La casa de Emilio Saiz, un museo nazareno con piezas históricas
Entrar a la antigua vivienda de Emilio Saiz y Matilde Hernaiz es como hacer un viaje por la historia de la Semana Santa de Cuenca. En el interior de su domicilio hay una extraordinaria colección de obras de arte, fotografías, revistas, túnicas, recortes de periódico e incluso tallas que componen la amplísima colección personal del matrimonio. El próximo 17 abril se cumplirán cuarenta años del fallecimiento del artista, muy reconocido en el mundo nazareno conquense y, con motivo de esta efeméride, la familia Castellanos Rodríguez abre las puertas de esta casa museo a Las Noticias.
Saiz fue uno de los impulsores de la Semana Santa de Cuenca una vez terminó la Guerra Civil española en 1939 y su esposa siempre estuvo ligada a diferentes hermandades de las que fue camarera. “El abuelo Emilio era profesor en el Alfonso VIII, artista y una persona muy conocida en Cuenca era lo que por aquel entonces se conocía como un titulillo”, señalan desde la familia Castellanos Rodríguez, amigos íntimos de Saiz. Siempre formó parte de la Venerable Hermandad del Santísimo Cristo de la Luz a quien le dejó en herencia su estudio de arte situado en el número 8 de la calle San Vicente, que actualmente es el domicilio social de la entidad. “El tenía devoción pura y dura por el Cristo de los Espejos”, recuerdan.
Esa devoción le llevó a estar muy involucrado con la Hermandad. De ahí que formase parte de la Junta de Diputación, ocupase el puesto de secretario y también el de representante. Sin embargo, uno de los acontecimientos más importantes para la Hermandad está estrechamente ligado con Emilio Saiz ya que la imagen de Santa María Magdalena muy probablemente fue donada por él, tal y como apuntan desde la familia Rodríguez Castellanos y así está reflejado en la web de la Junta de Cofradías de Cuenca. “El abuelo Emilio tuvo montado en su casa durante 58 años un Belén, pero cuando falleció se quitó para que lo expusiera la Hermandad. Una vez se retiró, apareció una caja enorme de madera que resultó ser en la que vino envuelta María Magdalena y encontramos también un resguardo del envío”, explican. Y es que, tal y como cuenta la familia, “él siempre decía que María Magdalena era la representación de su mujer”.
Para él la Semana Santa era su vida y al ser uno de los precursores no es de extrañar que en su domicilio hayan aparecido bocetos de escudos de todas las hermandades y cofradías de Cuenca. “Creemos que él, como era artista, dibujó posibles escudos para cada una de ellas”, interpretan. Además, sabía bordar y coser y él mismo confeccionó dos túnicas infantiles con terciopelo y encajes de oro. “Entendemos que tuvo que ser una persona solvente a nivel económico porque no es normal que un niño llevara una túnica tan lujosa”, subrayan.
También es obra de Emilio Saiz la saya bordada de una virgen en miniatura que tenía en casa. “Es una virgen pequeña que ha tenido distintas restauraciones y todas están apuntadas en el candelero (estructura de doce listones de madera que se unen a una base ovalada). El primero de los apuntes es de 1812”, cuentan. Otra de las imágenes que aún conserva la familia Rodríguez Castellanos es un Niño Jesús de Praga cuya túnica se cree que bordaron las Concepcionistas de la Puerta de Valencia.
Además, era el encargado de quitar el manto de luto a la Virgen del Amparo el Domingo de Resurrección, un acontecimiento que en aquella época “era muy importante para la persona que lo hacía”.
Pero si hay algo sorprendente en esta historia es el día en el que Emilio Saiz muere. Da la casualidad que el 17 de abril de 1984 era Martes Santo y coincidiendo con el inicio de la Procesión del Perdón falleció. En ese recorrido participaba y participa su hermandad, el Cristo de la Luz, y al pasar por Carretería, donde está su casa, “todas las hermandades que iban pasando subían con guiones, estandartes y cetros para rendirle homenaje en su capilla ardiente”, recuerdan. “Mucha gente de Cuenca pasó por la casa hasta el punto de que el velatorio duró dos días”, apostillan.
Está claro que la vida de Emilio Saiz no se entiende sin la Semana Santa y viceversa, porque “significaba todo para él”. De ahí que la familia Rodríguez Castellanos mantenga vivas todas las tradiciones que a él le hacían feliz. Por ese motivo, seguirán viendo las procesiones desde el balcón de su casa de Carretería que lucirá los reposteros de sus hermandades, pero seguro que Emilio Saiz y Matilde Hernaiz, allá dónde estén, vivirán una Semana Santa muy especial al ver a María Rodríguez Castellanos dirigir el paso de Nuestra Señora de los Dolores y las Santas Marías.
