¿Un campo a aprovechar?

Entre tantas otras informaciones, especialmente de índole político-pactista, como ocupan estos días las páginas de nuestros más cercanos medios informativos –impresos, digitales o radiofónicos– se fijaba este comentarista, a la caza de otros asuntos, raro que es, en la referente a la celebración de ese Encuentro Internacional de Jóvenes Investigadores en Paleontología que ha reunido en el Museo de esa especialidad científica a ciento veinte juveniles estudiosos en ese campo de investigación procedentes, cual en ella se señala, de trece países de tres continentes para presentar más de noventa trabajos en una cita que, a más de la importancia que en sí ya tiene bien puede servir de paso, barramos para casa, para que los participantes en ella se aproximen a la singular riqueza en este campo de nuestra provincia en la que, recordémoslo, se ubican algunos de los yacimientos paleontológicos más importantes de Europa como los de Las Hoyas y Lo Hueco. Y al hacerlo, al prestar atención al hecho, ha vuelto a preguntarse la razón de que esta ciudad, nuestra ciudad, nuestra capitalina ciudad, tan próxima y por fortuna mejor comunicada que nunca estuvo con centros urbanos tan potencialmente usuarios como Valencia y, especialmente, Madrid con su fácil comunicación, además, internacional, no aprovecha más esa proximidad y sus propias condiciones de localidad tranquila y recogida para ofertarse más, pero que mucho más de lo que lo hace como escenario de jornadas y congresos. Y como uno, perdón por tanta autorreferencia, no ya es que peine canas sino que ni siquiera le va ya casi quedando esa posibilidad, se acuerda de aquellos tiempos, otros desde luego, quizá más sencillos para ello, en que parecía que se ese horizonte podía estar a nuestro alcance –¡ay aquellos cursos de amplia difusión mediática nacional que especialmente en el área de la comunicación audiovisual pero también en otras como la rehabilitación de centros históricos que, cierto, patrocinados por una organización tan potente como Fundesco, se organizaban en la sede de la Menéndez Pelayo! – en una senda que lo mismo podríamos volver a intentar retomar. En diversas ocasiones se ha hablado de la necesidad o no de crear un centro específico para facilitar esas actividades –el tan traído y llevado Palacio de Congresos, vaya– dotado por supuesto de instalaciones perfectamente adecuadas tanto para el uso de las más modernas tecnologías como para el funcionamiento de un buen servicio de traducción simultánea; quizá fuese necesario o quizá no, tal vez bastase con adaptar mejor cuanto ya tenemos, pero a quien esto firma le parece que no estaría de más que entre los planteamientos de quienes, a partir de ya nada, van a gestionar nuestros intereses estuviese la intención de impulsar un aprovechamiento mayor, pero que mucho mayor, de ese campo que, desde su modestia, le parece que tan a nuestro alcance podríamos tener y tan bien, a priori, parece que nos vendría.