
Del modelo Ericsson de sobremesa de 1902 que funciona con interruptores y solo sirve para recibir llamadas a través de un “zumbador” hasta los teléfonos móviles que se vendían en nuestro país en la primera década del 2000 y que cambiaron para siempre nuestras vidas y nuestra forma de comunicarnos. Lo que podemos ver en esta exposición permanente de teléfonos antiguos colocada en el hall de la Escuela Politécnica de Cuenca no es solo historia de la telefonía y de las comunicaciones, sino también es historia de España.
“Se trata de una exposición muy bonita de teléfonos antiguos de gran valor que seguramente muchos de los visitantes de la muestra habrán tenido en su casa o en casa de sus abuelos y que incluye teléfonos que había a principios del siglo pasado hasta nuestros días”, nos cuenta Francisco Page, la persona que se ha encargado durante años de atesorar una colección de alrededor de 900 teléfonos.
Francisco Page nació en 1944 en el municipio conquense en Ribagorda y siendo un niño empezó a sentir que su vida iba a transitar por el mando de las telecomunicaciones: “Me he dedicado siempre a esto, siendo un crío hacía inventillos con un primo mío en el pueblo, cogía dos botes y una cuerda y nos mandábamos recados y yo le decía a mi primo que mi pasión serían las telecomunicaciones y así fue”.
Page relata que su vida siempre ha estado vinculada al aparato de radio, horas y horas de radio que captaban su atención y que le llevaron a dejar el pueblo con 14 años y a empezar a trabajar en la Standard Eléctrica, filial de la compañía estadounidense Internacional Telephone and Telegraph (ITT), con solo 16. La colección donada a la Escuela Politécnica de Cuenca la empezó a hace en 1965.
“Es una colección única en España de unas 400 piezas que está compuesta por teléfonos, grabadoras, bíper o buscapersonas, teléfonos móviles, centralitas y un pequeño laboratorio de telefonía. Lo que vemos en esta exposición es el teléfono, lo que hay detrás de él es otra historia”, afirma Page.
Se trata de una “exposición inédita” porque mientras otras muestras recogen la evolución de los sistemas de telefonía, la que podemos ver en Cuenca alberga el propio aparato que la gente de la calle ha utilizado a lo largo de los años. La exposición acoge el teléfono clásico de los años 20, el primer teléfono que se instaló en Ribagorda, la primera grabadora que Francisco Page instaló en el Parque de Bomberos de Alicante o la primera centralita que tuvo el Cuartel de la Guardia Civil de Albacete.
“Le regalé un teléfono al humorista Miguel Gila para un programa concurso de la televisión y tuve que ir allí a explicar el funcionamiento de un aparato que con el tiempo he recuperado. Conservo otro aparato con mucha historia y se trata del último teléfono que tuvo el escritor José María Pemán”, nos cuenta con nostalgia Francisco Page.
La colección completa consta de unos 900 aparatos, entre los que se encuentra “un teléfono de madera de 1901 del que solo se conservan tres en España, uno en la exposición de Telefónica, otro en el Palacio de Aranjuez y otro que tengo yo”, detalla Page.
En un teléfono de hierro de 1920 que las telefonistas de Jerez de la Frontera regalan a Francisco Page está el origen de esta colección que incluye cinco centralitas, “una es de clavijas, que es la primera que se monta en el Ayuntamiento de Barcelona y también hay una grabadora muy grande que montamos en el Consorcio de Bomberos, en la Diputación de Alicante”.
Aquellas grabadoras servían para que bomberos o policía pudieran grabar todas las conversaciones en cintas de banda magnética durante 24 horas, cintas que después se conservaban durante unos meses “por si ocurría cualquier cosa y había que echar mano de esa cinta”.
En la exposición podemos ver un modelo de 1910 fabricado en madera y metal para hacer y recibir llamadas; un modelo de 1952 construido en hierro y baquelita que tiene como característica particular una serigrafía en el centro del disco de marcar de famosos pintores españoles como Goya o Velázquez; un teléfono de campaña de 1940 usado en la Segunda Guerra Mundial con muy bajo consumo de energía; y un Ericsson de sobremesa negro fabricado en Suecia en 1940.
“Sería bonito que esta exposición recorriera otros puntos de la región porque es algo único y maravilloso que no lo hay en otro sitio”, concluye Page.

La primera línea telefónica particular llega a Cuenca en 1881, en concreto a la Fábrica de Paños de Eusebio Muñoz Peña. Entrado el siglo XX, en 1917, Correos y Telégrafos es el encargado de poner en marcha el primer servicio de la red urbana telefónica de nuestra ciudad. En 1923, la red urbana alcanzaba los 128 abonados. En 1954 se puso en servicio la primera central de conmutación automática en la calle Cervantes.
La exposición permanente de teléfonos antiguos se puede visitar en horario de mañana y tarde en la Escuela Politécnica de Cuenca y es una gran oportunidad para recorrer el origen de lo que somos y tenemos en la actualidad, todo un mundo de usuarios permanentemente interconectados a una tecnología cada vez más sorprendente que evoluciona minuto a minuto para hacernos la vida más fácil y cómoda.
