitectura de la ciudad, publicando investigaciones como las vistas de Cuenca del paisajista Anton van den Wyngaerde así como otra serie de publicaciones, poniendo en valor en todas ellas la importancia del patrimonio arquitectónico y cultural que atesora la capital conquense desde hace siglos”, concluye.  

Paseando Cuenca recibe “miles de visitas” en sus primeros meses

 

Los nuevos carteles informativos tienen un código QR que llevan a la web ‘Paseando Cuenca’, una plataforma donde están disponibles los mismos textos que están plasmados en los carteles situados en cada edificio y panorámica. Al mismo tiempo, con esa información se han elaborado unas audioguías.

Una web en la que también se han introducido otros elementos como información de los aparcamientos municipales o ubicación de los museos que, según la concejal de Turismo, Marta Segarra, ya ha recibido “miles de visitas” desde que se puso en marcha, mostrando su satisfacción por el trabajo realizado con el proyecto global para cambiar la cartelería del Casco Antiguo. 

 En definitiva, una herramienta moderna y accesible con contenidos de calidad que ofrece una experiencia integral del patrimonio de la ciudad de Cuenca.