Día Mundial contra el Cáncer de Mama
Arancha Gómez: “Mi cabeza es la de una mujer de 49 años, pero mi cuerpo tiene 80”

Corría el mes de diciembre de 2024 cuando la vida de Arancha Gómez Castillo, una mujer optimista y vital nacida en Barcelona en 1976 y residente en la capital conquense desde los cinco años, dio un giro inesperado que le cambió la vida “por completo”. El responsable, un bulto grande en el pecho “que podía perfectamente abarcar con los dedos” y que no anunciaba nada bueno. “Me lo encontré en la ducha y algo me dijo que ese bulto no era normal”, nos cuenta con serenidad Arancha, un día después de finalizar, por fin, los largos meses de quimioterapia.
Reconoce que siempre le ha costado lo de ir al médico, pero que aquel día no lo dudó. Llamó a su médica de cabecera y poco tiempo después, las pruebas en el Hospital Virgen de la Luz confirmaron el diagnóstico: cáncer de mama en estadio tres. Lo que vino después ha sido una de las cosas más duras por las que ha tenido que pasar: “Me operaron el 25 de marzo y a mediados de abril empecé con la quimio. Seis sesiones largas de 21 días, las que llaman las rojas, y después un ciclo de 12 sesiones todas las semanas. Pensé que esas serían más suaves, pero han sido las que peor he llevado. Te dejan el cuerpo destrozado. Soy una mujer de 49 años, pero mi cuerpo es el de una persona de 80”, explica con una mezcla de cansancio y orgullo.
Arancha habla de su historia personal frente al cáncer de mama sin dramatismos, pero sin edulcorar absolutamente nada: “Es muy duro, y hay que decirlo claramente, aprendes a vivir día a día porque no sabes cómo te vas a levantar mañana. Hay días que estás bien y otros en los que no puedes con tu alma”.
En el relato de esta paciente con cáncer de mama conviven la fortaleza y la rabia. “Estoy enfadada con la vida”, asegura. “Cuando escucho eso de que con la enfermedad sales reforzada me revelo, no estoy de acuerdo. Te deja muchas cicatrices físicas y emocionales”.
Durante todo el proceso, Arancha ha tenido el apoyo incondicional de su familia, de sus cuatro hijos –“mi pequeño es el que más me abraza”, dice con ternura- y, de forma muy especial, de la Asociación Española Contra el Cáncer en Cuenca. “Las profesionales y voluntarias me han ayudado muchísimo. No son conscientes de lo importante que llegan a ser. Desde que mi hermana contactó con la asociación me he sentido acompañada en todo momento”, nos detalla.
La AECC de Cuenca le ha proporcionado apoyo psicológico, talleres, acompañamiento hospitalario y, sobre todo, la sensación de que no estaba sola: “En el hospital son como una pequeña familia: desde las enfermeras de oncología hasta las voluntarias que te ofrecen un zumo o te preguntan si necesitas algo. Hacen una labor maravillosa porque no solo te cuidan a ti, también a quienes te acompañan”.
“El apoyo de la AECC de Cuenca ha sido fundamental. Han estado en todo momento, han cuidado de mí y de quienes me han acompañado”SIN PAÑUELO NI PELUCA
Su paso por el tratamiento oncológico le ha dejado muchas reflexiones. Una de ellas tiene que ver con la imagen que proyectan los enfermos de cáncer y cómo la sociedad percibe la enfermedad. “Desde el primer día fui calva. No me tapé con pañuelos ni pelucas. Me parecía absurdo tener que disimular que estoy enferma. ¿Por qué? ¿Por qué una mujer tiene que cubrirse la cabeza cuando un hombre calvo no lo hace?”, se pregunta. Entre risas, recuerda cómo una compañera de quimio se animó a quitarse el pañuelo: “Fue un gesto muy liberador”.
Tras finalizar los ciclos de quimioterapia en el Hospital Virgen de la Luz de Cuenca, y con un descanso de ocho semanas, Arancha empezará sus sesiones de radioterapia en Albacete, “porque el camino es largo”, pero el futuro también: “Cuando me recupere quiero ser voluntaria en la Asociación Española Contra el Cáncer. Quiero devolver todo lo que me han dado, que ha sido mucho.
De cara al 19 de octubre, Día Mundial Contra el Cáncer de Mama, Arancha hace balance y recuerda aquella mamografía que le tocaba hacerse a los 48 años y que dejó pasar porque se encontraba bien. Concienciar y prevenir, nos dice, es vital para todas las mujeres. “Yo estaba bien y lo fui dejando, pero ahora sé que una mamografía puede salvarte la vida. No cuesta nada pedir cita y hacerlo”, asegura.
A punto de cumplirse un año desde aquel día que cambió su vida, Arancha se siente agradecida por la profesionalidad y el trato recibido en la sanidad pública y el Hospital Virgen de la Luz, por el apoyo constante de su familia y por la labor de asistencia emocional y hospitalaria que le ha proporcionado en esta dura travesía la AECC de Cuenca.
“Yo me encontraba bien y fui dejando la mamografía que me tocaba a los 48 años. Hay que hacerlo, no cuesta nada pedir una cita y hacerse una prueba que puede salvarte la vida”CÁNCER DE MAMA
Según la AECC, en España se diagnosticaron 35.875 casos de cáncer de mama en 2024, de los que 147 se diagnosticaron en Cuenca. El 24 por ciento de los diagnósticos se produce en mujeres menores de 50 años, con una incidencia de 8.691 casos. La supervivencia media de esta enfermedad se sitúa en el 85 por ciento.
